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Rafael Uribe Uribe  

La patria está al borde del socialismo del siglo XXI si perdemos estas elecciones; el comportamiento de los partidos, los egos y deseos de aspirantes a cargos públicos hacia allá nos llevan.

En los partidos, prima el desorden y la falta absoluta de liderazgo de sus jefes incapaces de hacer cumplir sus estatutos por lo que son pocos los que en ellos creen  y, a  la mayoría de los aspirantes a cargos públicos, les importa más el fortalecimiento de sus egos, la reposición de votos, lo que ganarían con el manejo inadecuado de los recursos públicos, actitudes que les impide dar un paso al costado para que triunfen los contrarios al comunismo que nos invade, con el fin de que prime la salud de la democracia sobre sus egos o bolsillos.

Esto me hace regresar a propuestas que se hicieron hace más de un siglo, como ésta de Rafael Uribe Uribe que hoy tendría plena vigencia:

“Lo que yo deseara, lo que el país necesita, es que las condiciones de buena persona, de cumplido caballero y de sujeto estimable y honrado, sea cual fuere el partido de quienes las tengan, se antepongan y se sobrepongan a la denominación política, y no que vayan tras ella o bajo ella, precedidas del necio; pero, esto es, que nos acostumbremos todos a ver esas condiciones, independientemente del nombre partidario, en vez de contrapuesto, y que ese nombre no siga siendo un obstáculo insuperable para que las buenas personas, los cumplidos caballeros y los sujetos estimables y honrados se acerquen y se reúnan a tratar de la patria y de sus altos destinos.

Comienzo por proponer que modifiquemos esa perniciosa disposición de los ánimos. Eutropelia llamaron los griegos a la jocosidad inofensiva, a las manifestaciones comunes de agrado, fórmulas convencionales de la pulidez. No sabemos eutropelia, aprendamos eutropelia. Procuremos suprimir las pequeñas causas de irritación, que sumadas son las que producen los grandes estallidos. Evitemos cuidadosamente los desagrados personales; suavicemos las costumbres; sepamos apreciar la cortesía y las buenas maneras; hagamos menor gasto de voces agresivas y mayor de palabras amables; siendo uno de los mayores predicados de la lengua la energía de las expresiones, propongamos usar las menos hirientes, las más atenuadas; reemplacemos por dulzura la amargura, y sentiremos pairar sobre nosotros una atmósfera de benevolencia que por si sola será capaz de conducirnos a acuerdos duraderos y útiles. Seamos flexibles e insinuantes; transijamos. Sólo en una cosa mostrémonos intransigentes e inflexibles: la honra y la grandeza de la patria, dejemos que la corriente pacifista que sopla por el mundo penetre por todas las costas, valles y montañas de nuestro país, como un alisio refrescante y reparador. Necesitamos una Colombia nueva, una joven Colombia, y para ello tenemos que empezar por romper las cadenas del pasado.”

El Rincón de Dios

“El orgullo te lleva a creer que eres autosuficiente, la humildad a reconocer que Dios es más que suficiente”.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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