Joe Biden sacó, grosso modo, a 123,000 afganos del país. Muchos más de los que estaban en peligro inmediato de sufrir represalias. Si los gringos no abandonan Afganistán precipitadamente hubieran sido millones. Entre el legítimo temor a los talibanes, y el entusiasmo de escapar de ese infiernillo, el éxodo seguía creciendo exponencialmente. Sospecho que no había forma serena de organizar esa derrota y fuga.
Si se reserva un aeropuerto en Cuba, Venezuela, Honduras, Guatemala, Nicaragua, El Salvador o México, protegido por los marines, y se coloca en ellos aviones gigantes cuyo destino final sea Estados Unidos, seguramente habría millones de pasajeros que se embarcarían en la aventura de emigrar a vivir fuera de su cultura o, como dice Willy Chirinos en una inolvidable canción, “fuera de su idioma”.
Eso no quiere decir que los habitantes de esas naciones no quieran a sus respectivos países: lo que sucede es que no tienen esperanzas de mejorar en ellos. Han visto cómo sus abuelos y padres han consumido sus vidas inútilmente tras unas promesas que jamás se cumplieron. Piensan, con razón, que mañana habrá más violencia y menos oportunidades de obtener una vida razonable para ellos. Es lo que la vida les ha enseñado.
No menciono a Costa Rica o a Panamá porque son países receptores de inmigrantes, y no constituyen grupos de expatriados en ninguna parte. Como eran Cuba o Venezuela antes de que las revoluciones invirtieran esa vieja tendencia que había llenado a las dos naciones de gallegos, asturianos, catalanes, canarios, italianos, portugueses y centroeuropeos.
Me contaba Fernando Bernal, ex oficial de Sierra Maestra y ex diplomático en Italia tras el triunfo de la revolución en 1959, que cuando estuvo en la embajada en Roma lo esperaban once mil solicitudes para emigrar a Cuba de otros tantos italianos ilusionados con radicarse en la Isla.
Yo formaba parte de los niveles sociales “medios-medios” de Cuba y no se me hubiera ocurrido emigrar de forma permanente a ningún país. Incluso, no conocía a nadie que lo hubiera hecho o que pensara seriamente en hacerlo. Seguramente existirían, pero yo no los conocía. En la Isla (o en Venezuela) había suficiente “movilidad social” para cualquier emprendedor o para cualquier persona, extranjera o nativa, que deseara mejorar de estatus.
Otras dos acusaciones pesan contra Biden que me parecen totalmente injustas: lo que les “deja” a los talibanes y su supuesta condición de anciano decrépito. En cuanto a lo primero, no es cierto que dejen equipos valorados en ochenta y tres mil millones de dólares. Esa es la suma de todo lo gastado en armamento por Estados Unidos a lo largo de casi 20 años de ocupación. El total que dejan, y ya es bastante, asciende a veinticuatro mil millones de dólares entregados a las fuerzas armadas afganas y a la policía, según reporta el Washington Post. Era imposible llevarse esos equipos. Lo que hicieron, cuando se podía, fue inutilizarlos.
A los rusos les sucedió lo mismo. Eran los tiempos de la Guerra Fría. En 1989 los muyahidines, tras 10 años de lucha, con la ayuda de Estados Unidos derrotaron a los soviéticos. En el albur de arranque los “rusos” dejaron varios Migs (con los que los talibanes, en su momento, constituyeron su primera fuerza aérea), un buen número de tanques y miles de kalashnikov con su correspondiente parque.
En septiembre de 1996, los talibanes derrotaron o compraron a los mujahidines e iniciaron su régimen de terror en Afganistán. Comienzan por torturar y asesinar al Dr. Mohammad Najibulláh, comunista y líder de la facción prosoviética. Pakistán les deja o lleva un regalo envenenado: Osama bin Laden y Al Qaeda. El 11 de septiembre del 2001 atacan las torres gemelas. USA utiliza todo su peso específico para involucrar a la OTAN en su respuesta.
USA y la OTAN destrozan al gobierno talibán que ha protegido a Bin Laden. Los talibanes huyen de Kabul y de todas las ciudades. Pero comienzan una guerra de guerrillas y desgaste, esta vez contra EE.UU. Los gringos eventualmente se cansan y buscan una paz negociada. Han pasado 20 años. Trump lo único que les pide a los talibanes, a cambio de sacar a sus tropas, es la promesa de proteger más acciones terroristas. Los talibanes aceptan. Esto sucedió en Doha, la capital de Qatar.
Por último: ¿está decrépito o ga-gá Joe Biden? Por supuesto que no. Es un anciano absolutamente lúcido. Los videos que circulan son fabricaciones de sus enemigos. Trataron de engañarme con uno de Tik-Tok en el que lo mostraban balbuceando idioteces con el rey jordano. Afortunadamente, los amigos de CNN dieron con la grabación legítima y me la enviaron. Era una vil manipulación.
http://www.elblogdemontaner.com/, Madrid, España, 05 de septiembre de 2021.