En adelante, gracias a su proeza, muchos miles de pequeñitos que tenían todo el derecho a vivir y a soñar serán impunemente asesinados antes de ver la luz. Y los cinco togados que tal barbaridad establecieron con su veredicto homicida, estarán pensando en su próximo asalto: ya no hasta las veinticuatro, sino hasta las treinta y seis semanas quien quiera podrá destrozar a un bebé en el seno materno. ¿Qué más da? ¿Si con veinticuatro semanas su derecho a vivir no era intangible, por qué a las treinta o treinta y seis sí habría de serlo?
Nosotros, frente al griterío triunfante de los infanticidas, seguiremos clamando: ¡No al aborto! Matar a un inocente no puede ser un derecho.
* Formador, seminario mayor, Ibagué, Colombia.