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Cristina De Toro      

Que el candidato del Pacto Histórico, Gustavo Petro Orrego, a pesar de la constante caída en las encuestas continúe ocupando el primer lugar en intención de voto, sigue siendo una voz de alarma.

La última encuesta de la firma Polimétrica de Cifras y Conceptos SA., sobre temas electorales, que en esta ocasión no se ocupa de nombres de candidatos, sino que evidencia la situación política actual y la posición ideológica de los encuestados, nos muestra, entre otras cosas, que el 71 % son de centro, 17 % de izquierda y 12 % de derecha, e indica, además, que el 69 % aún no sabe por quién votar, porque los de centro y centro derecha son apenas precandidatos y Petro es el único candidato de la izquierda.

Sin lugar a dudas, Petro es conocedor de esa situación y por eso está resuelto a echar mano de lo que sea con tal de hacerse al poder.

Últimamente ha recurrido a los más exóticos malabares retóricos, no solamente para tratar de disimular su ideología comunista y minimizar su pasado criminal, sino también, para justificar las raras adhesiones que ha venido haciendo con políticos y movimientos de todos los pelambres.

Vemos, entonces, comensales como Alfredo Saade, dirigente político del movimiento Levante, quien dice liderar más de 400 iglesias evangélicas en la Costa y en otros departamentos, que están abiertamente en desacuerdo con temas como el aborto, el matrimonio igualitario, etc., compartiendo el plato de postulados ideológicos del Pacto Histórico, con los del movimiento “Comunes” de los terroristas de las Farc, o con el par de vividores políticos Roy Barreras y Armando Benedetti, y con la recién llegada de Venezuela, Piedad Córdoba, quien hace poco decía que “no votaría por él casi que con seguridad, él jamás será presidente de Colombia porque uno no puede elegir un mal ser humano”.

Extrañas y peligrosas “juntancias”.

Es que los milagros y las reconciliaciones abundan en tiempos electorales. Petro, exasesor y admirador acérrimo de Chávez, prácticamente, no recuerda ni su nombre. Se confiesa hoy como católico y se ocupa en sus discursos de ese “Jesús de los pobres”, que tanto se parece a él y a su política. No fue guerrillero del M-19, no, Petro fue un “joven político” entregado a hacer el bien en Zipaquirá. No es de izquierda, es “demócrata radical”.

Asegura, además, que “lo que hoy estamos dirimiendo realmente es si Colombia se puede construir como una nación democrática o no, y si la respuesta es no, la sociedad colombiana va a entrar, lo vimos recientemente, en episodios de degradación social, política, e incluso, en espirales de violencia muy profundas”.

¿Vivimos en una dictadura? ¿Nos devolverá él a la democracia? ¿Va a convocar en caso de perder a otro paro nacional, más violento y degradado? ¿Amenaza? ¿Chantaje?

Colombia ha sobrevivido las más brutales arremetidas de esos bárbaros que por décadas han querido tomarse el poder, y ahora no va a rendirse. Lo conseguido con tanto esfuerzo no lo dejaremos en manos de ese enajenado.

Nos uniremos en torno a un demócrata que nos garantice la conservación de las instituciones y la libertad.

Defenderemos, como siempre, nuestra patria.

La P roja en las tarimas de Petro, es la ¡P de peligro!

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 24 de septiembre de 2021.

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