La vinculación emocional con las empresas nativas es un rasgo de la personalidad histórica de regiones como Cataluña y el País Vasco, en España; Alsacia-Lorena, en Francia; Lombardía, en Italia y Antioquia, en Colombia; en las cuales la industria manufacturera tuvo un desarrollo temprano y autóctono.
Esa personalidad histórica se caracteriza por una fuerte identidad regional y, también, por la adhesión a los valores del empresarismo, el trabajo duro, el ahorro, el cálculo racional y la responsabilidad individual, los cuales, según Max Weber, constituyen el espíritu del capitalismo. Virtudes burguesas, las llama Deirdre McCloskey.
Tres de las cuatro empresas del núcleo a partir del cual se desarrolla Nutresa, nacieron en los albores de la industrialización antioqueña: Noel (1916), Café La Bastilla (1919) y Nacional de Chocolates (1920). Zenú, más reciente, fue fundada en 1950. Al igual que toda la industria colombiana, esas empresas crecieron orientadas al mercado interno y durante décadas permanecieron así. Solo en 1976, Noel exportó su primera galleta y la Nacional, su primera chocolatina.
Esto se mantuvo hasta mediados de los años 90 cuando el gobierno de Gaviria Trujillo lanzó la apertura económica, la cual, para las del GEA y otras empresas antioqueñas, trajo dos aprendizajes:
i) que internacionalizarse no significa solo exportar ni, mucho menos, exportar excedentes y
ii) que no estaba fuera su alcance expandirse a otros países, como lo hacían empresas chilenas, mexicanas y brasileras.
De la noche a la mañana, una serie de empresas, hasta entonces, meramente locales – Nacional de Chocolates, Argos, Bancolombia, Suramericana, EPM, ISA, Éxito, HACEB, Distrihogar, HMV y otras más – adoptaron un agresivo modelo de internacionalización por la vía de las adquisiciones y las alianzas estratégicas y resultaron invirtiendo en Johor Bahru, Antofagasta, Cojutepeque y otros lugares como sacados de las geografías exóticas de León de Greiff.
En el breve lapso de 20 años, casi sin darnos cuenta, Medellín se convirtió en el domicilio de los Headquarters de una serie de grupos empresariales que abastecen con sus bienes y servicios un mercado potencial de 400 millones de consumidores.
Este es un logro de accionistas, directivos y empleados de las empresas antiqueñas, alcanzado al margen de la intervención directa del gobierno, sin subsidios ni ventajas particulares de ninguna índole. Solo un marco de actuación establecido por una política pública de carácter general. Como debe ser.
Con relación a las empresas y los negocios, el papel de los gobiernos es establecer marcos generales de actuación, fijarles una tributación adecuada y respetar y enseñar a respetar la función empresarial como fuente última de toda riqueza y bienestar.
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(2) Mensaje a los funcionarios, profesionales y trabajadores de EPM
Probablemente una cuarta parte de mi vida laboral trabajé para EPM, bien sea como empleado o como consultor. El período más entrañable y significativo fue cuando me desempeñé, entre 1990 y 1994, como jefe de Investigaciones Económicas.
En esa dependencia, adscrita la Gerencia Financiera, hacíamos los estudios de costos necesarios para fijar las tarifas, las cuales, mensualmente, salían de allí para el departamento de sistemas y facturación.
Un día, pocas semanas después de estar en el cargo, me llamó Nubia, la secretaria de mi jefe, Tatiana Aristizábal, la gerente financiera, y me dijo que me presentara a la Sala de Junta.
Había reunión de Junta Directiva a la que asistían todos los gerentes, la pesada en pleno. Tatiana me indicó que me sentara a su lado. El orden del día siguió y en un momento dado apareció un asunto sobre el cual yo le había presentado recientemente un informe. Yo estaba azorado y no sabía que hacer hasta que Tatiana, acompañada de un discreto codazo, dio la orden: ¡Hable!
Esa sería la primera de las muchas intervenciones en Junta Directiva o Comité de Gerencia para presentar informes salidos de mi oficina. Era práctica corriente que los gerentes permitieran el lucimiento de sus subalternos en esas instancias, que apoyaran sus trabajos y que siguieran sus recomendaciones. Había un gran respeto por lo técnico, por el trabajo profesional bien hecho.
Con Tomás Elejalde Jaramillo, gerente de acueducto y alcantarillado, hice mi primera visita a una instalación productiva de EPM, la planta de Potabilización de Villa Hermosa. Me impresionó de entrada la pulcritud de las instalaciones, los pisos brillantes, acrisolados; los jardines de verde intenso y geometría perfecta. Ese día le dije a mi mamá que en esas instalaciones se podía comer en el suelo.
Con Alberto Vásquez, gerente de telecomunicaciones, y Jaime Vélez, de energía, fui conociendo otras instalaciones y encontrando siempre, al modo de cada una de ellas, lo que había visto en Villa Hermosa y que reflejaba lo que a mi modo de ver es otro rasgo fundamental de la cultura de EPM: el respeto por el activo.
De todos los gerentes y jefes de división aprendí. En particular, aprendí mucho de Himerio Pérez López quien, antes de ser auditorio, fue una persona y un profesional de carne y hueso. De hecho, se convirtió en auditorio por ser la persona bondadosa y amable y el profesional íntegro, inteligente, dedicado que fue. A Himerio lo quería y lo respetaba todo mundo en EPM y su consejo era escuchado dentro y fuera de ella. Su muerte, por ahogamiento en el embalse de Miraflores, conmovió las fibras más profundas de EPM.
Hay que hacer todo lo necesario para que a EPM retorne el respeto por lo técnico, el cuidado del activo y la inteligencia bondadosa en su dirección.
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(3) Mensaje a mis alumnos de EAFIT y otras Universidades
He tenido la fortuna de ejercer mi profesión de economista prácticamente en todos los campos donde ello es posible:
He sido consultor, funcionario y administrador de empresas, especialmente del sector eléctrico;
He sido consultor y asesor de entidades gubernamentales de diferentes países, por cuenta de los bancos multilaterales. Por ejemplo, pagado por el BID, fui asesor del DNP en regulación en el primer gobierno de Santos.
Me he desempeñado como investigador y docente universitario, en EAFIT, la de Antioquia y otras universidades del País.
He tratado de hacer mi trabajo con esmero, cumpliendo los cronogramas, ajustado a los presupuestos. El trabajo bien hecho es una de las formas de la honestidad y la decencia.
Como docente, especialmente en mis años de madurez que los pasé en EAFIT, siempre me atormentó el riesgo de hacer mal mi trabajo y terminar tirándome a mis alumnos; tirándome, especialmente, a los hijos de las familias de clase media profesional y alta empresarial que asisten a esa universidad.
Cuando encuentro algunos antiguos alumnos o me entero de la actividad profesional de otros tengo el sentimiento de no haber hecho daño, de no haber enseñado mal. Y siento un gran alivio porque estoy convencido de que enseñar mal es criminal.
Veo los vástagos de algunas familias empresariales que pasaron por mi aula continuando orgullosos la tradición de sus mayores y me alegra saber que ellos reconocen mi influencia. Veo otros de mis alumnos haciendo sus carreras en distintas empresas de la Ciudad con gran competencia técnica y, sobre todo, apegados a los valores de la libertad económica y la función empresarial que procuré inculcarles.
La economía no es solo una técnica ni una ciencia neutral. La economía política es la hija dilecta de la filosofía liberal, de la filosofía de la ilustración. Como esta, la economía nace defendiendo la libertad del individuo en oposición al poder del estado absolutista, a las imposiciones de los gremios feudales y a los abusos de los monopolios mercantilistas. La economía nace con un carácter militante y debe mantenerlo porque la libertad económica siempre estará amenazada por el estatismo, el gremialismo y los monopolios y es necesario defenderla todo el tiempo.
Hace algunos días un antiguo alumno me expresó su asombro por verme a esta altura de la vida metido en lides electorales. Le respondí:
Desde la academia y con la pluma defendí la libertad económica buscando y proponiendo límites a un poder político que en principio la aceptaba, pero podía afectarla con sus acciones. Hoy la amenaza contra la libertad económica procede de un poder político que de forma deliberada quiere destruirla. Si quiero ser coherente con lo que ha sido mi vida, mi participación en política electoral no es una opción sino una obligación.