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Eduardo Mackenzie   

El CD sigue jugando raro y puede convertirse --si no promueve rápidamente una línea diferente, clara y audaz--, en un factor de división contra el campo democrático, que está encarnado, en estos momentos, gracias a los resultados de la consulta interpartidista del domingo, en Federico Gutiérrez. Toda duda o interferencia respecto de eso terminará inevitablemente por ayudar al candidato del castro-chavismo Gustavo Petro.

La dirección del CD parece empantanada por un problema secundario: la renuncia intempestiva de su candidato presidencial Oscar Iván Zuluaga. El ex ministro renunció de manera sensata ante el refuerzo de la candidatura presidencial de Federico Gutiérrez el domingo pasado. Esa renuncia, que da el ejemplo para una estrategia audaz de alianzas, es un hecho. El CD tiene que aceptarlo y trabajar dentro del nuevo contexto. Hay que pasar a otra cosa, y rápido.

Nadie podría apoyar la idea de proponerle a OIZ ser de nuevo el candidato del CD. Ni él mismo lo aceptaría. Inventar otro candidato también sería vano y, lo peor, sería un motivo adicional de rupturas.  

Le queda al CD estar a la altura del momento y es ser uno o el mejor motor de la candidatura de Federico Gutiérrez. La reconstrucción del CD pasa por eso, aunque eso no les guste a algunos. La decisión que tomó antier la dirección del CD de darle la tarea a una comisión de sentarse a dialogar o negociar con los otros candidatos, antes de pronunciarse sobre Fico, es inadecuada. Es una forma adicional de alejarse de la vida real de la política, de perder tiempo y terreno y de alimentar, injustamente, dudas y desconfianza sobre Federico Gutiérrez.

¿Qué problema tiene la dirección del CD con Federico Gutiérrez? ¿Por qué no respalda ya su candidatura? ¿Por qué vacila? ¿No ha visto esa dirección que las bases del CD ya están con Fico? Miles de voces en ese sentido circulan en las redes sociales. Artículos favorables a Gutiérrez aparecen en los portales del CD y de otros movimientos. En su debate de casi tres horas, del martes, organizado por la revista Semana y el diario El Tiempo, con Gustavo Petro e Ingrid Betancourt, Federico Gutiérrez defendió muy bien unas tesis acertadas que ningún uribista podría reprobar y fue el mejor contendor de Petro.

¿Hay que sentarse a dialogar con Íngrid Betancourt? Eso sería un nuevo error.  ¿Qué van a discutir con una candidata que ve al mismo Federico Gutiérrez como una emanación de “las maquinarias” [oligárquicas] y de la extrema derecha y del uribismo?  Hace mal el CD en llenarse de ilusiones sobre Ingrid. Ella nunca reconocerá al ex presidente Uribe como el artífice de su liberación. Nunca lo hizo y no lo hará. Ella es sectaria pues sus coordenadas ideológicas, de izquierdista y progresista, no le dan margen para adoptar una conducta responsable.

El hecho de que Betancourt critique ahora, en esta campaña, a Gustavo Petro no quiere decir que ella haya sido siempre anti petrista o que entrará un día a una coalición anti-Petro con partidos de centro derecha. Ingrid pone a Federico Gutiérrez al mismo nivel, pero en el lado opuesto, de la extrema izquierda de Petro.  Ella pretende que “el centro” es la única posición perfecta, que solo ella tiene la línea acertada y que es la única que no ha cometido errores en política. ¿Quién puede creer eso?

¿Los dirigentes del CD van a hacerle eco o a capitular ahora ante el sectarismo enfermizo de Ingrid Betancourt en lugar de invitarla a retirar su candidatura y sumarse al frente patriótico anti Petro?

Si la idea subyacente es buscar una opción diferente a Fico ¿qué va a negociar el CD con Alex Char, quien siempre se acomodó al santismo? ¿Rodolfo Hernández y Sergio Fajardo en qué pueden aventajar a Federico Gutiérrez y a su programa?

Obviamente, esas maniobras dilatorias serán inútiles. El CD debe insertarse, en las mejores condiciones posibles, al gran frente amplio patriótico que probablemente estructurará Federico Gutiérrez rápidamente. Estructurar ese frente requiere obviamente dialogar y hasta negociar con él y con los otros partidos que acepten el principio de la convergencia y de un frente patriótico, sobre una plataforma somera pero clara. Pero nada puede coincidir si el CD hace creer que hay otro candidato mejor.

Federico Gutiérrez querrá dialogar con el CD y con los otros partidos y facciones políticas que están determinadas a impedir el manotazo electoral de la minoría castro-chavista. La idea de fondo es que nadie se quede fuera de la coalición patriótica. Hay un ambiente político y psicológico para lograr esa convergencia. ¿Qué obstáculos mayores podrían invocar, por ejemplo, el Partido Conservador, el Movimiento de Salvación Nacional (Enrique Gómez Martínez);  el partido Colombia Justa Libres (John Milton Rodríguez); el partido cristiano Mira (Aydeé Lizarazo); el partido Cambio Radical (Vargas Lleras) y hasta el mismo partido Liberal que dirige el expresidente César Gaviria?

Ese frente patriótico amplio también deberá tener una política para llegar personalmente, y no solo virtualmente, con argumentos y propuestas, a sectores que dudan o no tienen una idea precisa sobre qué candidato apoyar. Estos son sectores que no votan por Petro y no quieren ver a Colombia caída en manos de ese individuo. Cientos de miles de ellos están entre los que votaron en blanco (1.063.670 en total) el domingo pasado y entre los abstencionistas (el 45,87% de los habilitados para votar). Hay que atraer a esa parte enorme del electorado. No se la dejemos a la demagogia y a la intoxicación petrista.

“¿Federico Gutiérrez es afín a nuestro pensamiento?”, se preguntan algunos. Si lanzamos tal pregunta de manera rigurosa ésta podría convertirse en un muro separador. ¿Qué es ser afín en política? ¿Tener ideas y objetivos equivalentes o alcanzar la identidad suprema de ideas? Nadie puede aspirar a lo segundo.

En la actual coyuntura electoral debemos distinguir el tipo de confrontación que viene. La dinámica de ésta no es entre un candidato y otro candidato, ni entre un partido contra otro partido, sino de un campo de fuerzas contra otro campo de fuerzas. En esos dos campos hay energías diferentes, con individualidades, experiencias y matices diferentes. Pero esos integrantes aceptan unas ideas principales que resumen los objetivos de esa alianza, o frente, o convergencia, o campo.

Las obvias diferencias internas no se deben convertir en divergencias, en obstáculos que impidan pactar una convergencia estable, o una acción unitaria, en el terreno parlamentario y extraparlamentario. Para derrotar la agenda y la candidatura y el bloque de ambiciones que quiere destruir a Colombia, el cual ya ha convencido a una parte del electorado que tal destrucción es lo mejor que puede ocurrir, como se puede ver en los votos obtenidos el domingo por el llamado Pacto Histórico, se requiere una inmensa coalición electoral y de lucha en todos los órdenes que sea capaz de desorganizar los planes del PH.

Publicado en Columnistas Nacionales

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