Columnistas Nacionales
Eduardo Mackenzie
Hablemos sin eufemismos. El gabinete ministerial que Gustavo Petro no ha acabado de nombrar, pero donde ya aparecen personajes como Iván Velásquez Gómez, el cuestionado ex magistrado de la CSJ expulsado de Guatemala, Álvaro Leyva Durán, agente de influencia del PCC e inventor de los diálogos del Caguán, y Giovani Yule, cabecilla de las violentas “mingas” indígenas que incendiaron el país en 2021, son una declaración de guerra contra la sociedad, el Estado, las Fuerzas Armadas y la Policía.
Luis Alberto Ordóñez*
El presidente electo Gustavo Petro ha tenido a bien designar a quien durante los próximos años responderá por la Seguridad y la Defensa Nacional; cargo difícil, complejo y cuyos resultados y gestión se miden en la preservación de la soberanía, el control del territorio, la percepción de seguridad y el logro de la paz, lo más anhelado por cualquier colombiano, pero aún más por los militares y policiales, quienes al fin y al cabo son los que arriesgan sus vidas para proteger a la Nación.
Juan David Escobar Valencia
En 1324, el papa Juan XXII, poco amigo de la diversidad, emitió la bula Docta Sanctorum Patrum, que intentaba perpetuar el tradicional tipo de canto litúrgico en el que todas las voces deben cantar una única melodía, a la misma altura y ritmo, monofonía en el lenguaje musical, prohibiendo la “indecente” polifonía que permite múltiples voces melódicas independientes que se entrelazan. Para este papa, o todos cantan lo mismo o nadie canta. La “dictadura vocal” era lo correcto, como aparece en su bula: “La gran cantidad de notas en sus composiciones nos oculta la melodía del canto llano”... “Estos músicos corren sin pausa. Embriagan el oído sin saciarlo; dramatizan el texto con gestos; y, en lugar de promover la devoción, la previenen creando una atmósfera sensual e indecente”.
Pedro Aja Castaño
“Muchas veces permitimos entrar en nuestro círculo más íntimo a los chismosos, a los envidiosos a gente autoritaria, a los psicópatas, a los orgullosos, a los mediocres, en fin, a gente tóxica, a personas equivocadas que permanentemente evalúan lo que decimos y lo que hacemos, o lo que no decimos y no hacemos.” Bernardo Stamateas, escritor.
José Alvear Sanín
La revolución en Colombia no empezó el pasado 19 de junio, ni comenzará el próximo 7 de agosto. Se ha venido incubando, desde hace por lo menos medio siglo, en las aulas universitarias; ensangrentó los campos a partir de 1959, y después de incontable violencia obtuvo, en 2016, el regalo de una supraconstitución que le permitió infiltrar todos los poderes públicos y gozar de un gobierno de transición hasta 2022.
Nicolás Pérez*
La relación diplomática, comercial y política con Estados Unidos debe estar por encima de cualquier diferencia ideológica y preservarse en el ámbito institucional. Ambos países se necesitan mutuamente y la designación de Luis Gilberto Murillo como Embajador en Washington es un acierto para que la Casa Blanca y el Palacio de Nariño trabajen coordinadamente en metas comunes.