Los hechos que están ocurriendo hoy por hoy en Colombia son tan graves que ante la dificultad de centrarse en uno solo es mejor enumerarlos para tener presente la amplitud de semejante desastre (el orden es aleatorio). Veamos:
- A pesar de las evidencias de corrupción denunciada por los también corruptos Olmedo López y Sneyder Pinilla, la Cámara de Representantes continuó con la discusión de la reforma pensional como si nada y está ad portas de su aprobación. El Gobierno se robará el ahorro pensional de los colombianos, de más de 400 billones de pesos, con la ayuda de un congreso putrefacto.
- Como si fuera poco, Olmedo López también denunció que el representante Wadith Manzur, presidente de la Comisión de Acusaciones de la Cámara, fue otro que se le vendió al Gobierno por un carrotanque de mermelada. Por eso, las investigaciones contra Petro —por financiación ilegal de la campaña y violación de topes electorales— ni arrancan ni arrancarán. Petro ni será juzgado ni será destituido.
- El colapso del sistema de salud del magisterio es una muestra del desastre que vendrá para todos con la reforma a la salud. Se conocieron audios en los que el ministro Jaramillo reconoce que ya sabían los problemas que vendrían por no tener IPS contratadas ni un buen manual tarifario, y que Petro no tiene ningún plan de salud, todo se basa en improvisar y arreglar las cargas en el camino a ver qué sale. Eso es lo que nos espera a todos.
- En aras de que Petro tenga su constituyente y se pueda atornillar, el conspicuo miembro de las Farc Álvaro Leyva se inventó ahora el cuento de que el negociado con las Farc debe terminar con un “acuerdo político” que él interpreta como una nueva Constitución. Y eso que el referendo de 2016 le dijo No a esa aberrante transacción. Increíble que nos quieran meter los dedos en la boca otra vez. Hasta los mismos Santos y De la Calle, gestores del acuerdo de La Habana, niegan la interpretación de Leyva.
- Pero hay otra alternativa de Petro que parece aún más peligrosa porque con el ELN se están firmando unos acuerdos que por arte de birlibirloque tienen dizque carácter “vinculante”; es decir, que lo acordado es de cumplimiento obligatorio para las partes. Y se incluyen temas como el régimen político y el modelo económico. Es la revolución por contrato y sin derecho a pataleo.
- El señor Petro pide ampliar el cupo de endeudamiento porque el Estado está prácticamente en la quiebra y amenaza con dictaminar la cesación de pagos de la deuda pública en medio de una emergencia económica (otra amenaza) que le sería muy útil para llamar a la tal constituyente. Es que el gobierno se quedó sin fondos en los bancos, que generalmente rondan los 30 billones y hoy sólo están en 3 con ocasión de un descuadre entre los pagos y los ingresos. Pero si hay una evidente baja en la ejecución en todas las carteras, ¿en qué diablos se están gastando la plata? ¿Se está yendo todo por las alcantarillas de la corrupción? ¿Por eso tantas ganas de ‘flexibilizar’ la regla fiscal?
- Las fuerzas de cualquier Estado tienen la obligación de defender la vida, honra y bienes de los ciudadanos, menos en Colombia, donde en medio de la guerra total que el gobierno llama “paz total”, el Ejército y la Policía tienen prohibido por parte del presidente cumplir sus obligaciones. Y si alguien les recuerda esa responsabilidad, sale Petro a acusarlo de estar promoviendo un golpe de Estado.
- Viola Petro la autonomía universitaria al querer imponer de rector de bolsillo a un marxista recalcitrante con planes muy oscuros de convertir la ciudad universitaria de Bogotá en una especie de guarida de los terroristas de la ‘primera línea’ según denuncias de Carlos Alonso Lucio. Y viola la dignidad nacional al abrir las puertas del Hospital Militar para la atención médica de exguerrilleros. Otra bofetada a la moral de nuestras tropas.
En un país serio, cualquiera de estos hechos sería suficiente para la caída del gobernante y hasta para ponerlo tras las rejas. Pero Colombia no es un país serio. ¿Hasta cuándo?
@SaulHernandezB