Recuerdo que al presidente Valencia sus malquerientes le cobraban las referencias al programa de Anarkos, el célebre poema de su padre, el maestro Valencia, que ofrecía "una copa para todos llena".
El legado de nuestro profeta apocalíptico y líder intergaláctico será probablemente no sólo una copa vacía, sino tal vez una "copa rota", como la que menciona una canción que creo que todavía resuena en las cantinas.
¿Por dónde empezar? ¿Cuál debe ser el itinerario de las tareas a emprender?
El Código Civil presenta como modelo al buen padre de familia y éste sabe que lo primordial es sanear las finanzas públicas, pues tal como reza un conocido dogma de los hacendistas franceses, "gobernar es gastar".
Sufrimos la desgracia de un gobierno manirroto que hace malas cuentas de los ingresos y gasta sin ton ni son. Al próximo gobierno le corresponderá ser realista en el cálculo de los ingresos y prudente en los egresos.
Es cierto que las demandas de la población son descomunales, pero al electorado habrá que convencerlo de que será menester identificar prioridades en el gasto y tener paciencia para lo demás. Todos tendremos que apretarnos los cinturones, pues no podemos esperar que, como dice un pasaje del Antiguo Testamento, correrán entre nosotros "ríos de leche y miel" (Éxodo 3:8).
Encuestas recientes señalan que las comunidades claman hoy por la seguridad y se inquietan por la creciente presencia de grupos armados criminales en todo lo largo y ancho del país. Es prioritario, entonces, esmerarse en el restablecimiento del imperio de la ley, que es tan denostado por el exconvicto que funge como cabeza del ejecutivo, y su garantía por un eficiente aparato judicial y una fuerza pública bien dotada y robustecida. No sobra traer a colación otro dogma, esta vez de la institucionalidad británica, según el cual "toda la armada de Su Majestad está al servicio de los jueces". El presidente López Michelsen insistía en la necesidad de realzar el "binomio Corte Suprema-Fuerzas Armadas", que es uno de los pilares de la institucionalidad norteamericana.
La descocada política dizque de ¨paz total" que promueve el desgobierno actual ignora el papel que cumple dicho binomio en la preservación del orden público, que es presupuesto sine qua non de un orden justo. Como carece de toda formación jurídica, desconoce lo que decía Pascal, esto es, que "la fuerza sin el derecho es la arbitrariedad, pero el derecho sin la fuerza es la irrisión". Dedicarse a complacer a los perturbadores del orden público significa, simple y llanamente, desquiciar los fundamentos mismos de la organización estatal. Los pacificadores que a lo largo de años han impuesto sus criterios en nuestra vida pública han pavimentado el camino de nuevos grupos criminales que demandan los privilegios y bastante más de lo que se ha otorgado a otros. Cada fementido acuerdo de paz abre el espacio de nuevos frentes de subversión.
Pero al lado de la restauración del Estado de Derecho resulta imprescindible racionalizar su aspecto Social. Los comunistas que controlan hoy el gobierno creen que la función socioeconómica del Estado sólo se puede cumplir hipertrofiándolo a expensas de las libertades individuales, cuando lo que la experiencia demuestra es la necesidad de armonizar lo público con lo privado, tal como lo proclama el principio de subsidiariedad que es piedra fundamental de la Doctrina Social Católica: "Debe haber tanta libertad cuánta sea posible y tanta intervención estatal cuánta sea necesaria"
La Constitución es sabia cuando destaca las funciones sociales de la propiedad y la de la empresa, No las desconoce, sino que aspira a orientarlas en pro del bien común. Restablecer la armonía que esos comunistas han alterado debe ser tarea prioritaria de quienes lleguen al gobierno el 7 de agosto de 2026, Dios mediante.
Cuando Churchill asumió el cargo de Primer Ministro en Inglaterra en 1940 dijo que sólo podía ofrecerle al pueblo "sangre, sudor y lágrimas". Los que lleguen el año entrante sólo podrán ofrecer sacrificios enderezados, como digo, a poner orden en la casa. Orden que ha de pensarse en beneficio de todos, especialmente los más desvalidos.
La prensa menciona que hay varias decenas de aspirantes a ocupar la presidencia en el año entrante. A todos ellos hay que recordarles que el presidente Valencia consideraba que ese cargo es un "potro de tormentos" o, como acaba de quejarse el que hoy indignamente lo ocupa, una fuente de infelicidad.