Dice que se deben “invertir los recursos comprometidos” como si, a pesar de las pretensiones de desviarlos hacia sus caprichos frustrados, fuera una novedad que el destino de esos recursos es inmodificable. Dice, además, que exige transparencia, algo que suena ilógico viniendo del alcalde más corrupto que ha pisado el suelo manizaleño, y sobre quien pesa una carga de desconfianza general provocada por su desfachatez económica, acolitada desde el concejo y los propios órganos de control y de justicia, de quienes pide acompañamiento y vigilancia, cuando son esos órganos los que han dejado en total impunidad sus actuaciones aviesas.
Exige una pista larga de inmediato, en una posición tal vez concertada con su “nuevo mejor amigo”, el diputado Camilo Gaviria, quien no se ha detenido a mirar que las cosas tienen sus inicios, su desarrollo y su lógica económica para que puedan ser exitosas.
Exige que las discusiones del proyecto sean “sacadas de los cocteles a puerta cerrada” y que se escuche a la comunidad, además de que Manizales tenga asiento en el comité fiduciario, y pide no desinformar a la comunidad sobre la realidad del proyecto.
Y me pregunto entonces: ¿a quién le exige esas cosas? ¿A Aerocafé? ¿Acaso no se ha dado cuenta de que él, como alcalde de Manizales, es miembro de la asamblea de aportantes del aeropuerto y miembro del Consejo Directivo de esa corporación y que, a su vez, Infimanizales también pertenece a esos dos organismos con voz y voto? ¿Acaso no sabe entonces que tiene, por derecho propio, asiento en los más importantes organismos administrativos de Aerocafé, con una representación activa del 40 %? ¡Sí! ¡Seguramente no se ha dado cuenta de esto, pues en los eternos 33 meses de su gobierno ha asistido solamente a un Consejo Directivo de Aerocafé (marzo 9 de 2020)! ¡Con razón su desinformación e ignorancia supina sobre el tema, y su atrevimiento a cuestionar el proyecto sometiéndolo a degradaciones públicas! ¿Quiere entonces asiento en el comité fiduciario para no ir tampoco y después vituperarlo?
No, Carlos Mario: sepa que cuando Usted cuestiona a Aerocafé, está cuestionando sus propias decisiones, pues en las actas consta la aprobación de la Alcaldía e Infimanizales de todos los actos, balances, presupuestos, informes, proyecciones, estados de cuentas, composición de nómina, decisiones administrativas y egresos superiores a $ 216 millones. Todas las decisiones, repito, tienen la aquiescencia expresa de la alcaldía de Manizales e Infimanizales, y no hay acta donde conste algún reparo o disidencia con respecto a lo propuesto, discutido y concertado. Es claro que para usted Aerocafé no tiene importancia (tanto así que no se digna a asistir a las reuniones), pero sí tiene voz para criticarlo, desinformarlo, debilitarlo y rodearlo de sombras ante la comunidad. ¡Esto es mezquino! Porque las sombras que tiende son mentirosas, con intereses politiqueros, demagógicos y orientadas a hacer proselitismo bajo y ruin, en lo que es usted un experto.
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Los cambios repentinos, drásticos, injustificados e incoherentes que suele presentar el alcalde Carlos Mario Marín, evocan a la Chimoltrufia, a quien Wikipedia define como: “…mujer de origen humilde, aunque a veces su personalidad puede resultar grosera, a veces ingenua y de una falta de conocimientos casi absoluta; precisamente su ignorancia es su característica al llegar al punto de ´presumir´ lo cual la hace caer en ridiculeces, aunque frecuentemente se molesta con facilidad…”. ¡Sí! Lastimosamente Manizales tiene su propio Chimoltrufio, y cada día resalta más por su mediocridad, ineptitud e indecencia administrativa. "Ya sabes que yo como digo una cosa digo otra… ¿tengo o no tengo razón?". ¡No nos hagamos tarugos, alcalde!
Y a Camilo Gaviria le caería bien leerse las actas de Aerocafé antes de salir a desinformar visceralmente. Ahí encontrará la verdad, y que todo ha sido avalado, entre otros, por los representantes de su nuevo mejor amigo: el alcalde Verde. Camilo: con un Chimoltrufio es suficiente, ¿no cree?