Sea lo primero decirle que no me voy a dirigir al excelente médico y egregio profesional que ha sido Usted durante toda su vida; ni a la persona honorable y llena de virtudes que ha merecido la admiración de manizaleños y caldenses; ni al hombre cuya bonhomía lo caracteriza y la ha sabido traducir en votos efectivos.
No, doctor Henry, no me voy a dirigir a ese hombre, sino al político, al concejal que renunció a sus quehaceres para aspirar a regir los destinos del departamento; al diputado y edil que conozco desde las ejecutorias, acciones y omisiones.
Como Usted bien sabe, quienes ponen su nombre ante el pueblo para aspirar a algunas de sus corporaciones o cargos, se someten al escrutinio de los electores, y somos nosotros entonces los encargados de juzgarlos y sopesarlos democráticamente. Por eso tengo la autoridad para opinar sobre su vida pública y sobre su aspiración a la gobernación.
No encuentro en los registros de la Asamblea de Caldas proyectos, debates de control político o intervenciones que lo destaquen como el diputado que, por sus ejecutorias, lo hagan merecedor a saltar a la gobernación. También hay que decirlo, no se encuentran registros de antecedentes judiciales que lo vinculen con procesos de ningún tipo, sin que esto signifique que quien los tenga sea merecedor del vituperio o la condena por una investigación o un proceso. Porque solo los jueces están investidos para condenar, por lo que constitucionalmente debemos respetar la presunción de inocencia y no podemos mancillar el nombre o manchar el prestigio de personas que, en lo público, están siempre sometidas a investigaciones y procesos de todo tipo. Es más, doctor Henry: en Colombia podríamos decir que solo quien no hace en su paso por la administración pública, queda exento de alguna investigación o proceso. ¡Y ese que no hace, no merece aspirar a más!
Contrario a su labor como diputado, doctor, encuentro en los registros del concejo de Manizales una gran actividad suya. Y la encuentro como ponente de 18 proyectos de acuerdo relacionados con ajustes presupuestales; autorizaciones al alcalde para incrementar recursos disponibles; obras sin planeación ni estudios definitivos; proyectos absurdos que hoy se encuentran estancados, paralizados o siniestrados; y, en general, una labor prolija en favor de todo lo que presentó Carlos Mario Marín en su alcaldía y que hoy tiene a Manizales destruida no solo en lo físico, sino en su moralidad, civismo y entusiasmo. Encuentro, en resumen, un Henry contrario al que presentan sus adeptos y amigos; a un candidato que tiene como gran pasivo la autoría, complicidad y connivencia de los males que aquejan a Manizales, y el ser beneficiario de una mafia que todos reconocemos y repudiamos, con excepción de quienes se benefician y se enriquecen a nuestra costa.
Soy consciente de la vergüenza que significa ser el candidato de Gustavo Petro y Carlos Mario Marín, pues esa mácula pesa horriblemente. Pero no se puede aspirar a ser el beneficiario de los dineros de la mafia; de los votos condicionados y manipulados; de los contratistas coaccionados; de los funcionarios constreñidos y humillados; y de las maquinarias oscuras, sin asumir también las consecuencias de inmiscuirse en ese mundo pestilente, sucio, oscuro y delictivo que lo cobija en su campaña. Un mundo que sigue gozando de impunidad total, mientras se regodea ostentosamente ante los electores. Su responsabilidad es inmensa, doctor Henry, y ya que decidió aliarse con nuestros destructores, el pueblo tiene que pasar la cuenta de cobro en el lugar que le corresponde: las urnas.
Por último, doctor Henry: su campaña está basada en abrazos y caricias que aparentemente salen de su alma y logran cautivar a la pobre gente carente de todo. Pero no se nos puede olvidar que el hombre acaricia el caballo solo para poderlo montar; y que de nada le sirve a la gente que la abracen mientras la conducen al cadalso. Y Petro, con su complicidad, nos está conduciendo hacia allá. ¡Ni un voto por Petro ni por quienes lo representan!
Cordialmente,
JORGE ENRIQUE PAVA QUICENO