Este, el de Gustavo Petro, es un gobierno tan malo que el repudio generalizado del pueblo colombiano es innegable, al grado de dudarse que sea cierta esa cifra de favorabilidad que aún tiene el mandatario en las encuestas, que ronda el 30%, cuando la realidad muestra que no hay tema en el que acierte.
Este gobierno es tan malo que casi todo lo que deriva de sus desafortunadas decisiones, implica un retroceso en el nivel de vida de los colombianos. Por ejemplo, este gobierno inflacionario quiere controlar la suba de precios de la carne reabriendo los mataderos de los municipios más pequeños y atrasados, esos centros de sacrificio que se cerraron hace años porque no cumplían las más mínimas normas de higiene ni de calidad. Un largo paso atrás para las comunidades más pobres.
Este gobierno es tan malo, así mismo, que cree que el desarrollo de la infraestructura nacional debe estar en manos de las comunidades, por lo que ahora le apunta a que sean estas las que construyan puentes, túneles, autopistas y similares. Le duele a Petro que las concesiones sean negocio de los grandes cacaos y sueña con que sean las gentes humildes, sin conocimientos ni experiencia, las que construyan y manejen la infraestructura nacional. Eso sí, con la gabela de que el nuevo Instituto Nacional de Vías Regionales pueda contratar a dedo. Ahora sí que habrá corrupción.
Este gobierno es tan malo y tan perverso, que cree que toda relación con los ciudadanos debe darse en términos de impuestos y que todos debemos tributar al máximo al Estado para que la administración pueda gastar a manos llenas. A partir del 2024, las personas naturales pagarán más en la declaración de renta porque se reducirán las deducciones y aumentará el cobro por ganancias ocasionales, entre otras cosas. Además, entrarán en vigor impuestos que recaen en el consumidor final como el de los plásticos de un solo uso —declarado exequible por la Corte Constitucional— y el de las plataformas tecnológicas, como Netflix o Spotify, que será de un 3% que se reflejará en la factura.
Este gobierno es tan malo que en 2024 incrementará dos veces el costo de los peajes para tapar un hueco de 850.000 millones que creó por su decisión populista de congelarlos. También hubo mucho populismo para reducir el cobro del Soat, abriendo un hueco de otros 850.000 millones que habrá que tapar. Igualmente, seguirá subiendo la gasolina y también igualará el costo del diésel con el precio internacional.
Este gobierno es tan malo que ante la escasez de medicamentos pretende ejercer un control de precios que ya lo realiza la Comisión Nacional de Precios de Medicamentos. Un control que podría ser funesto porque ninguna farmacéutica trabajaría a pérdida; el precio final no podría ser inferior al de sus principios activos. Las materias primas son costosas y el imponer un precio que no las justifique, hace que una droga salga de producción, generando escasez. En cambio, si el gobierno hubiera nombrado ya director en propiedad del Invima, no habría 35.000 trámites retrasados con clara incidencia en la oferta de productos. Para colmo, viene a decir el ministro de Salud que la vacuna contra el covid fue un experimento a pesar de devolvernos la normalidad y salvar millones de vidas. Hasta Petro pidió excusas.
Este gobierno es tan malo que como no ha podido torpedear la construcción del metro de Bogotá, ahora quiere tomarse el mando del metro de Medellín con propósitos nada claros. Acaso quieran apropiarse de millonarios contratos del metro de la 80, que está en obra o, simplemente, destruir algo que bien funciona, que es lo que está administración quiere hacer en todos los órdenes para hacernos más dependientes del Estado.
Este gobierno es tan malo que en la cumbre climática en Dubái inscribió a Colombia en un torpe tratado de no proliferación de combustibles fósiles junto a países insignificantes como Vanuatu, Tuvalu, Fiyi, las Islas Salomón, Tonga, Niue, Timor Oriental, Antigua y Barbuda, y Palau, mientras grandes naciones acuerdan triplicar la energía nuclear de aquí al 2050 como alternativa al uso de hidrocarburos. Ahí están Estados Unidos, Bulgaria, Canadá, República Checa, Finlandia, Francia, Ghana, Hungría, Japón, República de Corea, Moldavia, Mongolia, Marruecos, Países Bajos, Polonia, Rumania, Eslovaquia, Eslovenia, Suecia, Ucrania, Emiratos Árabes Unidos, y Reino Unido. Allá dijo Petro que Colombia no firmará más contratos de extracción de hidrocarburos mientras en el resto del mundo se seguirán explotando. Es el perfecto idiota latinoamericano.
Y podríamos seguir indefinidamente porque este gobierno todo lo hace mal. Por eso Petro se tiene que ir. ¡Fuera Petro!