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Ariel Peña               

El asalto realizado a la  Catedral Primada de Bogotá en plena Eucaristía, el pasado 20 de marzo, por parte de integrantes de la Primera Línea, que durante el Paro Nacional de 2021 se ensañaron en contra de la ciudadanía colombiana con actos terroristas y vandálicos, es la demostración  tangible de lo que  nos espera en caso de un triunfo  de las fuerzas totalitarias marxistas en las elecciones presidenciales, a pesar de que el candidato del Pacto Histórico rechazó esa acción en la Catedral; sin embargo estos grupos, de acuerdo a la práctica leninista en un eventual gobierno de Gustavo Petro, se convertirán en algo similar a los Colectivos chavistas de Venezuela o a los Comités de la Defensa de la Revolución en Cuba, como ya lo hemos afirmado en otras oportunidades.

De manera que  Colombia está plenamente notificada, de lo que le ocurrirá, si comete el error monumental de elegir al candidato de la denominada izquierda, debido a que la persecución religiosa,  el acoso a los medios de comunicación que no se han afectos al régimen y el asedio de cualquier opositor, será el pan de cada día, en donde las hordas comunistas convertirán en  un hábito el ataque en contra de los valores que siguen las personas que llevan una vida ordenada y decente,  en vista de que la lumpenización de vastos sectores de la población, es una arma que  en su historia genocida a usado el comunismo para atemorizar a los pueblos.

Por ningún motivo se puede olvidar, que mientras que la política y sus organizaciones partidistas, en toda la historia universal han sido  pasajeras, religiones como el Hinduismo tienen 3.000 años, algo parecido sucede con el Budismo que apareció hace 2.500 años, el Cristianismo Católico surgió  hace 2 milenios y el Islam lleva 1.400 años, lo que demuestra  trascendencia y tradición; mientras que ningún Estado, por poderoso que haya sido a conservado su hegemonía ni sus fronteras por tanto tiempo; de manera que el respeto por la religión  es inherente al humanismo y a la  civilidad, en atención a lo cual asaltar la fe de los creyentes, se constituye en una violación de los Derechos Humanos.

El año pasado en el Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, aprovechando la conmemoración  de una fecha tan significativa en las luchas que han desarrollado las  mujeres por sus reivindicaciones inmediatas e históricas, un grupo de pseudo-feministas, pretendió incendiar iglesias en el centro de Bogotá, copiando las enseñanzas de los comunistas chilenos que han quemado y saqueado  dichos lugares, no solo católicas, también en contra de las evangélicas; esas prácticas salvajes responden al marxismo cultural que busca acabar con los valores occidentales como lo esboza la  Escuela de Fráncfort, comenzando por el religioso,  o sea que el vandalismo y el terrorismo que practican contra las instituciones eclesiales se circunscribe dentro de la acción totalitaria comunista.

Después de la caída del muro de Berlín y la debacle de la Unión Soviética, el comunismo se recicló en  grupos ecologistas, LGTB, indigenistas y  supuestamente feministas, estos últimos desconocen a la precursora de ese movimiento que fue la francesa Flora Tristán(1803-1844), quien hacia parte del denominado socialismo utópico, que rechazó los dogmas de  Karl Marx, por ser estatistas, burocráticos y embrutecedores, de esa corriente utópica, también surgieron el cooperativismo, el mutualismo, la socialdemocracia, el social cristianismo y desde luego el feminismo, entonces es un contrasentido que  militantes del bodrio marxista utilicen  groseramente al  feminismo.

El marxismo cultural usa  de mecanismos  a la lumpenización y a la posmodernidad, en donde la razón queda completamente relegada y lo que sirve  es la emotividad, y así los hechos sean  execrables, ello no vale, pues  lo que interesa son  las interpretaciones, como lo enseñó Friedrich Nietzsche; en consecuencia  al no existir la razón, la ética, la lógica y la moral, todo es permitido y la axiología queda aplastada por los caprichos de fuerzas totalitarias,  que por su irracionalidad buscan someter a la ciudadanía mediante la fuerza bruta, y el ejemplo lo tenemos con la quema de iglesias y lo ocurrido el pasado 20 de marzo en Bogotá en la  Catedral Primada. 

El ataque en contra de las iglesias por parte de grupos extremistas, que de manera inocente algunos grandes medios de comunicación llaman  como desadaptados, asimilando a unos loquitos que no saben lo que hacen, no es cierto, pues es claro que si saben lo que hacen, debido a que hay adoctrinamiento por la ideología más criminal  que  conoce la historia en todos los tiempos como lo es  el marxismo, siendo su referente más cercano  el Che Guevara, el cual exaltaba el terrorismo en contra del enemigo del que hacían parte los creyentes, y por ello invitaba al odio  como factor de lucha y ese  odio en  contra de  la religión era debido a que es antagónica al programa liberticida comunista, quedando demostrado  el adoctrinamiento  totalitario  que tienen los terroristas que atacan los centros de culto.

Recordando que el derecho a creer, está consagrado en el  artículo 19 de nuestra Constitución Política del Estado  y en el artículo 18 de  la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, así que cuando se ataca a los lugares en donde se reúnen los creyentes, se está atacando un derecho fundamental.

Publicado en Columnistas Nacionales

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