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Iván Cancino G.      

Muchas veces los delitos se justifican detrás de una capa de necesidad, el hambre y la pobreza, pero ¿qué pasa cuando el robo, actos criminales como quemar buses o romper vidrios, no afectan solo bienes privados, sino que tienen una consecuencia en la comunidad?

Por ejemplo, hace poco vi en las noticias que hay robos de material en las obras de reconstrucción de Providencia. El material para hacer las casas nuevas desaparece en las noches, no se sabe quiénes son los ladrones, pero en una isla de 17 kilómetros no es de extrañar que todos sepan quienes son los culpables. Más allá de hacer señalamientos quiero hacer una reflexión, ya que robarse materiales de las viviendas implica dejar a otros sin hogar para hacer su propia casa, entonces ¿en dónde queda el bien como comunidad, el amor al vecino?

Pero ese caso no es el único, hace poco escuché que una pareja de un holandés y una colombiana estaban modificando un bus de colegio para convertirlo en casa rodante y viajar por toda Suramérica. Una vez el bus estuvo listo, al parecer una vecina le prendió fuego y quemó todo el esfuerzo de la pareja. ¿Es la envidia tan grande como para llevar a la maldad?

Cada vez que hay una marcha violenta, y se rompen los vidrios locales que no tienen nada que ver con nadie, destruyen las estaciones de transporte público, sin tener en cuenta que al día siguiente los damnificados no son las entidades oficiales sino la ciudadanía, la gente del común, me hacen pensar en que la maldad se justifica en la maldad, no hace falta tener razones para cometer un acto que afecta a los demás, actuar de forma errada solo por egoísmo, no hay una consciencia colectiva cuando el objetivo final solo es dañar al otro.

¿Cuál es la necesidad de ultrajar a los demás, de pisotear el esfuerzo ajeno para salir adelante? Estamos mal como sociedad si la única manera que conocemos para destacarnos o cumplir nuestras metas es dañando a nuestros vecinos.

Quizá la solución sería dar clases de ética en los colegios, de convivencia ciudadana, buscar una forma en la que las conciencias de las personas estuvieran alineadas con la sociedad, ¿por qué otros países pueden y nosotros no podemos?

Dejo muchas preguntas sin responder, pero todo se cobija bajo el mismo sentimiento de tener las manos atadas, como si los malos fueran más y los buenos una minoría asustada que se protege detrás de las puertas cerradas con llave, ¿cómo cambiar a una sociedad corrupta?, ¿cómo educar para que lo bueno y lo malo no se confundan en límites grises?

No podemos seguir #JustificandoLaMaldad

https://occidente.co/, Cali, 27 de enero de 2022.

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