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Juan David Escobar Valencia

Lo que realmente es imperdonable es que los votantes traicionados no castiguen ejemplar y definitivamente a los congresistas mercenarios.

Will Rogers, actor y humorista estadounidense que desplumaba sin piedad y por igual a demócratas y republicanos, describió muy bien el actuar de ciertos congresistas cuando dijo: “No me he alineado con ningún partido. Me mantengo a la espera de una oferta atractiva”.

Otra frase adjudicada equivocadamente al también brillante y corrosivo humorista estadounidense, Groucho Marx, que realmente apareció por primera vez en un periódico de Nueva Zelanda en 1873, describía igualmente a algunos congresistas: “Estos son mis principios, pero si no les gustan, tengo otros”.

Pero la peste de congresistas camaleónicos y sin principios reales no es exclusiva de los estadounidenses, porque la historia de los traidores seguro empezó antes de Caín y tampoco terminó en la época antediluviana. Para no retroceder mucho en el tiempo ni recordar al traidor de Santos, que no solo traicionó a quien lo llevó a la presidencia sino a todo el país, sembrando la desgracia que hoy cosecha su candidato actualmente en el Palacio de Nariño, hablemos de hechos recientes y cercanos.

La semana anterior, algunos mercenarios senadores del Partido Liberal, y de otros partidos como el Conservador, que lo único que “conservan” son puestos y burocracia, porque como es posible que un supuesto miembro del conservatismo sea aliado de un alucinado marxista resentido y ateo, votaron favorablemente en el Senado la nefasta reforma pensional, lo que prueba que para estos supuestos representantes del pueblo, lo que menos importa es lo que el pueblo necesita. No hablo de miembros del Partido de la U, porque como su nombre lo indica, ellos hacen la “u” y cambian de sentido sin vergüenza alguna.

Pero aunque estos camaleones no perdieron la vergüenza, porque uno no pierde lo que nunca tuvo, pretenden que sus miserables felonías no se vean tan mal en público, porque el hedor de la traición no se oculta ni con incienso bendecido por el Papa, y por ello 120 “honorables” congresistas radicaron hace unas semanas en el Congreso un proyecto de ley que modificaría el artículo 107 de la Constitución Política, proponiendo que: “Sin perjuicio de lo dispuesto por el artículo 134, dentro de los cuatro meses siguientes a la entrada en vigencia del presente Acto Legislativo, autorícese, por una sola vez, a los miembros de los cuerpos colegiados de elección popular, a renunciar al partido o movimiento político que los avaló sin renunciar a la curul a incurrir en doble militancia, para que posteriormente puedan inscribirse en un partido o movimiento político o en un grupo significativo de ciudadanos”.

Culpar a los políticos solo es válido en una dictadura, porque los ciudadanos no tienen culpa alguna de las actuaciones de los tiranos, pero en una democracia representativa, que como su nombre lo indica, los elegidos representan la condición moral y política de los electores, la responsabilidad recae completamente en los votantes.

Lo que realmente es imperdonable es que los votantes traicionados no castiguen ejemplar y definitivamente a los congresistas mercenarios. Necesitamos visibilizar a los traidores para que sean arrinconados políticamente al olvido, si la cárcel no puede ser su destino.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 29 de abril de 2024.

Publicado en Columnistas Regionales

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