Y es que la acusación de la justicia americana por ser el testaferro de Nicolás Maduro, el hombre que lavaba su dinero, es un hecho sin precedentes, ya que utilizaron el programa CLAP, principalmente, para distribuir alimentos en la población del hermano país.
La primera consecuencia del traslado de Saab fue la cancelación de los diálogos entre el gobierno y la oposición en México, argumentada en un “secuestro” a cargo de Estados Unidos y con complacencia de Colombia. Mientras que varios referentes de la oposición venezolana manifestaron su profunda complacencia con su extradición al ser el líder de una red de crimen transnacional.
En el inmenso mar de preocupaciones que hoy invade a Maduro, a la izquierda colombiana y a decenas de políticos, contratistas y personajes de América Latina y el Caribe, está que Saab “prenda el ventilador” ante la justicia norteamericana, se convierta en su testigo estrella y se los llevé por delante a todos con sus poderosos secretos que han envuelto de dolor y hambre al pueblo venezolano durante la autocracia socialista que los agobia.
Maduro, no duerme bien desde hace un muy buen tiempo porque tiene dos problemas muy graves, el primero, la investigación en curso de la CPI de La Haya por crímenes de lesa humanidad en contra de su pueblo y de la oposición. Y el segundo, el derrumbamiento de los “jerarcas chavistas” porque con el testimonio de Saab y sus pruebas, toda esta estela de corrupción social-comunista, llegará a su final y con ella el encarcelamiento de gran parte de esa estructura criminal dedicada por años al lavado de activos, traslado de toneladas de oro a Bancos del exterior, el despilfarro de la petrolera PDVSA, y el bloqueo de varias cuentas con miles de millones de dólares a las que solo tiene acceso el señor Saab.
Este pasaje transatlántico tardó casi año y medio porque las presiones a la justicia de Cabo Verde no provinieron solamente de Venezuela, también de Rusia que no ve con buenos ojos que el criminal de marras esté en suelo americano y pueda manchar el nombre del poderoso Vladimir Putin. No en vano, la familia Saab vive allá, lo que le permite a Putin tener un seguro ante una eventual confesión de Saab en contra suya. Dicen desde el gélido país que lo mejor para el nacido en Colombia y enriquecido en Venezuela es mantener su boca cerrada.
En Colombia, el panorama es desalentador para la izquierda radical que ya se cree en la presidencia. El senador Petro puede verse salpicado sí Saab confirma que en la campaña presidencial del 2018 le llegaron importantes recursos para una posible financiación irregular a su campaña, de cara a la primera vuelta. Y es que esta denuncia nace en Venezuela con la declaración del número dos del chavismo, Diosdado Cabello, quien afirmó que “Petro fue a Venezuela a pedir ayuda con su campaña”.
Allí claramente hay fuego amigo en nombre de la revolución Chavista, pero como ya está la justicia norteamericana de por medio, las autoridades colombianas, tan sumisas y débiles con el señor Petro, poco o nada podrán hacer para salvarle el pescuezo de una probable vinculación con financiación de su campaña con dineros de empresas del entramado delincuencial Maduro-Saab.
El triunfalista exguerrillero tan acostumbrado a tratar de narcotraficantes, fascistas y capitalistas salvajes a todos aquellos (diez millones y medio de colombianos), que no comparten sus dogmas comunistas y de defensa de bandidos, en vez de atacar a Colombia, generando odios y lucha de clases, debería enfocar mejor sus fuerzas en explicar los vínculos de los ingresos de su campaña y de los negocios de su concuñado con el testaferro, hoy extraditado y listo a comparecer ante la justicia gringa, antes que el pilluelo “suelte la sopa”, como dicen los mexicanos.
En la misma proporción, el susto invade a otros políticos, contratistas y figuras colombianas y de la región que tras bambalinas hacían negocios con el próspero contratista Barranquillero o que fueron financiados para tal o cual actividad. Y no es para menos, los ocho cargos propuestos por el Departamento de Justicia hablan de lavado de activos por más de 350 millones de dólares saqueados por la barbarie chavista. Cualquier cosita que llegase a manos de revolucionarios en Colombia jamás hubiese sido rechazada, así fuera para financiar una campaña presidencial.
El pulso, finalmente, lo ganó Estados Unidos, pese al grito en el cielo de las revoluciones latinoamericanas empeñadas en defender y amparar delincuentes.
Qué equivocados están aquellos que piensan que el régimen déspota de Maduro abogó por Saab. No. El desesperado dictador abogó por su silencio, y si lo tuviera enfrente de nuevo, de seguro lo desaparecería, como acostumbra hacer con sus presos políticos. Siempre le importó que no se abriera la caja de pandora de sus crímenes y hurto de las riquezas de su pueblo.
Utilizar la diplomacia hasta el último suspiro para evitar su extradición, es jugar con la patria. Eso de nombrarlo diplomático, contratar a un poderoso bufete de abogados de ideología comunista, declararlo héroe de la “revolución asesina”, y miembro de su delegación en México, son señales de miedo y desespero para que no cante en Miami.
La moraleja es que ¡un día eres multimillonario gracias al hambre de todo un pueblo, pero en otro, estás vestido de naranja, sólo y muy triste!