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Alfonso Monsalve Solórzano

¿Por qué ahora quiere Petro, según Cristo (el malo), una asamblea constituyente dentro de los parámetros de nuestra Carta vigente, que, exigiría un acuerdo nacional que se concretaría en el mandato próximo además y exigiría un acuerdo nacional sobre nueve puntos: “el desarrollo económico y social de los territorios excluidos; la reforma agraria; la adaptación a la crisis climática; la reforma a la justicia; la reforma política; el pacto por una economía productiva; la Verdad judicial y el perdón social para una paz definitiva (infobae.com, consultado el 04.0’7.2024)?  

Esa es la pregunta que todos nos hacemos y que se responde de manera distinta, según quien opine. Los gobiernistas, por supuesto, están completamente de acuerdo. En las Cortes, y entre los independientes y la oposición, en cambio, hay puntos de vista encontrados.

La rechazan, entre otros, la Corte Constitucional, cuyo presidente José Frenando Reyes dice que la Carta no puede ser “una masa deforme, gelatinosa, banal y cambiable a placer” (infobae.com consultada el 04.07.2024); Iván Duque, quien asegura (Semana.com consultada el 05.06.2024) que es una maniobra para la reelección de Petro; Ávaro Uribe, quien sostiene que “Nos oponemos ¨ (…). La iniciativa quiere llevar al país a la incertidumbre constitucional y lo que necesita el país es “trabajar, producir, generar empleo de calidad, resolver problemas sociales y tener seguridad” (semana.com consultada el 06.07.2024); ySergio Fajardo (semana.com consultada el 03.07.2024) quien asevera que el proyecto contribuye al desorden y a la radicalización del país”.

Pero la apoya, el jefe de cambio Radical, Germán Vargas Lleras, siempre y cuando, dice, la convocatoria se haga en los términos de la Constitución de 1991. Adicionalmente, dice, tendría que ser YA para garantizar que la elección de los constituyentes sea libre, con voto universal. En este escenario, Petro no tendría las mayorías en la hipotética asamblea. Y de esa manera, se le evitaría a Colombia la agonía de los próximos dos años y se definiría “de una vez por todas, el rumbo que va a tomar el país” (…) En cambio, el día en que el presidente capture a la Corte Constitucional, que será en 2025, expedirá su decreto de convocatoria a su medida, con la seguridad de que la Corte lo avala” (…). “Me refiero al decreto de emergencia, que es a lo que hay que cerrarle el paso. Expedir ese decreto, convocado en la forma en la que lo prevé Petro, es igual a lo que hizo Maduro, no con un voto universal para que los colombianos decidan, sino dándoles cupos a los campesinos, a los sindicalistas y a determinados sectores. Fue lo que le permitió a Maduro lograr la elección de 367 constituyentes para reformar la Constitución y hacerla a su medida” (Semana, Ibid).

Analicemos la posición del exvicepresidente.

El país nacional no aguanta más la incapacidad y la traición a la Constitución que es la obsesión de Petro, quien quiere pasar por la puerta de atrás lo que ha sido incapaz de aprobar por la puerta de la institucionalidad. Con la Constitución que tenemos es posible, ya se ha demostrado, tener una política agraria que favorezca a los campesinos sin tierra; y habíamos avanzado en salud hasta que Petro destruyó el sistema; la reforma a la educación hubiese pasado si el presidente no se hubiese plegado a Fecode; y no ha sido capaz de consensuar una reforma pensional, no porque la Constitución no lo permita, sino porque Petro la impuso ilegalmente en un congreso arrodillado; tampoco ha podido impulsar una reforma a la justicia; se opone al fortalecimiento de las regiones que proponen gobernadores como Andrés Julián rendón, en Antioquia; y tiene una política de paz que premia a los criminales y les entrega regiones enteras al país, mientras el Comisionado lamenta la muerte en combate de un asesino de las disidencias de Iván Márquez y pide una investigación, guarda sepulcral silencio ante la muerte de seis soldados en un campo minado, que es algo prohibido por el DIH.

El proyecto petrista de Constitución esconde su afán por quedarse en el gobierno al estilo Chávez y Maduro, algo en lo que Vargas tiene razón, precisamente para imponernos esos modelos en momentos en que el madurismo y su hermano mayor el gobierno de Cuba están en una profunda crisis. El país no requiere una constitución petrista, ni ninguna otra, sino su salida del poder y el poder debe unirse en torno a ese propósito.

Además, porque el proyecto de convocatoria ya, como propone el vicepresidente, no funcionaría como el cree, porque si el proceso pasa por el congreso, probablemente habrá todo tipo de transacciones para que se apruebe como quiere el gobierno. Para ello contará con el ministro Cristo (el malo), de ADN samperista y santista, responsable del fast track del acuerdo con las Farc, experto en toda clase de triquiñuelas, quien hasta el momento en que fue nombrado ministro, se oponía a la constituyente. Petro y Cristo, Santos y Samper ya han hecho cuentas y piensan que podrán permear con mermelada al congreso y probablemente tengan razón, de acuerdo a lo visto con los escándalos de la UNGRAD y otros que están andando.

Si el triángulo Petro, Santos y Samper monta una aplanadora en el congreso apoyada, además, por Partido Liberal con un Gaviria en vilo, con el cual nunca se sabe; por algunos conservadores y algunos de Alianza Verde y con Cambio Radical jugado a favor, la constituyente estaría prácticamente asegurada. ¿Pero saldrá en los términos que piensa Vargas? No creo, sería petrista porque no sólo está esa alianza perversa en el congreso, sino que contará con la presión de las primeras líneas infiltradas en las ciudades y con la participación directa de los grupos armados ilegales, las guardias indígenas, cimarronas, etc. Ya todo eso debe estar conversado. El país, en especial Bogotá y las otras grandes capitales se convertirán en un mar de agitación promovido por estas minorías violentas protegidas por el gobierno.

 la Corte Constitucional tiene nueve miembros, por lo que con cuatro miembros el presidente Petro no tiene mayoría, como dice Vargas; más aún porque los otros serán nombrados por la CSJ y el Consejo de Estado, organismos que en este momento no controla el presidente. Pero, si este y sus amigotes se embarcan en esa iniciativa, es porque tienen previsto que, de alguna manera obtendrán la mayoría, ya sea porque coopten magistrados afines, ya sea que estén en el cargo o sean nuevos, porque las alianzas políticas que hay detrás de la elección de un magistrado entrarán a jugar su papel- o a punta de amedrantamiento, como ya hicieron con la CSJ a raíz del nombramiento de Fiscal.

Petro representa una minoría que gobierna sólo para ella y cada vez está más aislado. Hacerle el juego a esa fracción es darle un aire que no se merece. El país tendrá que unirse para rechazarlo y poner a Petro en su sitio. Ojalá el doctor Vargas reconsidere su posición. Porque cada vez tenemos menos tiempo.

Publicado en Columnistas Nacionales

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