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Miller Soto               

Debió ser frustrante para la campaña del senador Gustavo Petro —cuya intención fue apropiarse de la palabra ‘cambio’— que alguien como el ingeniero Rodolfo Hernández pasara a segunda vuelta arrebatándole al candidato de la izquierda esa bandera, pues aunque está claro que por primera vez en la historia de Colombia la izquierda más extrema se acerca a la posibilidad real de llegar al poder en cabeza del senador, esa novedad se opaca con la posibilidad —por primera vez en la historia— de que se elija a alguien que definitivamente no es político.

Si bien estamos ante dos candidatos que fueron alcaldes de ciudades importantes, solo uno de ellos, Petro, lleva más de 30 años consecutivos viviendo de los salarios que emanan del erario; mientras que el otro, el ingeniero, se dedicó a hacer empresa, a generar empleo y a producir riqueza. En otras palabras, la contienda es entre un político tradicional y un empresario. Una contienda en la que resulta muy fácil intuir cuál de las dos opciones representa un verdadero cambio. Sumado a ello, hay un entorno cercano a cada campaña que podría ayudarnos a establecer cuál de las dos es la novedosa. Si miramos la del político tradicional, nos encontramos con otros tan veteranos como él (Roy, Benedetti, Prada, Córdoba, etc.); y en la del empresario, en cambio, no vemos un solo político tradicional haciendo parte de su grupo de colaboradores cercanos, lo cual indica que se rodeó de gente nueva, de figuras distantes de la política de siempre.

Por otro lado, considerando el resultado de la primera vuelta y luego de los acontecimientos que se dieron antes de ella, en donde —por ejemplo— el uribismo terminó sin candidato, hay personas y grupos políticos (incluso tradicionales) que han tomado la decisión de apoyar al ingeniero sin que ello implique alianzas o componendas. Un hecho que definitivamente refleja una contundente señal de cambio en un país que se acostumbró a ser testigo inerte de transacciones politiqueras y que hoy —en buena hora— contempla a políticos y grupos tradicionales sumándose a las filas de los votos de opinión que hoy tienen al ingeniero a punto de hacerlo presidente. Si esto no es cambio, ¿qué lo es?

Si no hubiera surgido una candidatura como la de Rodolfo Hernández, quizá la campaña de Petro se habría posicionado con total éxito en el tren del cambio. En parte lo logró en primera vuelta, pero gracias al ingeniero no le alcanzó. Hoy, frente a la segunda vuelta, las diferencias entre ambos esquemas son más notorias: se enfrentan un político tradicional rodeado de políticos tradicionales, contra un empresario cuya única relación con los políticos tradicionales se circunscribe al voto que, por razones ajenas a las componendas, están dispuestos a darle.

Sin que esto signifique demeritar a los candidatos presidenciales que no pasaron a segunda vuelta, pues se trata de ciudadanos ejemplares y valientes que se mostraron dispuestos a trabajar por Colombia, es preciso resaltar que la presencia del ingeniero en el tarjetón del 19 de junio, es la oportunidad más nítida para llevar a alguien diferente a todo lo que hemos visto hasta ahora y para evitar que nuestro bello país se pierda en las garras de un proyecto extremista llamado a eternizarse.

https://ojopelaomagazine.co/, Riohacha, La Guajira, 05 de junio de 2022.

Publicado en Columnistas Nacionales

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