Y es eso, lo que hoy tratamos de tapar, cambiar, alterar o desconocer con la narrativa de posverdad que hace parte de las nuevas realidades de la deconstrucción, que a su vez es la careta revolucionaria de los cobardes que le temen al cambio por la vía de la transformación y el conocimiento tecnológico, en un mundo tan real como digital.
Pero cuidado, que el cambio no es un asunto relativo. Los cambios reales siempre han sido tecnológicos y manifiestos en hechos incontrovertibles. No se puede pedir a Picasso cambiar un trazo, ni a Miguel Ángel los ojos de la Virgen de la Piedad para que oculte su tristeza. Igualmente, la posverdad no puede pretender que no son organizaciones terroristas Hamas, Isis, Hezbollah, ETA, IRA, ni narcoterroristas FARC-EP, ELN, Clan del Golfo, el cartel de los Soles, el de Sinaloa, etc.
Será que es justificable o que no son esas organizaciones terroristas las que matan civiles inocentes con bombas, instalan minas antipersonas, ni los que les arrebatan mediante secuestro los hijos a indefensas familias campesinas para violarlos física y mentalmente y convertirlos en sus esclavos militantes, ni los que estimulan la venta de droga en las escuelas para convertir a los jóvenes en adictos y por medio de ellos realizar el microtráfico.
La epistemología o el fondo del conocimiento no puede amarrarse o naturalizarse a algo por una creencia o un dogma ideológico, ni por incurrir en la falacia de la confrontación de hechos con supuestos.
La posverdad es uno de los elementos del nuevo caos como la deconstrucción del civismo, la legalidad, la justicia, el sentido común, el deber ser y el interés general, mediante la imposición legislativa de agendas minoritarias que por pura conveniencia electoral o en función de figuración individual, pretenden cambiar la realidad fáctica que pertenece a la gran mayoría.
Una cosa son los derechos humanos que todos debemos respetarlos como verdad incontestable y otra la utilización de estos como causa política con ideas preconcebidas.
No estoy de acuerdo con destruir para construir sobre ruinas. Eso viene causando millones de muertes desde la revolución francesa, pasando por el estalinismo, el nazismo y el fascismo que hoy resurge bajo la denominación de socialismo del siglo XXI en las Américas.
Los jóvenes no deben ser alejados de la realidad con verdades amañadas a ideologías o nuevos contextos. No podemos caer en el juego de desnaturalizar la epistemología a partir de las emociones políticas.
El adanismo es el vicio más marcado de personajes como Castro, Chávez, Petro y su libretista digital, y sus camaradas. Son los mayores exponentes de la empobrecedora y esclavizante dialéctica inversa populista neo-narco-estalinista, al pretender ser los primeros, los iluminados los únicos que comienzan una nueva era con sus ideas y sus actos de derrumbamiento nacional.
La posverdad como la propusieron Camilo Torres y el oscuro Padre De Roux, y como la venden Petro y Bolívar asociados a lo más selecto de la corrupción de la política tradicional del país y a las mismas organizaciones criminales que aterrorizan y abalean a los indefensos, es el engaño a la razón y al deber ser, para cambiarle a la juventud la manera de pensar, llenarle la cabeza de resentimiento y de odio social.
Estamos enfermando la niñez desde una nueva versión de la historia colombiana, negándoles los elementos, ni las herramientas, ni la libertad de pensar y sacar sus propias conclusiones.
Para terminar, con ejemplos de lo que produce la posverdad como relativización de la verdad, preguntamos: ¿qué bien le ha hecho al país la presencia de terroristas como Tornillo o Timochenko en el congreso? ¿No es la JEP un sistema inquisitivo ideológico viciado en favor de la posverdad para destruir sectores económicos, empresas y personas a partir de los testimonios acomodados de quienes acuden a buscar beneficios a cambio de hacer acusaciones teledirigidas? ¿No se convierte la Corte Suprema en un cuerpo delictivo a causa del proceder desequilibrado por ideología o lucro de sus integrantes, al desconocer de plano la naturaleza de execrables crímenes de lesa humanidad o al cometer el despropósito de imputárselos a quienes han sido las víctimas?