Si alguna lección tenemos que aprender de la depresión de la cual apenas el mundo empezaba a recuperarse a cuenta del COVID-19, es que, el problema más grave de un mundo globalizado e interconectado es que cualquier cosa que salga mal en cualquier parte representa un problema de marca mayor en todas partes.
Rusia y Ucrania están en guerra. No existe razón alguna para excusar al poder totalitario comunista soviético por poner al mundo al borde de una hecatombe nuclear, cuando la realidad incuestionable es que se trata de un ataque invasor que quiere mantener a cualquier costo una condición imperialista al ocupar una nación libre y un país independiente que luchaba por progresar como democracia.
Siembra Rusia terror y odio totalmente innecesarios, envía un mensaje de amenaza esclavizante a todo el sistema global de libertades y garantías sociales, desencadenando una recesión, una depresión o una parálisis global que sin duda tendrá, como ya se puede prever, efectos globales negativos de magnitud hasta hoy nunca vistos contemporáneamente. Asunto injustificable que solo cabe en la mente enferma, dictatorial e inhumana de un líder como Putin.
Todo en la vida tiene un costo y esta guerra es de todos. Mientas el resto de los países observamos en televisión, internet y desde nuestros móviles pensando que el asunto no es con nosotros, la mala noticia es que, si lo es, y que ya nos afecta y nos hace sangrar a todos en un mundo global que está social y económicamente interconectado como el actual.
La desestabilización económica global genera incertidumbre política regional y dentro de las naciones, a consecuencia de toda destrucción innecesaria de valor. Ello representa el caldo de cultivo óptimo para que el populismo se apodere del descontento social y destruya el sistema de libertades individuales y económicas.
Lo demuestra en primer lugar el incremento del precio mundial de los combustibles. Sean para cocinar, lavar o refrigerar, para producir o para calentar los hogares, para el transporte, la distribución o la movilidad colectiva y personal, sea que tengamos una moto, un carro o que utilicemos transporte público, todo aquello que demanda petróleo, carbón o gas.
¿Qué pasa cuando debido a las sanciones esté petróleo deja de entrar a los mercados globales? Se alteran de inmediato las fuerzas de oferta y demanda y el mercado empieza a reaccionar ante señales complejas. Antes de la agresión ya el crudo estaba alrededor de $100 UDS el barril. A los tres días el precio subió $10 dólares rompiendo un récord de 8 años. Hoy 7 de marzo las ventas futuras de Crudo están rayando los $125 USD/Barril.
El 12% del Petróleo del mundo viene de Rusia uno de los tres principales jugadores globales en el mundo de hidrocarburos. En un día normal, Rusia exporta 5 millones de barriles de crudo. Claro, las personas naturales no compramos crudos, pero, cuando las refinerías empiezan a pagar más por cada barril de crudo ente $100 y $140 dólares, le empiezan a pasar ese sobrecosto a los distribuidores mayoristas, que a la vez le cobran más a las estaciones minoristas y estas a los consumidores.
Viene entonces un efecto cascada que todo lo encarece. Esas proporciones incrementales se correlacionan directamente con alzas de precios en todo el sistema energético que a la vez incrementan las tarifas del gas, de todo tipo de transporte, enfriamiento, calefacciones y plantas productivas, encarecen el costo de las meterías primas, de los alimentos y de todo aquello elemental que necesitan las personas para vivir y las economías para funcionar.
Cuando el petróleo se encarece, todo inmediatamente es más costoso. ¿Qué tan costoso? Un ejemplo: El banco de la reserva de India, un país importador del 80% del Petróleo que consume, dice que cada $10 USD que se incrementa el precio del Petróleo a ellos les significa un incremento inflacionario de 0.5%.
Esta guerra así parezca un asunto regional dentro de la antigua unión soviética, ya causó una gran disrupción negativa en el mercando energético europeo y global. Aproximadamente 40% del gas de Europa viene de Rusia. Por otro lado, Ucrania tiene las segundas reservas petroleras de Europa, algo muy significativo para los países libres y democráticos.
Veamos ahora qué están tratando de hacer los gobiernos para proteger sus economías y por ende a los ciudadanos en medio de una nueva crisis inminente y de dimensiones aún desconocidas.
Es impredecible cuál va a ser el comportamiento de los otros países productores que no hacen parte de la OPEP., y como afecta toda esta problemática las tendencias de transición energética, descarbonización y electrificación diversificada a las que el mundo viene aportando soluciones.
Los Estados Unidos según lo anunció Biden, planea llevar a los mercados reservas estratégicas. India ya anunció total soporte a este tipo de iniciativas tendientes a ganar estabilidad reduciendo volatilidad de precios energéticos. Europa y NATO comprenden la gravedad de la trampa de osos tendida por Putin. Las Naciones Unidas demuestran la inoperancia de las grandes burocracias globales afectadas por la falta de efectividad propia de teóricas tendencias ideológicas.
Occidente cerró el acceso de los bancos rusos al Sistema de Seguridad de Telecomunicaciones Interbancarias de la Sociedad Mundial Financiera (SWIFT). Esto sin que aún se sancione directamente el mercado energético ruso, afecta dramáticamente al mercado global energético pues las compañías globales están suspendiendo su participación en ese 12% de la oferta mundial que se origina allí, agregando a la incertidumbre que ha encarecido sustancialmente los precios globales de los combustibles.
Cada bala que se dispara en Ucrania representa carestía para cada ciudadano en el mundo entero pues incide directamente en el precio del crudo ya que el mercado tiene incertidumbre sobre qué tan devastadora y qué tan larga y qué puede terminar desencadenando esta innecesaria e incongruente guerra.
Todo aquello que afecta la movilidad mundial, de inmediato se refleja en inseguridad en los mercados bursátiles y financieros globales.
Cada bala que se dispara, cada bomba que destruye vidas e infraestructura, incrementa las sanciones y afecta el sistema financiero de Rusia. os activos de los bancos han sido congelados, un número creciente de compañías globales dejaron ya de hacer negocios con Rusia y con una Ucrania que está siendo devastada.
Hoy tiemblan todas las naciones que después de la caída de la cortina de hierro optaron por llevar una vida libre y tener un sistema democrático. El daño humanitario es tremendo en vidas, desplazamientos forzosos y desmembración de familias. Igualmente, en materia de la seguridad física y alimentaria de las naciones.
Cada bala que se dispara afecta la seguridad alimentaria de los países importadores y las exportaciones de aquellos que se verán obligados a reducir sus ventas a otras naciones.
El problema de encarecimiento de los aceites comestibles ya afecta la economía y los costos de todas las cocinas del mundo y de todas las proveedurías. Rusia y Ucrania son grandes exportadores globales de alimentos básicos. Ucrania aporta el 50% del aceite de girasol que consume el mundo y para entender la magnitud del problema digamos que la India, importa el 70% del aceite de Girasol que consume.
La gran despensa Ucraniana, que históricamente alimentó a Rusia y luego a la Unión Soviética todo el siglo pasado, es hoy el quinto exportador mundial de maíz. En 2019 Ucrania exportó al mundo casi 36 millones de toneladas métricas de maíz. Rusia y Ucrania juntos, le reportan al mundo el 20% de la producción de maíz. En consecuencia, se encarecerán muchos alimentos y bebidas de consumo humano, los concentrados para animales y sin duda toda la producción agropecuaria. Ucrania es el mayor proveedor de maíz de la China, lo cual representa un 30% de las importaciones actuales del gran poder emergente.
Pasando a los demás granos, Ucrania produce el 10% del trigo que se exporta a todo el mundo; y Rusia es el mayor exportador de trigo del mundo, con una participación del 20% del comercio mundial. En 2021 el 70% del trigo ruso se vendió en su mayoría para el Oeste Asiático y el África, lo cual quiere decir que estas regiones ahora van a tener que pagar mucho más caro todos los derivados del trigo, siendo ellos gran parte de su base alimenticia. En materia de cebada y arroz, Europa depende principalmente de Ucrania, mientras los mercados mundiales de estos granos necesariamente van a tener disrupciones enormes.
Esta guerra pone a tambalear los mercados y el debido equilibrio o balance entre oferta y demanda de energía, alimentos, fertilizantes, minerales y metales incluidos, el oro, las piedras preciosas y otros artículos que preservan valor en las crisis.
Ucrania está catalogado entre los países con grandes reservas de carbón, de petróleo, de hierro, manganeso, titanio, circonio, caolín, sulfato de potasio y de sodio, y por tanto es un gran productor y exportador de fertilizantes. Para dar un dato, el 42% de la urea que consume nuestra agricultura provenía de Ucrania.
Esta guerra sin duda ya afecto todo el funcionamiento global de movilidad, encareciendo el transporte aéreo y de carga naviera. Actualmente están suspendidas las operaciones portuarias del Mar Negro, lo cual se suma al problema logístico que ya venía experimentando el transporte global en materia de costos, disponibilidad y demoras.
Esta guerra significa para todas las naciones, una drástica importación inflacionaria. Lo cual sin duda creará descontento social asociado a una menor discrecionalidad de ingreso disponible y una merma en el ingreso real, un factor tan determinante para la estabilidad democrática, especialmente en épocas electorales. Las monedas perderán mucho valor y el mundo parece ir en reversa cuando más herramientas tiene la civilización para transformarse en lugar de autodestruirse.
Fuentes: Escrito fundamentado en información pública en la www y en apartes de traducción comentada del reporte de "Gravitas Plus, de Palki Sharma de hoy 7 de marzo de 2022."