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Álvaro Uribe Vélez*                                                           

Ciudad Bolívar, Antioquia, entrega de Don Simón, La Vaca Solidaria

Nos reunimos en esta villa amable, solidaria y afectuosa, para reflexionar sobre el civismo y la solidaridad que tantos logros colectivos han alcanzado para nuestro pueblo.

Tal vez las montañas y el aislamiento generaron un torrente cívico que no debe haberse agotado.

El aislamiento fue notorio, de su realidad da cuenta que aquí vinieron a esconderse muchos de los judíos sefardíes que tuvieron que salir de España dentro del plazo de expulsión fijado por los reyes a quienes no se bautizaran en la Religión Católica. En Antioquia se escondió don Mariano Ospina Rodríguez después del atentado contra el Libertador, del 25 de septiembre de 1828. Este aislamiento fundió en un solo ser colectivo a personas de diferentes orígenes, religiones y oficios. En este Suroeste hemos vivido sin fronteras negros, indios, blancos, mulatos, mestizos.

Por Antioquia no pasó el Libertador, que en sus más de 120 mil kilómetros recorridos de a caballo, estuvo en el Caribe, la sabana Cundiboyacense, la Llanura Oriental, el Tolima Grande, Cali y su Valle, el Cauca, Nariño.

Pero el aislamiento, que contribuyó a forjar la solidaridad -no había fórmula distinta que ayudarnos entre nosotros- nunca detuvo la voluntad de los nuestros de integrarse a las causas de la Patria Mayor.

En la Independencia tantos cercanos al Libertador,  Atanasio  Girardot; Córdova, con Sucre padres de Bolivia; Francisco Antonio Zea, Presidente del Congreso de Angostura y redactor del Correo del Orinoco; José Félix de Restrepo, historiador,  profesor del Sabio Caldas, de don Camilo Torres y de otros de los mártires, precursor muy reconocido de la libertad de los esclavos; José Manuel Restrepo, Gobernador de la Provincia, primer Secretario del Libertador y también durante el gobierno del General Santander.

A esta montaña aislada acudieron los constituyentes de 1863 a producir la Constitución libertaria y federal.

La solidaridad antioqueña ha sido motor de las causas de la comarca y contribuyente muy importante de las causas de la Patria Mayor.

Los habitantes de esta tierra recaudaron contribuciones para apoyar a los reyes de España a enfrentar la invasión napoleónica. El empuje de la solidaridad y del civismo construyeron grandes obras como la carretera al Mar, el Puente de Occidente, el Ferrocarril con su Túnel de la Quiebra. Este pueblo con sus centrales hidroeléctricas hizo su mayor contribución al desarrollo energético de Colombia. Aquí nacieron las Cajas de Compensación Familiar, conjunción de trabajadores y empleadores, expresión de economía fraterna. De las tres universidades del Presidente Núñez aquí prosperó la Escuela de Minas. Con el Gobernador Berrío se pusieron en marcha los talleres de artes y oficios y la educación técnica. Hasta bien avanzado el siglo anterior, hasta cuando empezaron a imponerse las tendencias estatistas, la educación y la salud fueron jalonadas por la solidaridad, por las comunidades religiosas y laicas. Fernando Botero y Débora Arango, la pintora de los derechos de la mujer, son valores de la Nación entera.

Antioquia no ha sido conchuda con la Nación, que solamente ha otorgado avales financieros y nunca aportes presupuestales a las obras de Empresas Públicas. El Metro de Medellín tuvo  un presupuesto  del 40% de  la  Nación cuando una ley posterior lo fijó en un 70% para otros sistemas en diferentes partes del país. Los derrames de valorización han sido muchos.

De mí tengo que decirles que procuré servir a toda Colombia, con superior afecto por cada región de la Patria.

Cuando reclamamos apoyos para grandes obras de Antioquia es porque el país las necesita y porque somos y hemos sido solidarios con expectativas de otras regiones colombianas.

Nos preocupa toda la Patria. Para citar algunas obras nos afana la variante San Francisco-Mocoa, fundamental para la comunicación Pasto-Bogotá; El Caribe; ansiamos ver con excelentes especificaciones la variante el Estanquillo al sur de Popayán; nos angustia que siga aplazada la variante Mulaló­Loboguerrero para la comunicación de Cali con Buenaventura; nos disgusta que Bogotá todavía  no  tenga  metro;  nos  duelen  los  obstáculos  en  la comunicación de los Llanos con la Colombia Andina, de los Santanderes con el Caribe; seguimos soñando con la comunicación, vial y ferroviaria, entre Panamá y Venezuela, a través de nuestro próspero Caribe. Necesitamos el ferrocarril que por el Chocó atraviese el Baudó, cuide el medio ambiente y se constituya en alternativa y complemento al Canal de Panamá. Mientras Antioquia, con su esfuerzo, privado y público, construye Puerto Antioquia, al país se le ha privado de alternativas portuarias en el Pacífico, que se complementen con un mejoramiento continuo de Buenaventura. El ferrocarril elevado, el pago de regalías portuarias a las comunidades ancestrales para cuidar la selva, son elementos para que no quede eternamente sepultado el Pacífico.

Las buenas vías y los túneles contribuyen a la competitividad, al ahorro en tiempo, combustible y a la protección del ambiente. No podemos aceptar la exclusión entre lo que llamamos autopistas y las vías terciarias, ambas se ayudan mutuamente.

La solidaridad que gesta progreso es superior a la ideología que lo detiene.

Creemos en una Colombia de equilibrio regional, sin ventajas ni discriminaciones. La descentralización necesita más transferencias del Gobierno Nacional, que gasta en exceso, a los departamentos, con notoria insuficiencia de recursos y la mayoría con escasez crítica. Requerimos menos impuestos, más confianza a la inversión privada y más transferencia de la Nación a los departamentos, que sin recursos no pueden cumplir su tarea de niveles intermedios de Gobierno. Las entidades territoriales tienen facuItades para casi todo, obras públicas, educación, cultura, salud, con excepciones como la Fuerza Pública, la justicia, el manejo macroeconómico, las relaciones internacionales. Los departamentos necesitan recursos, por eso aquí, en 1996 y 1997, emprendimos el esfuerzo de Hidroituango, para no depender del cigarrillo y de los licores.

La Vaca por Antioquia no puede ser una proposición para descargar más obligaciones en unas pocas empresas, hoy bastante afectadas por los excesivos impuestos, las amenazas y la debilidad de la economía. Debe ser un llamado a los 6 millones 800 mil ciudadanos que residimos en esta tierra, para que quienes puedan se vinculen a la tarea. Debe ser una gira alegre y prolongada por cada rincón de Antioquia para conectar de nuevo la energía del civismo. Insistamos, no es fácil, pero nada lo ha sido.

* Publicado en su cuenta de X (@AlvaroUribeVel) en agosto 17 de 2024.

Publicado en Columnistas Nacionales

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