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Luis Guillermo Vélez Álvarez

Esos migrantes deben ser acogidos con cariño y generosidad habida cuenta, además, de que están aquí como consecuencia de la terrible catástrofe política y económica que agobia a su país.

La migración venezolana bordea 2.800.000 personas; 240.000, la población de Envigado, asentadas en Medellín. El Plan de Desarrollo contempla una amplia oferta de bienes y servicios públicos para esa población. Por solidaridad y humanidad y por los profundos vínculos históricos de nuestros países, esos migrantes deben ser acogidos con cariño y generosidad habida cuenta, además, de que están aquí como consecuencia de la terrible catástrofe política y económica que desde hace un cuarto de siglo agobia a su país.

Entre 2000 y 2010, según la CEPAL, Venezuela tuvo el peor desempeño económico de América Latina: su producto por habitante creció a una tasa anual promedio de 1,3%, por debajo de la media del Continente, 1,9%. También registró la más elevada tasa de inflación, 22% promedio anual, y una de las mayores tasas de desempleo, 12%. Su índice de sufrimiento económico – la suma de las tasas de inflación y desempleo – superó los 34 puntos, el más alto de la región. A pesar de haber recibido entre 2006 y 2010 trescientos mil millones de dólares por exportaciones petroleras, el gobierno de Chávez logró la hazaña de multiplicar por 11 la deuda pública interna y de duplicar la externa. También logró desmantelar la industria petrolera cuya participación en el PIB pasó de 21%, en 2000, a 16% en 2010.

A pesar de esos resultados, los venezolanos que, en 1998, eligieron a Chávez con 56% de la votación; lo reeligieron con el 60% en 2000, el 63% en 2006 y 55% en 2012. Esto no se explica más que por el colosal sistema de prebendas, dádivas y regalos – las Misiones Bolivarianas o Misiones de Cristo – montado con los ingentes ingresos petroleros para comprar el apoyo popular. Después de la muerte de Chávez, con la caída del ingreso petrolero – por la destrucción de la capacidad productiva del país que pasó de exportar más de 3 millones de barriles diarios a menos de un millón – el sistema asistencialista colapsó, la población se percató del engaño y salió a protestar. Ya era demasiado tarde, los sucesores de Chávez, Maduro y Diosdado, apoyados por la inteligencia y los militares cubanos, tenían el control del ejército y desataron brutal represión.

Estamos viviendo una coyuntura similar a la de Venezuela hacia 2010-2012. De ahí que Petro, que no tiene una renta petrolera como la que tuvo Chávez, ponga todo su empeño en apropiarse de los recursos de la salud y las pensiones para montar su sistema clientelista y de propaganda para las elecciones de 2026.

Dice Hannah Arendt que “la sociedad se muestra siempre inclinada a aceptar inmediatamente a una persona por lo que pretende ser, de tal forma que un chiflado que se haga pasar por genio tiene unas ciertas probabilidades de ser creído (...) aunque hayan sido muchas las veces en que se ha demostrado que estaba equivocado”.

Venezuela votó una y otra vez por Chávez y aún hay venezolanos de la diáspora que lo añoran. No es imposible que los colombianos reelijan a su propio chiflado.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 20 de mayo de 2024.

Publicado en Columnistas Nacionales

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