Fundamenta su suposición ese diario en la incertidumbre política y la tensión social creadas por los enrarecidos climas electorales de estos países. Expresa su preocupación por las políticas populistas y el malestar social. Las encuestas, para el caso de Colombia, dice El País, sugieren que el candidato de izquierda, Gustavo Petro, llegaría a la segunda vuelta presidencial. De confirmarse en las urnas esta profecía, que tiemblen no solo los porteros, como se decía cuando en las hemegonías partidistas colombianas había cambios de gobierno y estos echaban a las calles a los del partido derrotado, sino el sistema en todos sus contenidos de libertades. Se quedarían cortos, en una eventual masiva emigración, España y Portugal en conceder visas a los colombianos descendientes de sefarditas.
Colombia, como un buen número de naciones latinoamericanas, está amenazada por el populismo. Pero cuenta con un tejido empresarial sólido que no ignora que cualquier desliz aventurero puede llevar a un rompimiento del sistema, con sus fatales consecuencias sociales y de políticas públicas. Tiene unas Fuerzas Militares, a pesar de que en las encuestas de opinión demuestran caída de imagen positiva, conscientes de sus deberes de nación y sin el alto grado de corrupción de otras instituciones judiciales y políticas. Y cuenta con una población civil que, en su gran mayoría, no se ha dejado manipular por aquellos extremistas que fomentan y agencian el odio y la lucha de clases.
Ese vigor del empresariado, del trabajador y de sus Fuerzas Armadas legítimas, mantiene la esperanza de que no todo está perdido, por más que las encuestas presagien vientos de crisis democráticas. Los sectores opuestos a candidatos aventureros deben redoblar esfuerzos para que el país el próximo año no caiga en manos de mercaderes ideológicos y vendedores de espejismos. Apoyar a quienes prediquen salidas democráticas e inteligentes a las encrucijadas nacionales. Cualquier temeridad es suicida.
El informe del periódico El País constituye una voz de alerta. Conduce a reflexiones para tomar decisiones inteligentes. A luchar para que haya una campaña civilizada en la que al adversario se le venza con la razón y no con el exterminio. Una campaña en que las coaliciones deben construirse sobre puntos de convergencia en políticas y propuestas económicas, sociales. Una campaña en la cual los partidos que respetan la Constitución y las leyes se percaten de que con insularidades ideológicas no logran mayorías para ganar en las urnas ni convocar desde el gobierno a consensos nacionales.
La mejor respuesta que se le puede dar a los analistas extranjeros es que hay disposición y voluntad política para no dejar que Colombia caiga en manos de populismo y extremismos.
https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 08 de septiembre de 2021.