Otra yunta llamada a hacer primores es la de Fico Gutiérrez y Rodrigo Lara Sánchez, que se han asociado para aspirar en su orden a la presidencia y la vicepresidencia de Colombia en las elecciones venideras.
El justificado entusiasmo que suscitó el triunfo de Fico el 13 de este mes en la consulta del Equipo por Colombia se ha incrementado con el anuncio que hizo de su compañero de fórmula vicepresidencial el sábado último.
Fue una sorpresa, pues el nombre de Rodrigo Lara Sánchez no se mencionaba en los mentideros, que barajaban otras hipótesis. Pero a no dudarlo se ha tratado de una gratísima sorpresa, pues de entrada Lara conquistó el apoyo de vastos sectores de la opinión nacional por sus apreciables cualidades personales.
Fico y Rodrigo aportan un soplo fresco, una luminosa alborada, un torrente de esperanza en medio de las incertidumbres y los temores de la hora presente.
Ambos ponen de manifiesto el idealismo y la vitalidad de la juventud como un élixir tonificante llamado a superar el pesimismo colectivo que estaba dando por sentado el triunfo electoral del castro-chavismo destructor de nuestra democracia y nuestras libertades.
A la ominosa dupla Petro-Márquez, de inocultable vocación comunista, ya hay otra capaz de hacerle contrapeso y derrotarla en el próximo debate electoral.
Ahora que tanto se predica la necesidad de instrumentar cambios significativos llamados a mejorar las condiciones de vida de nuestro pueblo, Fico y Rodrigo señalan que hay que buscarlos consultando a la gente con sentido constructivo, mirando las realidades y actuando sobre ellas con buen criterio, sin prejuicios ni exclusiones que susciten confrontaciones ruinosas.
Su carta de presentación anuncia que aspiran a unir a los colombianos, aprovechando lo que cada sector de la opinión pueda ofrecer en procura del bien común. Ellos podrían hacer suyo el famoso planteamiento que, palabra más palabra menos, hizo Kennedy al tomar posesión de la presidencia norteamericana: "No piense en lo que los Estados Unidos pueden hacer por Ud., sino en lo que puede hacer al servicio de la nación".
Fico y Rodrigo no representan el pasado ni la continuidad de visiones perimidas sobre la problemática colectiva. Pero tampoco ofrecen romper con nuestra idiosincrasia institucional. Quieren edificar sobre lo construido, modificando lo que fuere menester e innovando en todo aquello que la conveniencia pública lo requiera.
Quieren hacer una campaña sin ofensas, amenazas ni descalificaciones. Pero es inevitable aconsejarle a la gente lo mismo que un lema publicitario de hace años: "Pese y compare".
De lo que se trata es de mejorar nuestra democracia y nuestras libertades, y no de someterlas a unos giros susceptibles de destruirlas, como ha sucedido en nuestra vecina Venezuela. Ya la candidata Francia Márquez ha manifestado en un trino, que más bien parece un graznido, que su ideal es la pauperización que padece el pueblo venezolano, sin codicia, ni bienes superfluos y apenas con lo estrictamente indispensable para sobrevivir. Ahí no se habla de cambios que conlleven progreso, sino retroceso. Su programa es la destrucción de la clase media y la nivelación por lo bajo en la calidad de vida de la gente.