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Juan David Escobar Valencia                                  

No insinúo que todas las empresas chinas sean corruptas, porque hay muchas buenas, pero la seguridad previa es mejor que contratar abogados para atender demandas.

Desde hace más de 15 años señalé que el modelo chino, que sacó millones de la pobreza más rápidamente que cualquier otro en la historia, incubaba problemas estructurales que se manifestarían y pondrían en peligro su confiabilidad y estabilidad.

Una de esas fallas estructurales fue que el modelo necesitaba priorizar la generación de empleo, a costa del margen de ganancia. Mao Tse-Tung, seguidor de modelo comunista, como ahora sucede en Colombia, que siempre cumple la promesa de la igualdad, le dejó a su sucesor mil millones de chinos “igualmente pobres”, lo que ponía en peligro la permanencia del Partido Comunista Chino (PCCh), a pesar de la cultura milenaria de obediencia del confucianismo. Para evitar el colapso del PCCh, este convirtió a China en una fábrica con “facilidades” legales, laborales y ambientales que ningún país decente aceptaría tener hoy.

Pero sacrificar el margen de ganancia para generar empleo, que a veces es la opción temporal a una crisis, tiene un riesgo tan grande como China; que cuando cambie uno o varios factores productivos, o disminuya la demanda, el pequeño margen, si existe, desaparece, y mucha parte de su aparato productivo solo sobrevivirá, como sucede en China, con plata del Estado, quien financia empresas zombis que en condiciones normales estarían cerradas.

Desde antes de la pandemia el modelo empezó a fisurarse y ahora hay una cantidad enorme de empresas que viven con respiración artificial estatal; y si no es suficiente, no falta el empresario indecente que sin escrúpulo alguno disminuye costos “como sea”.

Aunque también ocurrió en 2005, 2011 y 2015, en este caso se hizo público hace unas semanas que la empresa estatal china de cereales Sinograin, para “ahorrar costos”, usaba camiones cisterna de transporte de combustibles y productos químicos para movilizar su aceite de cocina y jarabe, sin una limpieza previa. Usar un camión para enviar un cargamento de aceite de cocina a un cliente, pero asumiendo el costo del regreso del camión vacío, provoca una disminución del margen de ganancia, si la hay; y es un ejemplo de lo que está pasando en un modelo que se acerca, todavía lenta pero consistentemente, a una crisis estructural.

Como he repetido varias veces en esta columna y en conferencias a empresarios, además de diversificar sus cadenas logísticas altamente dependientes de China, hagan revisiones técnicas periódicas de la calidad y propiedades de los insumos que importan de China. No insinúo que todas las empresas chinas sean corruptas, porque hay muchas buenas, pero la seguridad previa es mejor que contratar abogados para atender demandas.

¿Ya olvidaron el escándalo de 2008 cuando detectaron leche para bebés del grupo Sanlu con cantidades peligrosas del químico industrial melamina, que mató seis niños y afectó a unos 30 millones en todo el país y le costó a Pekín 275 millones de dólares en indemnizaciones?

Estas canalladas ocurren en muchos países, pero la involución del modelo chino promoverá que empresas irresponsables o desesperadas, como dijeron en la campaña Petro, corran las líneas éticas para “no perder”, o aprobar leyes.

21 de julio de 2024.

Publicado en Columnistas Regionales

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