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Paloma Valencia     

El programa de gobierno, “Colombia Potencia Mundial de la Vida” de Gustavo Petro incluye en 22 páginas la palabra democratizar (o alguna asociada). Utiliza “democratizar” para disimular la palabra expropiar. Su modelo busca generar una transacción forzosa donde el Estado compra y no expropia; así que democratiza.

Petro propone tres democratizaciones transversales: el espacio, el crédito y el saber. Estas podrían resumirse en el fin de la propiedad privada, creación de una banca estatal de crédito, y educación pública única. Es un programa para el Estado; no para la gente. El sector privado queda rezagado, sin nombre en los tres ejes.

El capítulo de democratización del espacio revela cómo funcionará la expropiación. Existirá la propiedad privada solo si se hace con el terreno lo que el Estado quiere. En caso contrario, el gobierno podrá comprar la propiedad a precios de escritura y no comerciales. Pretende usurpar la propiedad usando los bajos avalúos. La otra fórmula que propone utiliza los impuestos sobre el terreno para obligar la venta, también bajo la premisa que la decisión sobre la utilización del predio corresponde al Estado.  Si el dueño no acepta, vienen los altos impuestos que lo obligarán a vender al Estado con precios de escritura. Es decir, el dueño de la tierra tendrá que tomar la decisión de vender cuando el Estado se lo exige; o esperar a que le suban los impuestos, para que luego el Estado le compre a un valor mucho menor. No se expropió; se democratizó la propiedad.

El programa de gobierno establece la creación de dos nuevos ministerios: de la igualdad y de industria. Crea además un sistema público universitario para el acceso de todos los jóvenes, una renta mínima para todos los colombianos en condiciones precarias, el Estado como empleador de última instancia, al igual que una pensión para todas las personas de edad. Todo ofrecido por el Estado. Obviamente no hay una sola fuente de recursos, ni una estimación siquiera ficticia de cómo podría pagarse.

No obstante, se habla de 13 billones de pesos que se giran a Colpensiones, que se unen a la propuesta de Petro de utilizar los ahorros pensionales de los colombianos para usarlos en gastos recurrentes. Expropiar lo ahorrado; para pagar.

La declaración en varios apartes de manera literal de la “soberanía alimentaria”, dejaría al país sin el 30% de sus alimentos que hoy son importados y con una inflación sin precedentes en los precios de los alimentos por la escasez que se generaría. Además de la renegociación de tratados de libre comercio (que llevará seguramente a perder nuestra posibilidad exportadora), el fin de la exploración petrolera, la eliminación del ESMAD, el cambio de enfoque ideológico de las Fuerzas Armadas, la reforma de la justicia penal militar, la reforma la justicia restaurativa, la reforma al Congreso de la República, reforma al sistema electoral, la negociaciación de acuerdos con el ELN.

Nada más ni nada menos. Un programa que suprime la decisión individual y establece al Estado como tomador de decisiones que planeará la economía e indicará a cada empresario y a cada propietario el uso que el Estado le asigna. Eliminará la propiedad privada con el principio de democratización.

El cambio es un gran eslogan, pero lo que propone es un sistema comunista, que ya ha sido probado en muchos lugares del mundo con estruendoso fracaso. Aquellos que creen que Petro es un experimento que fortalece la alternancia del poder; están equivocados. Petro enterrará nuestra democracia y todos los logros económicos que hemos conquistado.

Un dato: El PIB per cápita de Ucrania es más bajo que el de Colombia. Pese a los esfuerzos de alejarse del comunismo los rezagos perduran. Hoy con heroísmo resisten la retoma rusa. Nosotros avanzamos enceguecidos hacia el abismo.

Publicado en Columnistas Nacionales

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