El estado moderno debe tomar solamente como base de su existencia a los tres derechos fundamentales, que enseña el artículo tercero de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, que dice: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”, en atención a lo cual, darle al estado poderes absolutos y exagerados, como puede ocurrir a partir del 7 de agosto en Colombia con un régimen comunista dirigido Gustavo Petro, determinaría un sometimiento absoluto de la sociedad, especialmente en el plano económico, mediante un hegemonismo despótico que perpetuaría al régimen por siempre, sin salvación posible para la democracia y la libertad.
En la actual campaña electoral colombiana las tesis económicas de algunos candidatos son simples lugares comunes, como ocurre con el aspirante del Foro de Sao Paulo Gustavo Petro, quien hace una serie de promesas que necesitarían unos recursos gigantescos que el país no tendría en décadas, además en un eventual gobierno del mencionado candidato no habría confianza inversionista ni interna ni externa, con lo que su programa económico se convertiría en un fiasco, frustrando las ilusiones de muchos despistados.
A lo anterior se agrega que el candidato del Pacto Histórico, es respaldo por movimientos y partidos que no han renegado del engendro marxista leninista, y quieren llevar a Colombia al “socialismo”, a las buenas o las malas, utilizando unas etapas predeterminadas como ocurre con los acuerdos de La Habana; sin que nos digan ¿cuál socialismo? Pues ese término en la historia ha tenido varias acepciones, comenzando por Hitler quien aparte de haber sido admirador de Marx (así lo hizo saber en su libro “Mi Lucha”) fue el líder máximo del partido obrero nacional socialista (Nazi), también en su demagogia proclamaba la lucha por los pobres y los humildes. El “socialismo” que quieren aplicar los camaradas de Petro debe de ser el de Cuba, Corea del Norte o Venezuela.
Ese esquematismo entre socialismo y capitalismo es absolutamente anacrónico y, para vivir al ritmo de los tiempos se debe impulsar un sistema de economía múltiple, pero no entendido como una tercera vía, sino como el conjunto de medidas pragmáticas e inteligentes, que lleven calidad de vida a los pueblos sin dogmatismos ni avaricias desmedidas.
De ninguna manera se puede tomar a los seres humanos como zombis, para aplicarles recetas metafísicas, debido a que la libertad individual como condición suprema de la humanidad está por encima de la manipulación política; entonces reducir el destino de los pueblos al capitalismo o al socialismo, es producto del interés mezquino de quienes siguiendo los sofismas marxistas consideran que la conquista del poder es como su dios, ya que el discurso miserabilista que proclama el truco de la emancipación del proletariado, no solo lo ha manejado el marxismo sino sus hermanitos el fascismo y el nazismo.
Para superar esa especie de entropía se debe plantear el sistema de economía múltiple, que recoja las iniciativas privadas y colectivas, para buscar el bienestar de los ciudadanos, en donde la democracia económica no permita caer en los monopolios abusivos, pero también rechazando al marxismo que exalta el estatismo burocrático e idiotizador, que toma como condición necesaria la miseria de las masas para consolidar la esclavitud política.
El sistema de economía múltiple recoge las experiencias positivas del capitalismo industrial y comercial, la social democracia y la autogestión libre y creativa que busca principalmente la independencia económica de las personas, especialmente en el agro, reprobando al extremismo comunista y a la acumulación desmedida del capital que lleva a las recesiones económicas mundiales, en donde el manejo del dinero es parecido al de una casa de juegos, porque sus grandes masas se vuelven especulativas por no tener un destino productivo.
En Latinoamérica algunos países cuyas aventuras políticas, los han empujado a gobiernos marxistas con el socialismo del siglo XXl, que recicló los desechos del marxismo leninismo de Europa oriental después de la caída del muro de Berlín, para imponerlos en nuestro suelo; esos países se deben liberar de las asimetrías conceptuales entre capitalismo y socialismo que es un manoseo político, que lleva a situaciones como la de Venezuela en donde el castrochavismo ha traído una gran ruina, cayendo definitivamente en el comunismo totalitario, conduciendo a ese país a un estado de postración, para que la camarilla se perpetué en el poder, aplastando la protesta popular y avasallando a las masas.
Con un sistema de economía múltiple se desarrolla el conocimiento que trae prosperidad, repudiando sin ambages al esquematismo marxista de escoger únicamente entre socialismo o capitalismo, dado que la consigna “todo dentro del estado y nada fuera del estado”, corresponde en esencia al totalitarismo comunista.