La capacidad efectiva neta del sistema eléctrico es de 19.919 MW, de los cuales, 5.976, equivalentes al 30%, son térmicos. Por estos calurosos días, esas “malditas térmicas contaminadoras” están aportando hasta un 48% de la generación. Dadas las condiciones hidrológicas prevalecientes, muy seguramente será necesario que las térmicas operen a plena capacidad en los dos próximos meses. Ojalá no les falte combustible ni se presenten daños, pues muchas de ellas son bastante añosas.
A pesar de que el carbón es el combustible fósil más abundante en Colombia, solo el 34% de la generación térmica procede ese recurso; el restante 66% se genera con gas natural, la mayor parte del cual, 78%, es importado. Esa gran dependencia del gas importado le ha quitado firmeza a la generación térmica: un daño en la gasificadora de Cartagena o una contingencia en el mercado internacional del gas provocaría racionamiento. Hace poco, como consecuencia de la guerra de Ucrania, los alemanes pagaron un alto precio por su dependencia del gas importado de Rusia. Apresuradamente, tuvieron que desempolvar y poner en funcionamiento las térmicas a carbón que los “verdes” habían obligado a cerrar.
No existe un sistema hidroeléctrico puro, sería extremadamente costoso. Todos los sistemas eléctricos que usan energía hidráulica son sistemas hidrotérmicos y el combustible usado en las térmicas es, o debería ser, el menos costoso, el más abundante, el carbón, en el caso colombiano. Sin embargo, como los delirios ambientalistas no son exclusivos del actual gobierno, el carbón viene siendo “estigmatizado” desde hace muchos años. El exministro Jorge Eduardo Cock, gran impulsor de la causa carbonera, se murió esperando la licencia de varias térmicas a carbón cuyos estudios de impacto ambiental duermen el sueño de los justos en los anaqueles de la ANLA.
La novedad del gobierno actual es añadir a la del carbón la “estigmatización” de las hidroeléctricas con embalse, proscritas por Petro de la propuesta de gobierno por la cual votaron los colombianos. Renunciar a los embalses tendría graves consecuencias pues la capacidad de almacenamiento del sistema es muy limitada y lo será cada vez más con relación a la demanda. La mayoría de los embalses no logran un almacenamiento de 90 días y tan solo dos – el Agregado de Bogotá y el de Guatapé– se acercan a un año.
Los aportes hidrológicos diarios por sí mismos no logran atender toda la demanda de energía eléctrica, salvo en periodos del fenómeno de La Niña. Es un error considerar que los aportes hídricos son altos cuando como porcentaje superan la media histórica. Lo relevante es su nivel con relación a la demanda: en 2012 permitían atender 1,3 días de la demanda promedio; en 2023 solo 0,98 días.
La penetración de las energías renovables no convencionales (ERNC) es todavía muy pequeña: su contribución a la generación no llega a medio punto porcentual. La UPME, en su plan de expansión de referencia espera un gran aumento de las ERNC y un crecimiento de la térmica a gas. Es decir, un sistema cada vez más frágil.
https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 29 de enero de 2024.