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Luego de herir a los tres colombianos en Kramatorsk, Rusia ahora los intimida

Luego de herir a los tres colombianos en Kramatorsk, Rusia ahora los intimida

Si creemos lo que dice CNN, el embajador de Colombia en Rusia, Héctor Arenas Neira, fue invitado este 30 de junio “a una reunión en la Cancillería de Rusia para analizar las circunstancias del ataque en Kramatorsk donde resultaron heridos tres ciudadanos colombianos”. Empero, CNN no fue muy exacto al redactar ese cable. Si leemos con atención el comunicado de la cancillería rusa, veremos que el embajador Arenas fue convocado para que recibiera, más bien, una reprimenda por las “declaraciones de las autoridades colombianas respecto a los tres ciudadanos del país afectados por el ataque en la ciudad de Kramatorsk”.

El presidente Gustavo Petro ha prometido enviar una nota de protesta a Moscú por las heridas causadas por dos misiles rusos a tres civiles colombianos que departían tranquilamente en un restaurante en esa ciudad ucraniana. En su protesta, la cancillería colombiana debería incluir una crítica severa a las alegaciones infundadas que hace ahora la cancillería rusa contra los tres colombianos heridos.

El ex alto Comisionado para la Paz Sergio Jaramillo, el escritor Héctor Abad Faciolince y la periodista Catalina Gómez Ángel, fueron heridos por un ataque aéreo ruso que alcanzó el restaurante donde dialogaban con la conocida escritora ucraniana Victoria Amelina, la cual fue gravemente herida en la cabeza. El ataque ruso mató allí a 12 personas y dejó cerca de 60 heridos. Fuera de la pizzería, varios apartamentos, oficinas, almacenes y automóviles, así como una oficina de correos, quedaron inservibles.

Horas después, Moscú trató de maquillar su atrocidad: inventó que el restaurante era un “objetivo legítimo”, un lugar militar, un “puesto de despliegue temporal de comandantes de la 56ª Brigada de Infantería Motorizada de las Fuerzas Armadas de Ucrania”. El ministerio ruso de Defensa agregó que “dos generales, 50 oficiales de las fuerzas ucranianas y 20 mercenarios e instructores militares extranjeros” habían sido “eliminados”, sin precisar si efectivamente se trató del bombardeo de la pizzería.

En verdad, ese restaurante popular era un lugar civil, lleno de civiles, frecuentado por periodistas, vecinos y soldados. El gobierno ucraniano no ha confirmado la alegación rusa. El presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, rindió homenaje el miércoles a las víctimas “incluidos tres niños” y dijo que el lugar era un “café ordinario”. Pese a ello, la cancillería rusa le reprocha al gobierno colombiano, en consecuencia, “no haber tenido en cuenta lo dicho por Moscú sobre el supuesto carácter “militar” de esa pizzería en “la reacción de los líderes colombianos a estos acontecimientos”.

El regaño ruso a Colombia fue, pues, por partida doble. Y quizás lo es por partida triple.

No contenta con eso, la cancillería rusa, en un comunicado distribuido por la red Telegram (1), acusa, además, a los tres colombianos, de haber sido “conscientes de estar cerca de la línea de fuego en la zona de la operación militar especial y de los riesgos asociados con ello.”

Las autoridades rusas, pretenden barrer así, de un absurdo plumazo, las declaraciones de las víctimas colombianas de ese bombardeo criminal. Éstas han reiterado que estaban en ese lugar para conversar con una periodista ucraniana sobre la invasión y la guerra rusa contra Ucrania. Ellos jamás han dicho que estaban en un cuartel ucraniano, ni, como inventa la cancillería rusa, en un “puesto de despliegue temporal” de las fuerzas armadas de Ucrania.

La acusación de la cancillería rusa contra los tres colombianos es grotesca. No solo se contentan con haberlos herido, sino que ahora los calumnian. ¿Cuál es la intención detrás de tal intimidación?

La frase de la cancillería rusa equivale a una acusación grave contra los colombianos: los acusan de haber servido de cómplices de los ucranianos pues estaban en ese restaurante “conscientes de estar cerca de la línea de fuego”. El gobierno ruso dice en su comunicado: “Según la información disponible [los tres colombianos] eran conscientes de estar cerca de la línea de fuego en la zona de la operación militar especial y de los riesgos asociados con ello”.

La cancillería de Rusia miente. Los colombianos heridos estaban dentro de una ciudad ucraniana, en un restaurante ucraniano, no en un cuartel militar, ni en una casamata, ni en una trinchera, ni en una brigada de infantería motorizada, ni en campo abierto, ni cerca o en la línea del frente de guerra.

El gobierno colombiano debería protestar y, además, defender el buen nombre de sus compatriotas heridos por el ejército ruso.

El cuarto objetivo del gobierno ruso fue el de ordenarles a los colombianos que viven en Ucrania de “abstenerse de visitar territorios que se encuentran en la zona de acciones militares”. Ello muestra que, para los ocupantes rusos, todo el territorio de Ucrania es una “zona de acciones militares” y que ellos catalogan las viviendas civiles, los restaurantes, las escuelas, lo hospitales, etc. como “zona de acciones militares”.

Rusia viola así el Convenio de Ginebra relativo a la protección de las personas civiles en tiempo de guerra, los cuales distinguen los sectores civiles y los sectores militares. El gobierno ruso pretende, por otra parte, imponer a los extranjeros en Ucrania directivas de presencia y movilidad como si Ucrania fuera un enclave ruso. Putin, desde su llegada al poder en 2000, niega la existencia del Estado ucraniano, la identidad de su pueblo y de su lengua.

El mundo es testigo de que el ejército ruso, desde el comienzo de su agresión a Ucrania, masacra a la población civil y dispara deliberadamente contra “áreas civiles concurridas”. No es la primera vez que Kramatorsk es atacado en esta guerra. El 8 de abril de 2022, un bombardeo ruso destruyó la estación de trenes de esa ciudad. El ataque mató a 63 civiles (incluidos 9 niños) e hirió a 150 (incluidos 34 niños).

Civiles que se encontraban en la Plaza de la Libertad de Kharkiv fueron atacados el 1 de marzo de 2022. Tres días después, un misil ruso cayó sobre un muro de la central nuclear civil de Zaporijia. El 9 de marzo, fue bombardeado un hospital para niños y una maternidad en Marioupol. El 16 de marzo, los rusos bombardearon el teatro de Marioupol. En abril, en Boutcha e Irpin, las tropas rusas torturaron, violaron, asesinaron y dejaron tirados en las calles una centena de cadáveres de civiles. Por esos y otros crímenes de guerra varios países respaldan la apertura de un proceso contra Vladimir Putin. Putin es jurídica y moralmente responsable de esta guerra.

Putin aplica en Ucrania los viejos métodos de tortura mongola en la época de Gengis Khan: torturar a los niños para que sus padres cedan. Pero tales infamias reforzaron, por el contrario, desde la anexión de Crimea y de la guerra en el Donbass, en 2014, la voluntad de resistencia del pueblo ucraniano. Y éste, desde el comienzo de la invasión rusa el 24 de febrero de 2022, le da lecciones al mundo de heroísmo, unidad y genio combatiente.

No sé qué ha respondido hasta hoy, en la práctica, la cancillería colombiana sobre los tres ciudadanos heridos en Kramatorsk y las acusaciones contra ellos de Moscú. Como sea, tal maniobra y la cita al embajador Héctor Arenas Neira para ser sutilmente reprendido deben ser rechazadas.

(1).- t.me/MAERusia/2548

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(2)

La embajada rusa se burló de los tres colombianos heridos en Ucrania

Eduardo Mackenzie

Repudiemos la abyecta respuesta de la embajada de Rusia en Colombia cuando se burló de los tres colombianos --el escritor Héctor Abad, el ex comisionado de Paz Sergio Jaramillo y la periodista colombiana Catalina Gómez---, heridos por el bombardeo ruso de un restaurante en Kramatorsk (Ucrania).

“Kramatorsk no es un lugar apropiado para degustar platos de cocina ucraniana", dijo esa embajada. Perversa ironía. Esa embajada está furiosa. No quiere que los colombianos descubran y hablen de los crímenes de guerra y de lesa humanidad que Putin comete en Ucrania.

Ese misil ruso mató ayer a 11 civiles e hirió a 60 otros, incluidos los tres colombianos. La vocera de Putin, María Zajarova, mintió. Dijo que la culpable es la escritora ucraniana Victoria Amelina que “invitó a sus amigos a ese lugar". Su explicación es repugnante. Victoria Amelina también fue herida en la cabeza por la explosión. Mentir sobre la realidad de su guerra de agresión es la actitud permanente de la dictadura rusa. Ella negó la masacre contra civiles perpetrada por sus tropas en Boutcha y las atrocidades adicionales cometidas en ciudades de Ucrania bajo ocupación rusa. El Tribunal Penal Internacional de La Haya investiga estos crímenes.  

Ucrania no es un “lugar de acciones bélicas".  Ucrania es un país víctima. Moscú invadió y atacó a Ucrania creyendo que podía robarle su independencia, su territorio, su población, su historia. Como fracasó, el verdugo Putin sigue ensangrentando la población civil de Ucrania. Y se burla de los tres colombianos heridos en Kramatorsk. No basta con una nota de protesta. El personal ruso en Colombia debe ser expulsado. Colombia debería romper relaciones con Rusia. Rusia no le dictará la conducta a Colombia.

(3)

RFI reconoce que el gobierno de Gustavo Petro ha fracasado

Eduardo Mackenzie

Que Radio France Internacional diga eso es muy revelador. Esa radio, uno de los principales medios que encarnan la voz oficial de Francia en el mundo, fue uno de los que aplaudió con entusiasmo la elección del exguerrillero no arrepentido. Sin embargo, once meses después de que Petro llegara al Palacio de Nariño, gracias a una elección presidencial tremendamente cuestionada, cuyos misteriosos entresijos son objeto de investigaciones en varios organismos, RFI admite su desencanto: “los resultados de este primer año [de Petro] en el poder siguen siendo mediocres”, escribe, y agrega que la izquierda en Colombia “es cada vez más cuestionada”.

RFI aporta algunos detalles de lo que dice: “En Colombia, la alternancia por la izquierda, encarnada por Gustavo Petro, es cada vez más cuestionada. Ninguna de sus ambiciosas reformas en materia de salud, trabajo o pensiones ha tenido éxito todavía. A esto se suman los escándalos de escuchas ilegales y cuestionables financiamientos de campaña, que nuevamente ponen de relieve el problema sistémico de la corrupción en América Latina”.

Esa crítica la proyecta RFI sin rodeos a otros gobiernos marxistas del continente: “Desde 2018, Latinoamérica vive una ola de alternancias a la izquierda, en México, Brasil, Colombia, Chile. Pero esos gobiernos no siempre han estado a la altura de las expectativas y esperanzas que suscitaron. En Chile, el joven presidente Gabriel Boric perdió las elecciones al Consejo Constitucional por la extrema derecha. En cuanto a Brasil, el historial de Lula de Silva, reelegido en enero pasado, parece decepcionante, sobre todo en vista de su política medioambiental”.

RFI no suele emplear un lenguaje así de severo al juzgar la acción de los gobiernos de izquierda del continente.  En este caso, lo hace, aunque, al analizar el tema de Chile, intenta darle una cierta justificación al fracaso de Boric: el problema de éste no sería su ineptitud y sus compromisos con el chavismo sino la acción política de la “extrema derecha”. RFI concede, en todo caso, que esa “extrema derecha” obtuvo el 45% de los votos en la discusión sobre cómo reformar la Constitución.

RFI olvidó, por otra parte, mencionar el golpe de Estado que dio el presidente izquierdista peruano Pedro Castillo Terrones, el 7 de diciembre de 2022, que disparó, en buena hora, una reacción fulminante del Congreso, de la justicia y de la ciudadanía, en defensa de la democracia, y que concluyó en la destitución y encarcelamiento del extremista Castillo. Sobre ese hecho crucial, RFI no se dio por aludida.

Desafortunadamente, en un diálogo de RFI con un especialista francés de América Latina, éste trató de calmar las críticas a Petro. Dijo que la “paz total” es un programa muy difícil de aplicar pues no es popular, pero no explicó el porqué de esa actitud de la “mayoría social”. Ni una palabra dijo sobre el intento petrista de pactar la impunidad total para los miembros de los carteles, bandas y guerrillas narcoterroristas a cambio de un vago –y jamás aceptado-- compromiso de no volver a masacrar y secuestrar colombianos. Tampoco fueron evocados los actos de Petro para desmantelar la industria energética de Colombia (hidrocarburos y carbón) para beneficiar a su socio Maduro, ni los absurdos golpes contra el sistema de salud, contra las pensiones, contra la agricultura extensiva y contra las condiciones laborales del país.

Con todo, el hecho de que RFI haya admitido que Petro está en dificultades, por, entre otras cosas, los “escándalos de escuchas ilegales y cuestionables financiamientos de [su] campaña”, y que todo ello hace parte de un esquema “de corrupción”, es un hecho que debemos saludar

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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