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María Isabel Rueda  

Correos y videos revelan las estrategias de las Farc y dejan clara su cercanía con Piedad Córdoba.

Sorpresivamente un cercano exasesor de Piedad Córdoba volvió a rescatar la posibilidad de que este país reabra un capítulo que olímpicamente se saltó: el de la ‘Farcpolítica’.

El primer gran revés ocurrió cuando la Corte Suprema de Justicia determinó la ilegalidad de los computadores allanados en el operativo operación Fénix contra ‘Raúl Reyes’, alegando violación de su cadena de custodia.

De no haber sido así, la historia de las Farc estaría desde hace rato ya toda escrita y documentada. Y hasta habría permitido una negociación menos laxa con las Farc en La Habana. Los computadores de ‘Reyes’ contenían miles de correos y videos que revelaban el ‘modus operandi’, los cómplices y las estrategias de las Farc, y que dejaban clarísima la cercanía con las Farc que tenía Piedad Córdoba, rebautizada por ‘Reyes’, según sugiere esa información, como ‘Teodora Bolívar’.

Hasta Interpol intervino en su momento para corroborar que aunque se había accedido al contenido de los computadores, se respetó lo que llaman la “mismidad” de la prueba. Pero en aras de la discusión, vamos a aceptar que sí hubo fallas en la cadena de custodia de esos computadores.

Sucedió que, con el curso del tiempo, su contenido se fue confrontando, corroborando y ratificando mediante otros dispositivos incautados; por ejemplo, los de ‘Jojoy’ en la operación Sodoma, y los de ‘Alfonso Cano’ en Odiseo. Concluyéndose que existían rasgos idénticos en mucha información compartida entre unos y otros. Si era válida y lícita la información obtenida en los computadores de ‘Jojoy’ y de ‘Cano’, ¿por qué siguieron siendo ilícitas unas pruebas exactamente iguales encontradas en los computadores de ‘Reyes’? Sencillo. Porque la Corte Suprema prefirió privilegiar el procedimiento sobre el contenido. Y no solo eso. Lo que los correos de ‘Teodora’ relataban de sus actividades fue corroborado a través de interceptaciones telefónicas legales de la Fiscalía, reconstrucción de sus desplazamientos y los testimonios de un ucraniano que se infiltró en las Farc en el 2007. ¡Cómo sería que el propio Roy Barreras, hoy su compañero en las listas del Pacto Histórico, denunció penalmente a Piedad por hacer apología de las Farc en sus actos públicos!

Pero vamos a lo de fondo. Según los computadores, Piedad es responsable de dos tipos de conductas. Una, haber montado una empresa que ayudaba a los exportadores colombianos a que el gobierno Maduro les pagara sus deudas. ¿Y por qué eso es ilegal si lo hace ‘Teodora’ y no si lo hace cualquier abogado en esa actividad legal?

La respuesta es que los buenos oficios de ‘Teodora’ estaban basados en una componenda para mover hilos políticos a su conveniencia con Chávez y Maduro, que rayaba en un bastante inmoral tráfico de influencias. Los beneficiarios escogidos eran los que le acomodaran políticamente, y no todos los colombianos necesitados. Tampoco los ayudaba por razones humanitarias, ni sirviendo a un acto justo, sino para obtener un aprovechamiento ilícito, hablándoles al oído a sus fichas venezolanas. Esos servicios de Piedad no obedecieron a criterios de justicia, ni del derecho. Puede que en muchos casos hayan resultado provechosos, pero fueron inmorales, porque no se inspiraban en la defensa de la dignidad humana ni de la integridad de las personas.

Algo parecido se puede preguntar sobre sus buenos oficios para liberar secuestrados. De hecho, muchos salieron agradecidísimos con Piedad porque recuperaron su libertad, sin importar sus motivaciones. Pero no es así de fácil. Está de por medio la inviolable dimensión moral del ser humano. Que primero vulneraron quienes secuestraron a esas personas, y que luego pisoteó la compinche de los secuestradores.

¿Que los actos de Piedad fueron útiles? Pues, sí. Muchos secuestrados volvieron a la vida. También habrían sido meritorios, si su propósito fuera recuperar la dignidad moral de los secuestrados, que perdieron al ser tratados como mercancía.

Pero alcanza ribetes de abominable motivación que no la inspiró la libertad humana. Lo que había en el fondo era principalmente la obtención de unos réditos políticos, según su exasesor, que implicaba que unos secuestrados fueran devueltos bien arregladitos, que no los mostraran encadenados para que las Farc no quedaran como monstruos, y que a otros les demoraran su liberación, porque cautivos, todavía podían exprimirles su utilidad. Y eso... lo diseñaba Piedad.

Si la justicia colombiana se “aculilló” ante la primera contundencia evidente de la ‘Farcpolítica’, regodeada la Corte como estaba en ese momento con el destape de la ‘parapolítica’, la frustración podría repetirse.

Y bajo el paraguas del Pacto Histórico, la supuesta ‘Teodora’ todo lo resuelve con una frase mágica: esto no es más que una persecución política contra Piedad.

https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 20 de febrero de 2022.

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