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Juan David Escobar Valencia                                                                             

Cuánto quisiera creer que al mentiroso autovictimizado que amenaza con el acecho de un lobo inexistente, lo cambien de pastor y nos dediquemos a reparar los daños que el inepto mentiroso ocasionó, muchos y graves para el futuro del país y de sus hijos.

La fábula de Esopo describe a un irresponsable quien había quedado a cargo de un rebaño, espero que sin haber falsificado nada para ser elegido en el puesto, y atemorizaba sistemáticamente al pueblo con la llegada de un lobo. Yo siempre he dicho que muchos cuentos infantiles son realmente historias macabras que podrían ser guiones para películas no aptas para ningún público.

De los pocos consensos sobre la definición de terrorismo, es que suele ser la herramienta del inepto, cobarde y sin virtudes para combatir a otros completamente distintos a él, promoviendo y sembrando terror. Es la elección usual del inútil infradotado pues la relación costo/beneficio de aterrorizar a otros es buenísima, ya que la amenaza puede ser simplemente una mentira que no necesariamente deba respaldarse con hechos o recursos, usualmente costosos. Por eso el terrorista no deja de serlo nunca, así llegue, por ingenuidad o complicidad de los ciudadanos que confunden la paz con el apaciguamiento, a los más altos cargos.

Como ha prosperado amenazando y torturando a otros, continúa haciéndolo porque si llega a tener recursos, no los usa para hacer cosas útiles sino lo que su ego le dicta, incluso sin tener argumentos.

Al terrorista no le sirven los datos reales porque su pequeño cerebro se llena desde joven de consignas y falsas creencias que tienen que cumplirse por encima de la ley si es necesario. Y cuando la realidad le demuestra que es un inepto alucinado, entonces antes de hacer daño físico, recurre a la técnica del paranoide megalómano: declararse víctima de todo y de todos. Nada le sale bien, no por culpa de su ineptitud y sus errores sino porque es atacado por todo el universo que conspira en su contra. Incluso sabe cuándo “lo van a matar”.

Le es imposible pensar que está equivocado hasta la médula. Solo que los demás son brutos o malvados y no quieren que un genio salvador del universo haga los cambios que él cree incuestionables. Es más fácil declararse víctima, porque entonces no tiene que someterse a verificación, a confrontar argumentos, porque si además de ser víctima, tiene que dar explicaciones, ello prueba que abusan de él sin compasión.

Pero como en semejante condición mental es imposible aceptar la derrota, la autovictimización es el paso previo a recurrir a la violencia que ejercerán los que por desespero y/o ignorancia creyeron en sus falsas promesas, ahora insatisfechas, y aceptan creer las nuevas mentiras de quien los defraudó y les dice que su incumplimiento no es culpa de él sino de los malvados ricos, oligarcas, empresarios y del “establecimiento” que necesita que ellos sigan siendo pobres y desdichados, y por lo tanto tendrán que usar la fuerza bruta porque su salvador ahora es el más victimizado.

Cuánto quisiera creer que al mentiroso autovictimizado que amenaza con el acecho de un lobo inexistente, lo cambien de pastor y nos dediquemos a reparar los daños que el inepto mentiroso ocasionó, muchos y graves para el futuro del país y de sus hijos.

23 de septiembre de 2024

Publicado en Columnistas Nacionales

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