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Sonia Gómez Gómez    

Hidroituango debe continuar en manos de los contratistas actuales por razones de toda índole.

Sí. Un llamado a la sensatez es lo mínimo que podemos pedir los colombianos en este momento crucial para el futuro de Hidroituango y, por lo tanto, para el futuro inmediato de la estabilidad energética nacional, lo cual va ligado al bienestar general de la población y al desarrollo industrial. Cuando digo colombianos, me refiero a la opinión pública, al sector empresarial y, en particular, a los y las dirigentes que están involucrados en el camino a seguir, con el alcalde de Medellín, Daniel Quintero, a la cabeza.

El alcalde Quintero no querrá seguramente cargar sobre sus hombros la responsabilidad de tirar por el piso todos los esfuerzos que se han hecho para salvar esta gran obra, y menos cuando el Presidente de Colombia, el Banco Mundial y los contratistas han hecho ver con claridad que cualquier cambio que afecte la continuidad de la obra de manera sostenida y sin retrasos adicionales sería nefasta. Irse en contra de ellos daría la total razón a los críticos del burgomaestre que lo han tildado como un enemigo de Antioquia y de sus intereses. Se ha equivocado él muchas veces en materia grave. Esta vez sería la peor decisión de su gobierno y debemos tener fe en que ello no ocurrirá. Es su oportunidad.

Hidroituango debe continuar en manos de los contratistas actuales por razones prácticas de toda índole, pero la más importante es porque no se ha demostrado corrupción alguna de parte de ellos y eso lo ratifica el hecho de que las aseguradoras están pagando y seguirán pagando lo que les corresponde. En un país donde contratistas propios y extranjeros han robado sin misericordia en obras de toda índole, no nos podemos ensañar contra unos empresarios que están poniendo el pecho y la cara al país para responder y para proceder de la mejor forma. Los errores humanos, propios de proyectos de cualquier índole, no justifican la mala fe que ha habido en torno a empresas involucradas que han generado progreso y están desarrollando grandes proyectos de responsabilidad social empresarial, como es el caso de Conconcreto.

Enrique Posada, ingeniero antioqueño de impecable recorrido profesional y quien ha estado al frente de la Sociedad Antioqueña de Ingenieros y Arquitectos en varias oportunidades, dice lo siguiente: “Es triste, es desconcertante, que haya intereses tratando de hallar culpables, sin medir las consecuencias, sin analizar debidamente la secuencia de eventos y sin escuchar debidamente los argumentos de todas las entidades y personas acusadas”. (Así también lo dijo el gerente de Conconcreto en entrevista con el director del noticiero CM&).

Dice, además, el ingeniero Posada: “En vez de asignar culpas de manera severa, y probablemente ligera e injusta, hay que admirar la dedicación y capacidad administrativa y de trabajo técnico que han tenido EPM como responsable último y tomador de decisiones, así como los diseñadores, los constructores, los asesores y los interventores ante la contingencia, asumiendo con eficacia todas las acciones necesarias para evitar daños a las comunidades, pérdidas de vidas y daños ambientales y logrando avanzar significativamente en la recuperación del proyecto. No se puede dejar de observar que ya está en ejecución dicha recuperación, con logros debidamente probados, y que, bajo las consideraciones del equipo técnico de EPM que coordina todo este trabajo, se está en una ruta cierta hacia poner a funcionar las dos primeras etapas en el año 2022”.

En síntesis, como colombiana y como periodista que ha seguido el curso de tantas batallas dadas por la ingeniería antioqueña pido que se baje la guardia, que se eliminen rencores y pasiones políticas para que podamos continuar el rumbo de Hidroituango y lo llevemos a feliz término. Y retomo, para terminar, al ingeniero Posada: prendamos turbinas y “luego de ello, de una manera reposada, de una manera técnica, de una manera justa, hagamos el análisis de todo lo que ha pasado. Existe suficiente documentación, se cuenta con suficientes testigos para hacer un juicio tranquilo y entender verdaderamente las responsabilidades culposas, en caso de que las haya, o reconocer los logros de todos los involucrados, como pienso que seguramente tendrá que ser”.

https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 25 de octubre de 2021.

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