Entre los años 2012-2023 le han sido transferidos al departamento de La Guajira aproximadamente 4 billones de pesos por concepto de regalías, pero la pregunta que nos asalta es: ¿Dónde está ese dinero? ¿En qué se ha invertido para mejorar la calidad de vida de los guajiros? La respuesta, lamentablemente, es desalentadora. Parece que La Guajira no ha sido una prioridad para los que han estado a cargo de administrar estos recursos, sino un botón para codiciosos depredadores que han dejado a la región en un estado deplorable: los que han sido elegidos para gobernar han gobernado es para robar.
La falta de una visión colectiva y de una planificación estratégica ha llevado al estancamiento de la región. La Guajira tiene el potencial para ser un faro de prosperidad para todo el país, pero en lugar de eso, se ha convertido en un espejo de desesperanza y corrupción. Las decisiones tomadas con criterio personalista han condenado a las comunidades locales a vivir con las consecuencias de una riqueza saqueada y mal administrada. La falta de inversión en educación ha limitado las oportunidades para los jóvenes, negándoles la posibilidad de un futuro mejor. Carreteras intransitables y servicios públicos precarios han aislado aún más a las comunidades y obstaculizando cualquier intento de progreso.
El panorama social no es menos desolador.
Las comunidades indígenas tienen en algunos lideres, lideresas y autoridades tradicionales a sus principales verdugos, a los que solo les interesa enriquecerse con los recursos que el gobierno les transfiere.
La pobreza extrema y la desigualdad han dejado cicatrices profundas en el tejido social de La Guajira. Los indicadores de salud y bienestar son alarmantes, y la falta de acceso a servicios básicos esenciales solo perpetúa la desigualdad y el sufrimiento. Es claro que La Guajira enfrenta desafíos significativos, pero estos problemas no son insuperables.
Para romper con el ciclo de infortunio y desidia, es imperativo que nuestros líderes dejen a un lado el interés propio y se comprometan genuinamente con el bienestar de todos. La ciudadanía debe exigir rendición de cuentas y transparencia en el manejo de los recursos públicos. Una visión compartida de desarrollo sostenible debe ser el faro que guía nuestras acciones. La promoción de la educación, el respeto por el medio ambiente y el impulso de una economía diversificada, basada en el aprovechamiento sostenible de nuestros recursos naturales, son pilares fundamentales para construir un futuro próspero y equitativo.
Es esencial que se promueva la participación ciudadana y la inclusión de todas las voces en la toma de decisiones. La Guajira es una tierra de múltiples culturas y tradiciones, y el reconocimiento y respeto a la diversidad son fundamentales para tejer una sociedad cohesionada y resiliente.
El tiempo de lamentos y denuncias ha pasado.
Ahora, más que nunca, es hora de actuar con determinación y responsabilidad. El próximo 29 de octubre, la ciudadanía de La Guajira tiene una oportunidad crucial para reflexionar y elegir a los mejores candidatos, a los más idóneos, que estén dispuestos a servir a la comunidad en lugar de enriquecerse ilícitamente. La Guajira y su gente merecen un liderazgo comprometido con el progreso y el bienestar de todos. Es hora de darle un nuevo rumbo a esta tierra bendecida por la naturaleza pero olvidada por el progreso.
Principio del formularioFinal del formulario Y como dijo el filósofo de La Junta: Se las dejo ahí...
@LColmenaresR