¿Ese era el cambio que pregonaban? ¿Ese era el cambio que decían instaurar para reemplazar los poderes tradicionales? ¿Ese era el cambio que quería una juventud impulsiva que creyó en ese personaje verde histriónico, dramático, gimoteante, lloroso, belicoso, berrinchudo y bufonesco? Pues ahí lo tienen, señores. Ahí tienen el cambio y sus consecuencias. Ahí tienen el producto de votar pasionalmente y contagiados por los odios del candidato antes que, por la razón, la coherencia y la sensatez del elector.
Porque, ¿quién, con mediana inteligencia, puede decir que estamos mejor hoy, que hace dos años? ¿Qué pasó con el orden, el desarrollo, el crecimiento, el progreso, el civismo, el espíritu emprendedor y la enjundia de los manizaleños? ¿Nos habremos dejado contagiar del virus mortal de la resignación y la pérdida de la esperanza? Tal parece que hoy solo nos queda llorar en silencio y esperar a que pase la otra mitad de este desgobierno para empezar a reconstruir la ciudad sobre las ruinas que nos dejen. Y tal parece también que, si nos descuidamos y seguimos en silencio, esa reconstrucción tardará lustros porque el caos será total, y solo vendrá de la mano de la experiencia, la honestidad, el conocimiento y las buenas maneras, virtudes totalmente alejadas de lo que hoy tenemos en la administración.
Pero bueno… hoy es la navidad del segundo año de la peste verde. Y, por encima de todo, hay que recibirla con entusiasmo a pesar de que nos volvieron a estafar con el alumbrado navideño, y están en vilo grandes eventos deportivos. Recibirla con el espíritu Divino que nos de paciencia y nos prepare para el pago de escandalosos incrementos del impuesto predial, que entrarán a engrosar las arcas de la mafia que se apoderó de Manizales.
Y, además, porque empieza un año electoral, en el cual podremos demostrar que, en las urnas, ese pueblo burlado por gobernantes como el nuestro, tiene la oportunidad de desquitarse e imponerse. Porque allí, en las urnas, los matoneos de Espejo no valen; los amedrentamientos del alcalde no sirven; los atropellos y amenazas de la administración pierden poder; los temores inculcados por la mafia Marín pierden su efecto. Y porque el descaro que hoy comete el alcalde al delegar en su primo -el candidato- la entrega de regalos navideños que salen de los bolsillos de los ciudadanos, está colmando la paciencia de los electores y generando la repulsión obvia que ocasiona el irrespeto total, y será entonces en las urnas donde quede sentada nuestra protesta.
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A raíz de mis fundados comentarios sobre el caos que se vive en Manizales y de mis denuncias constantes de atropellos, actos de corrupción, desafueros, ilegalidades, irregularidades y desgreño administrativo en la ciudad, es increíble el apoyo que manifiestan cada vez más los lectores que se sienten defraudados, incómodos, molestos e impotentes ante tanta desvergüenza. Y, lo curioso, es que esas manifestaciones provienen desde los mismos funcionarios municipales (y hasta del mismo gabinete), quienes se encuentran a diario con situaciones anómalas que ratifican lo aquí denunciado.
Todo indica que esta mal llamada obsesión por denunciar las iniquidades que vivimos está fructificando. Sigo confiando en que la constancia en las denuncias, a pesar de la inactividad de los órganos de control y de justicia, de alguna manera sirvan para controlar un poco los desastres, la corrupción y el desafuero de la peor administración de nuestra historia. Seguiremos en la lucha.
¡Feliz navidad!