La senadora Cabal le exigió en días pasados a la Justicia Especial de Paz (JEP) entregar la lista completa de nombres de las supuestas 6.402 personas que la JEP califica de “falsos positivos”. Tal cifra fue lanzada por primera vez en febrero de 2021 por un directivo de esa oficina con el fin de impresionar a la opinión. Empero, esa cifra asombró a los conocedores del tema pues nunca las autoridades habían hablado de 6.402 “falsos positivos”.
Es totalmente lógico que, si la JEP tiene 6.402 expedientes de esa naturaleza, lo menos que puede dar a la opinión, en aras de un rendimiento de cuentas transparente de su actividad, es la lista con nombres y apellidos completos --y demás detalles de lugar, tiempo, modo y otras circunstancias-- sobre la suerte corrida por esas supuestas víctimas. Pero la JEP se ha negado hasta ahora a dar esa lista de nombres.
No darla, hacer el sordo y el mudo ante un pedido legítimo de una candidata presidencial, invita a pensar que algo obscuro trama la JEP detrás del lanzamiento de esa cifra a secas. Muchos pensamos que la JEP no da noticia ni detalle alguno sobre esos 6.402 “falsos positivos” porque si los diera correría el riesgo de verse sometida a una fuerte corrección. ¿De dónde sale esa cifra si en febrero de 2020, la justicia colombiana no sabía siquiera la cifra exacta de los llamados “falsos positivos”? (2) Entre la JEP y la Fiscalía de Colombia hay divergencias sobre ese tema.
¿La JEP quiere presentar como “falsos positivos” los nombres de guerrilleros muertos en combate? ¿No lo ha hecho antes con efectos negativos? ¿No ha sido incitada por los falsarios de la propaganda fariana a inventar una gran masa de “falsos positivos” que no existen?
No sería la primera vez que los intoxicadores de la opinión fabrican “pruebas” que no lo son y que ellos hicieron valer como si lo fueran para golpear a héroes militares que habían derrotado a los terroristas. ¿No fue ese el caso, entre otros, del coronel Alfonso Plazas Vega, quien fue absuelto por la justicia después de haber sufrido siete años de injusta detención por cuenta de una fiscal fanatizada que fabricó identidades y audiencias que nunca existieron?
Llama la atención que haya sido la señora Urrejola quien substituye a la JEP al momento de responderle a la senadora Cabal. Y que responde con una cabriola en lugar de responder con seriedad. María Fernanda Cabal no niega el punto de los falsos positivos, pues los hubo cuando Juan Manuel Santos era ministro de Defensa. Esas 19 muertes extrajudiciales fueron denunciadas y varios soldados fueron juzgados y condenados. Esos procesos demostraron que esos crímenes no habían hecho parte, jamás, de una política del Estado, ni de los altos mandos, ni del gobierno. Hasta hoy nadie ha probado tal extremo.
Como no tienen de qué agarrarse, los mamertos hacen lo de siempre: inventan primero una pequeña mentira y la dilatan gradualmente hasta que, meses o años después, ésta alcance dimensiones colosales. Y de la cantidad saltan a la calidad, para imponerle a las sociedades sus imposturas. Era lo que Frederic Engels decía a los comunistas de su tiempo: la cantidad puede devenir calidad en un cierto momento. Ese es todo el arte de ellos para impulsar sus “verdades”.
Fieles a ese método, de los 19 pasaron a 44 casos. Después organizaron la competencia para ver quien daba la cifra más abultada. Petro fue uno de los primeros en saltar al ruedo. Después lograron que Human Rights Watch incrementara las cifras de manera sistemática: a cada comandante de las Fuerzas militares le pegaba en la frente una cifra de fusilados fuera de combate, desde el general Mario Montoya, en 2008, hasta el general Nicasio Martínez, en 2018. Y así hasta hoy. Sin nombres, sin pruebas. Cifras y cifras. Las explicaciones de los altos mandos eran inaudibles pues la maquinaria arrasaba con todo. ¿Ese jaleo para qué? Para que los comparsas del exterior griten que Colombia tiene un Ejército asesino.
Ahora la señora Urrejola simula no entender el desafío que la candidata María Fernanda Cabal le plantea a la JEP al decir que la CIDH “tiene varios casos” sobre el tema de falsos positivos. Pero “varios casos” son algo muy distinto de los pretendidos “6 402 casos”. Una cosa es lo particular y otra lo general.
Sin decirlo de frente, Antonia Urreola admite entre dientes que no está segura de que el embuchado de la JEP sea creíble. Ella dice: “entendemos que los falsos positivos existen”. Ella se distancia del vocero de la JEP al utilizar la fórmula “entendemos”. Ella dice así que ella ha oído que existen “varios casos” de falsos positivos. Al negarse a recitar la cifra que inventa la oficina JEP ella se protege: no faltará el día en que los analistas imparciales del fenómeno “falsos positivos” revelen que lo de los 6 042 casos no fue más que una operación de burda propaganda revolucionaria.
(1).- https://www.kienyke.com/politica/falsos-positivos-existen-cidh-responde-maria-fernanda-cabal
(2).- Ver el artículo “La JEP y sus pescas milagrosas” en mi libro Colombia, el terror nunca fue romántico (Cangrejo Editores, Bogotá, 2021).