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¡Ante un país que podría morir!
Por José Alvear Sanín
La Linterna Azul, Bogotá
http://www.lalinternaazul.info/2021/09/06/editorial-ante-un-pais-que-podria-morir/
Periódico Debate, Bogotá
http://www.periodicodebate.com/index.php/opinion/columnistas-nacionales/item/31093-%C2%A1ante-un-pa%C3%ADs-que-podr%C3%ADa-morir/
6 de septiembre de 2021
Con un gran libro, Colombia, el terror nunca fue romántico, que Cangrejo- Editores acaba de publicar, Eduardo Mackenzie advierte que “[el nuestro] es un país que podría morir, porque las instituciones liberal-conservadoras que sus líderes y ciudadanos edificaron durante más de 200 años con tantos sacrificios (…) están siendo demolidas (…) fuerzas totalitarias quieren transformar a Colombia en un satélite miserable de Cuba, Venezuela y Nicaragua.”
Así arranca la más reciente obra del principal analista e historiador de la permanente intentona del partido comunista colombiano por conquistar el poder. Es verdad que este nunca pudo triunfar, ni electoral ni militarmente, pero a partir del acuerdo de La Habana logró —como afirma Mackenzie— “parcelas del Estado y de la sociedad”.
En efecto, “la negociación con las Farc fue una obra maestra de la revolución palaciega, obtenida por las vías de hecho, que condujo a la capitulación del Estado democrático ante las ambiciones del narco-comunismo”.
El primero y gran libro de Eduardo Mackenzie, Las Farc, fracaso de un terrorismo, en dos tomos que suman 485 páginas (Random House-Mondadori, Bogotá, 2007), es, sin duda alguna, la mejor y más completa historia del comunismo nacional a través de sus vicisitudes y de su gran herramienta, la más criminal y despiadada guerrilla.
La desgracia mayor de nuestra historia es que la derrota de ese terrorismo —lograda a principios del siglo xxi con un gran costo social y humano—, que auguraba una vigorosa época de progreso nacional, haya sido transformada, en la mesa de negociación habanera, en la demolición institucional que condujo al actual gobierno de transición, y que puede llevarnos al abismo, si dentro de nueve meses el electorado, desorientado por unos medios falaces, políticos corruptos y el dinero inagotable del narcotráfico, se deja llevar por las sirenas de la demagogia promesera y dadivosa.
Formalmente, el libro recopila los artículos de su autor en 2020 y algunos del presente año, escritos para su infatigable blog y para los medios democráticos que los publican, pero en realidad constituye un completo e implícito análisis sobre la teoría y la praxis marxistas actuales en nuestro país, porque Mackenzie trata los asuntos siempre como calificado ensayista. En su trabajo subyace un conocimiento profundo del tema, de la realidad nacional y del contexto global dentro del cual se mueve la bien planificada estrategia que puede acabar con nuestra democracia y con el futuro de todos.
Eduardo, además, escribe muy bien. Todas sus páginas unen amenidad, precisión y observación original, para iluminar al lector sobre el trasfondo aterrador del proceso revolucionario, sigiloso y eficaz, que está socavando día y noche la sociedad colombiana.
Para quienes lo hemos seguido, el repaso de sus escritos permite apreciar mejor la estatura intelectual y moral de este campeón de la democracia, pero a quienes lo descubran gracias a este libro ya no les será posible continuar despreocupados frente al peligro supremo que tantos no quieren ver.
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“Colombia, el terror nunca fue romántico”
Por Eduardo Mackenzie
La Linterna Azul, Bogotá
http://www.lalinternaazul.info/2021/09/06/prefacio-en-colombia-el-terror-nunca-fue-romantico/
6 de septiembre de 2021
Nota de La Linterna Azul: Con el permiso, tanto del autor como del editor del libro (Cangrejo Editores, Bogotá, agosto de 2021) * nos complace publicar el prefacio del profesor Eduardo Mackenzie.
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Colombia es un país en peligro. Es un país que podría morir. Las instituciones liberales-conservadoras que sus líderes y ciudadanos edificaron durante más de 200 años, con tantos sacrificios, tras la independencia de España, están siendo demolidas. Fuerzas totalitarias quieren transformar a Colombia en un satélite miserable de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Durante más de 70 años, sin interrupción, Colombia sufrió los ataques de cinco aparatos armados comunistas, organizados por Moscú, Pekín y La Habana. A pesar de las masivas atrocidades y devastaciones que cometieron, esas guerrillas y sus partidos legales no lograron que Colombia, para defenderse, renunciara a sus fundamentos democráticos.
Como no triunfó, la subversión logró al menos penetrar y controlar parcelas del Estado y de la sociedad. El poder judicial, el aparato escolar-universitario, el movimiento sindical están hoy, entre otros, bajo esa nefasta influencia. Y lo que es peor: en 2010 lograron que un sector de la élite de gobierno ayudara a tal demolición. La “negociación de paz” que un presidente de la República, Juan Manuel Santos, abrió con las Farc fue una obra maestra de revolución palaciega obtenida por las vías de hecho: condujo a la capitulación en regla del Estado democrático ante las ambiciones del narco-comunismo. Negociado en La Habana e implementado durante ocho años por Santos, el pacto de éste con las Farc fue rechazado por los colombianos en el referendo del 2 de octubre de 2016.
Santos pasó por encima de la voluntad popular. Obligó a las fuerzas militares a reducir su estrategia anti Farc y el desastre político, económico, moral e institucional se hizo visible: la guerra híbrida continuó, el narcotráfico se triplicó y la justicia politizada estuvo a punto de declarar la muerte civil de Álvaro Uribe, el principal enemigo de los pactos en Cuba, el popular expresidente que en sus ocho años de gobierno derrotó a las Farc e impidió que Hugo Chávez se apoderara de Colombia. En el periodo de Santos, el Centro Democrático, partido uribista, fue objeto de violentos ataques de las bandas armadas y del poder central. Las Fuerzas Armadas fueron paralizadas y las Farc recuperaron el terreno que habían perdido. Los “acuerdos” firmados en La Habana, un texto de 310 páginas, fueron elevados por el gobierno Santos al rango de adiciones “irreversibles” de la Constitución. “Señores hemos perdido la patria”, declaró el ex ministro y periodista Fernando Londoño, cuando JM Santos obligó al Congreso a validar, mediante un procedimiento inconstitucional, los arreglos de La Habana, el 5 de diciembre, que el país había rechazado en el referendo dos meses antes.
Las Farc burlaron los acuerdos: no entregaron sus armas ni los niños que estaban en sus filas y las centenas de miles de víctimas dejadas por la aventura revolucionaria no fueron indemnizadas. Las Farc ganaron en todos los terrenos. Hasta pudieron crear un tribunal “especial”, la JEP, dedicado a absolverlos penalmente. Y, nota cumbre, 10 de sus jefes más crueles llegaron al Congreso de la República sin ser elegidos por nadie. Y para llevar a la incandescencia la humillación de los colombianos, JM Santos obtuvo el Premio Nobel de la Paz.
¿Colombia terminará gobernada por émulos de Hugo Chávez? El gobierno de Santos abrió las puertas a eso: eliminó la fumigación aérea de los cultivos ilícitos y declaró esa nefasta actividad como “delito político”. Así, algunos “desmovilizados” y los “disidentes” de las Farc pudieron continuar en ese negocio. En 2022, el candidato de esa corriente podría ganar la elección presidencial, según algunos sondeos de opinión.
Los artículos que el lector tiene en sus manos describen estos problemas. Hacen parte y estimulan el debate de ideas que conoce Colombia e intentan decodificar las supercherías de los actores armados y examinar las amenazas que penden sobre la continuidad del régimen democrático-republicano.
La destrucción del lenguaje es otro tema que el libro aborda. No hay proyecto “revolucionario” que no intente manipular o incluso abolir el lenguaje corriente de la sociedad atacada. El objetivo es substituir el sentido habitual de las palabras por términos y razonamientos desprovistos de sentido, o deslizar el sentido de las palabras hacia su contrario: la noche es día, el caos es orden, el mal es bien, etc. El objetivo de esa maniobra es paralizar el pensamiento crítico, tan peligroso para las ideologías totalitarias, y crear la “estupidez protectora”, definida por George Orwell en su famosa novela 1984.
En Colombia conocemos bien el caso de la palabra “secuestro”, permutada por los agresores en “retención”. La propaganda izquierdista perjudicó nuestra lengua sin que el fenómeno haya sido estudiado. Lo hizo para extraviar la justicia, dormir los espíritus y cambiar el pasado. Así, la revuelta violenta e incendiaria fue transformada en “paro cívico”. La más reciente maniobra lexical es quizás esta: el bloqueo de autopistas, calles y barrios enteros, con balaceras y emboscadas mortíferas contra civiles y policías, es presentado ahora como “marchas pacíficas” y “protestas sociales”.
Estos textos fueron publicados tal cual a lo largo de 2020 y de los primeros seis meses de 2021 en periódicos, noticieros radiales y revistas electrónicas de Colombia como El Mundo e IFM Noticias, ambos de Medellín, en La Hora de la Verdad, de Bogotá, Dreuz Info, de New York, Costa Noticias, de Barranquilla, así como en los portales web La Linterna Azul, Contexto Ganadero, El Expediente y el Periódico Debate, todos de Bogotá.
Pero ninguno de estos artículos pertenece al pasado. Todos se abren y exploran los temas que ocupan la candente actualidad política colombiana.
* Cangrejo Editores
phone: +571 2766440
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website: www.cangrejoeditores.com
address: Transversal 93 # 63-76 Int 16 Bogotá –Colombia
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Santiago Abascal, líder de Vox, hace llorar a la izquierda mexicana
Por Raul Tortolero
Libertad Digital, Madrid
https://panampost.com/raul-tortolero/2021/09/05/santiago-abascal-vox-izquierda-mexicana/
5 de septiembre de 2021
El presidente del partido español Vox, Santiago Abascal, agitó a fondo las aguas políticas de la izquierda y de la derecha.
Vox, un partido conservador de España, y que ha ido creciendo como ningún otro en los últimos cinco años, expande ahora su influencia más allá de sus fronteras. Su líder nacional. Santiago Abascal, visitó México el 2 y 3 de septiembre, estando presente en un evento a favor de la mujer, organizado por el Partido Acción Nacional en el Senado, y en una comida en la que estuve presente al día siguiente. La sola presencia de Abascal en México agitó a fondo las aguas políticas de izquierda y de la derecha. Vino también a sumar firmas para la Carta de Madrid, una oportuna iniciativa que sirve de contrapeso al Foro de Sao Paolo, ese nido de marxistas depredadores del erario y la salud públicas.
Hizo llorar a la izquierda, lo que era previsible. Pero también a algunos de esa derecha demasiado centrista que al hacer concesiones para supuestamente ganar más votos, diluye su identidad fundacional, difumina su naturaleza conservadora, y le pese a quien le pese, demócrata cristiana.
México es un país en donde la izquierda comunista, heredera de 1968, se encargó de insistir durante décadas en que ser de derecha era sinónimo de represión, o bien, de riqueza absoluta, por lo que sólo podrían suscribir tal ideología los multimillonarios y sus cómplices en el gobierno. Si eras un profesionista, médico, abogado, contador, periodista, de clase media, o bien, mecánico, chofer o mesero, de clase popular –según la narrativa de esa izquierda estalinista–, no podías de ninguna manera ser alguien de derecha. Si alguien se refrendaba como de “derecha”, se le juzgaba como alguien desubicado, porque por su pertenencia a la clase media o popular, le correspondía, según el guión socialista, ser de izquierda.
Y eso significaba promover la revolución armada, que en tanto llegaba, sólo acentuaba el enfrentamiento social entre pobres y ricos, como ahora lo hace el marxismo posmoderno, polarizando con sus nuevos supremacismos maoístas, a mujeres contra hombres, homosexuales contra heterosexuales y raza negra o indígena contra las de origen europeo.
Más de raíz, México carga con el peso histórico de la Guerra de Reforma (1858 y 1861) y sus consecuencias legales y culturales, entre las cuales está el “juarismo”, que se expresa en interpretar la separación Estado-Iglesia, y el laicismo estatal, no como que la inexistencia de una religión oficial, de Estado, y la libertad religiosa para todos, sino como borrar del mapa toda expresión religiosa dentro del gobierno, de las escuelas y de todo espacio público. Esa es la herencia de los “liberales” del siglo XIX, el destierro de Dios de la vida gubernamental, de la vida pública, del oficialismo, de la cotidianidad. El juarismo inventa que todo lo religioso sea sólo “puertas adentro”. Eso debe terminar ya: la libertad religiosa es un derecho humano.
Para no ir más lejos, en Estados Unidos el presidente de la Nación toma posesión de su cargo jurando sobre una Biblia e invocando a Dios, sea del partido Republicano o del Demócrata. Los dólares incluso llevan impresa la frase: “Confiamos en Dios”. En este contexto, en México ha permeado un viejo terror “liberal” y más bien “socialista”, ambos encarnados por el PRI –partido cuya dictadura gobernó durante 7 décadas- a los conservadores, y a la “derecha” en general. Los ministros de culto pareciera no tienen derechos humanos, especialmente los políticos, ya que no pueden participar en puestos de elección popular. En Brasil, esto es muy diferente, y vemos ministros de diversos cultos, en su mayoría cristianos, activos en la vida política y social.
Por ello era previsible que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien se autodefine cada día como “liberal”, cuando es un socialista en realidad, pusiera el grito en el cielo con la llegada de Santiago Abascal, a quien de inmediato endilgó calificativos que muestran más mala leche que desconocimiento, ya que no se trata, ni lejanamente, de un político racista, ni clasista, ni homófobo, ni “ultraconservador”.
En México los conservadores corremos peligro, ya que desde el poder, desde la Presidencia, a diario se alienta el odio, la repulsión y la persecución contra nosotros. Ser conservador en México, en tiempos del obradorismo, es un pecado y casi un delito, es sinónimo de lo más retrógrado y maldito del espectro político. Los conservadores son los villanos favoritos del régimen socialista actual.
Pero Santiago Abascal vino para sumar firmas a la Carta de Madrid, a la que se adhirieron 16 senadores más, y algunos otros legisladores. Julen Rementería, el valiente coordinador de los panistas en el Senado, firmó. También mis amigos Marco Antonio Gama y Guadalupe Murguía, y Víctor Fuentes, Roberto Juan Moya Clemente, Nadia Navarro, Indira Rosales, Mayuli Latifa, Gina Cruz, Minerva Hernández, y Lily Téllez. Cabe recordar que la congruente senadora y amiga Alejandra “Wera” Reynoso, de Guanajuato, ya había firmado el documento desde hace un año, junto con la gran luchadora provida, la diputada Elsa Méndez, de Querétaro, Eduardo Verástegui, y su servidor, entre otros, por parte de México.
La izquierda se cree su propia propaganda negra, en lugar de estudiar el contenido de tal documento. En uno de sus puntos, la Carta de Madrid estipula la defensa del “Estado de Derecho, el imperio de la ley, la separación de poderes, la libertad de expresión y la propiedad privada”, como elementos “esenciales”. ¿Dónde está el racismo y todas las tonterías que inventan los allegados a la mafia del Foro de Sao Paolo, donde se agrupan los comunistas de todo el continente? Puras patrañas. Y pensar que en su nido de alimañas hay terroristas, narcos, asesinos y dictadores.
El dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, no se quedó callado tampoco. No tardó en querer capitalizar la llegada de Abascal y pasarle la factura al PAN. El acercamiento del PAN con el partido de “la ultraderecha” española, Vox, “representa una ofensa, una traición a la patria y evidencia el verdadero rostro de los panistas, su inclinación por el autoritarismo y demuestran que lo único que anhelan es un retroceso en el país”, dijo. Lo dice quién es muy amigo de Pablo Iglesias, el líder de Podemos, esa expresión progresista española señalada por haber presuntamente financiado a Morena.
Más exactamente, Podemos habría desviado a Morena 308,254 euros, de dinero público cuyo destino original era gastos electorales, en abril de 2019. El presidente López Obrador dijo de Abascal y de Vox: “Son ultraconservadores, fascistas, clasistas, racistas y corruptos”. A lo que el líder español reviró: “Ninguna declaración de quienes se abrazan a tiranos y protegen a narcos va a impedir nuestra causa a favor de la libertad, los derechos y la prosperidad de las naciones. Mi agradecimiento a todos los mejicanos que nos han hecho sentir como en nuestra casa. ¡Viva Méjico!”.
Y de la misma manera se despidió Santiago Abascal de los comensales en la comida que compartimos el viernes 3 de septiembre, con un “Viva México”. Abascal es un tipo de empuje, astuto y prudente. Va a regresar a México. Lo estaremos esperando, porque es bienvenido y la derecha hispanoamericana debe estar unida. Toda división le abona al Foro de Sao Paolo. En tanto, el PAN debe decidir si deja su doctrina a un lado para intentar obtener votos de los progresistas, o bien, se fortalece retomando su identidad histórica.
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Vox exige acciones diplomáticas contra el embajador de Cuba en España
Por Maite Loureiro
Libertad Digital, Madrid
https://www.libertaddigital.com/espana/politica/2021-09-01/vox-exige-al-gobierno-acciones-diplomaticas-contra-el-embajador-de-cuba-en-espana-por-llamarles-fascistas-6813437/
1 de septiembre de 2021
El partido Vox registró ayer una Proposición no de Ley en el Congreso para instar al Gobierno a que presente una queja formal ante el embajador de Cuba en España, Gustavo Machín, por sus declaraciones sobre el partido durante una entrevista a una televisión online llamándoles "fascistas". "Es fascismo, tengo que decirlo, es fascismo", reiteró en varias ocasiones.
En la proposición, a la que ha tenido acceso Libertad Digital, exigen acciones diplomáticas para su posterior discusión en la Comisión de Asuntos Exteriores. Machín aseguró también que "aquellos que piden democracia para Cuba están aupados por la extrema derecha que dice que el franquismo es lo mejor que ha pasado, lo digo por Vox". Una opinión muy diferente a la que manifestó sobre el PSOE, del que dijo, durante la misma entrevista, que "es un partido con el cual tiene una fluida comunicación". Sobre Podemos aseguró que "tiene una excelente comunicación y agradece la postura que ha tomado con la campaña mediática contra su país", en referencia a las masivas manifestaciones que se han producido en Cuba contra el régimen comunista de los Castro, que ha respondido con más represión deteniendo a varios opositores.
Los argumentos jurídicos
La formación recurre al Convenio sobre Relaciones Diplomáticas firmado en Viena el 18 de abril de 1961, ratificado por España y Cuba, que en su artículo 41.1 dispone que: "Sin perjuicio de sus privilegios e inmunidades, todas las personas que gocen de esos privilegios e inmunidades deberán respetar las Leyes y Reglamentos del Estado receptor y están obligadas a no inmiscuirse en los asuntos internos de ese Estado". Vox sostiene que "el embajador no sólo ha realizado unas inaceptables declaraciones acerca de la tercera fuerza política de España, sino que ha violado las disposiciones del Convenio al inmiscuirse en los asuntos internos de nuestro país".
El precedente de Rajoy
En el texto registrado se refieren a un precedente que tuvo lugar en el año 2018, cuando el Gobierno presentó una protesta formal ante la Organización de Estados Americanos por las declaraciones que realizó su secretario general, Luis Almagro, contra el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, al que llamó "imbécil" por su papel de mediador en Venezuela. La queja exigía respeto para Zapatero al considerar que las declaraciones también dañaban la imagen de España. Vox sostiene que, "al igual que ocurrió en el año 2018, las inoportunas y erróneas afirmaciones del embajador de Cuba en España son merecedoras de protesta por parte del Gobierno por verter graves injurias sobre el tercer partido de España" y "dañar la imagen de nuestro país".
La proposición está firmada por la secretaria general del grupo, Macarena Olona, y los diputados Alberto Asarta, Víctor González Coello, Agustín Rosety, Víctor Sánchez del Real y Emilio Jesús del Valle. Vox ya registró en el Congreso el pasado 18 de agosto una pregunta al Gobierno para que responda "si va a exigir a las autoridades cubanas la liberación inmediata del líder de la Unión Patriótica de Cuba, José Daniel Ferrer, y los ciudadanos cubanos procesados por su participación en las históricas manifestaciones del 11 de julio".
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