Columnistas Nacionales
Luis Guillermo Vélez Álvarez*
Varios amigos me llamaron a preguntar mi opinión sobre el artículo en el que Salomón Kalmanovitz apoyaba la posición de Gustavo Petro sobre las pensiones. Esto me sorprendió porque la última columna del afamado economista, publicada en El Espectador el lunes 14 de marzo, es una crítica durísima a las principales propuestas del demagogo, que no vacila en calificar de descabelladas.
Jesús Vallejo Mejía
Por una muy honrosa invitación del Instituto de Humanismo Cristiano de la Universidad Pontificia Bolivariana, hube de disertar en la Cátedra Caritas in Veritate el pasado 12 de abril sobre el tema del título de este escrito.
José Félix Lafaurie
Mientras escribo, el Pacto Histórico revienta las redes con la proclama de ¡Fraude! lanzada por Petro, sosteniendo haber recuperado 500.000 votos que les iban a robar, mientras otros sectores también acusan desaparición de votos y se encienden alarmas, en medio de un juego peligroso para la democracia.
Eduardo Mackenzie
El CD sigue jugando raro y puede convertirse --si no promueve rápidamente una línea diferente, clara y audaz--, en un factor de división contra el campo democrático, que está encarnado, en estos momentos, gracias a los resultados de la consulta interpartidista del domingo, en Federico Gutiérrez. Toda duda o interferencia respecto de eso terminará inevitablemente por ayudar al candidato del castro-chavismo Gustavo Petro.
Armando Barona Mesa
De mi paso por la política me acompaña una convicción: la política siempre es enredada y confusa. Solamente un día está clara y ese es el día de las elecciones. Pero a partir de ese momento vuelve a enredarse. Eso acaba de ocurrir el domingo pasado.
Ariel Peña
Muchos ciudadanos despistados consideran que el electorado del Pacto Histórico, es el resultado únicamente del inconformismo o la frustración, en donde la gente sale a votar espontáneamente por Gustavo Petro. Olvidando de plano el trabajo ideológico que por más de 60 años han hecho en Colombia las fuerzas comunistas, especialmente en la educación, el sindicalismo, la justicia y en diferentes organizaciones populares, teniendo los resultados a la vista. Ello por la desidia de la democracia liberal que no le ha puesto cara a la dogmática totalitaria del marxismo-leninismo; de pronto por un complejo de inferioridad ideológico ante los fetiches comunistas del materialismo histórico y la inevitabilidad. De ahí que Petro ha cosechado una clientela muy bien adoctrinada, ruidosa e hirsuta que no admite el debate fecundo de las ideas, cuando alguien se lo plantea.