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María Isabel Rueda  

¿Le pasará a este gobierno como en el 8.000, cuando el Presidente siguió, pero se acabó el gobierno?

Hace poco dije en una columna: “Este puede llegar a ser el gobierno más corrupto en la historia de Colombia”. Y a quienes les pudo parecer exagerado, el tiempo me viene dando aceleradamente la razón.

Quién iba a imaginar que el ‘golpe blando’ al que tanto le teme el presidente Petro no saldría de sus tradicionales adversarios, como el Centro Democrático, o de las cortes, o de las ‘ías’, ni de las protestas que logre sacar a la calle la oposición. Sino de su propio hijo, Nicolás Petro, quien ha estado dedicado, desde que su padre era alcalde, a cuadrarse su platica mediante favores, por “ser vos quien sois”.

Aunque ahora Samper intente excusar a Petro diciendo que las andanzas de su hijo también fueron a sus espaldas, hay cosas que no cambian desde el 8.000. Otras sí han cambiado. Entre las primeras está la ley universal de que quien dona plata a una campaña tiene en la mira que se entere el beneficiario. Los donantes de la campaña Petro estaban convencidos de que enviaban a través del hijo del candidato esos fondos, directo a la campaña presidencial. Otra ley es que para esa entrega de dineros ilegales no se usa entregar cheques, ni pedir recibos. Y alrededor de esas movidas de plata clandestina hay una cadena clientelista y de nepotismo, de la cual se señala como uno de los principales responsables al estadista exministro del Interior Alfonso Prada, ahora embajador en Francia.

Pero algunas cosas sí han cambiado desde el 8.000. En el 2017, el congresista Edward Rodríguez, calladito, fue impulsando un proyecto de ley y, sin que se dieran mucha cuenta sus colegas, lo pasó. Pues este convirtió la violación de los topes máximos de una campaña, que en épocas de Samper era apenas una falta disciplinaria, en un delito penal; que no solo cuando sucede compromete al representante legal de la campaña, sino al propio candidato. En este caso, al señor Ricardo Roa (presidente de Ecopetrol), que por las declaraciones de Petro júnior ya automáticamente tendrá que rendir declaraciones. Y al presidente Petro, por cuenta de quien queda más comprometida la “comisión de absoluciones de la cámara” a comportarse como una de “acusaciones”, aunque depende. Veremos si el representante acusador, el congresista Alirio Uribe, incondicional seguidor de Petro, se comporta como un juez o no.

Y una cosa más: ¿le pasará a este gobierno como en el 8.000, período en el que el Presidente siguió, pero se acabó el gobierno?

A diferencia también del 8.000, este es un proceso que empieza ya con prueba reina, que son los wasaps, los testimonios de Daysuris y ahora la confesión de Nicolás, mientras que cuando Samper se nos fue el tiempo esperando a que esta apareciera. Y apareció finalmente en cabeza del exministro Fernando Botero, que se tiró todo cuando dijo que él no sabía nada, pero que sí sabía que Samper sabía del dinero de los Rodríguez.

Lo irónico es que este escándalo comenzó por una infidelidad, la de júnior a Day; y luego fue agravado por los mensajes del Presidente sobre su hijo, al que dice que no crio; y, finalmente, su petición de que madure. Ahora le pide ofensivamente que no se arrodille ante su verdugo por decir la verdad y lo acusa de estar siendo presionado por la Fiscalía para que termine enfrentado el hijo con el padre, cuando Nicolás ha sido muy claro en que sus declaraciones ante la Fiscalía ocurren libremente, sin ninguna presión. Pero en este episodio pasa lo peor: el hijo no solo les pone conejo a los narcos, sino a su propio padre. Porque si la Fiscalía logra probar lo que denuncia Nicolás, para lo cual arsenal de pruebas tiene suficiente, el hijo se habría robado una parte de las donaciones, pero el resto habría entrado a la campaña presidencial.

Las respuestas populistas de Petro no se han hecho esperar. Así como el corrillo de áulicos se emocionó con que dejara por escrito que respetará la decisión de la Fiscalía, lo cual es su deber, también lo aplauden ahora que dice que si lo denunciado fuera cierto, “pues el Presidente tendría que irse hoy, porque no soy ni Uribe, ni Santos ni Duque”. Pero a renglón seguido empata con que quieren es tumbar al primer gobierno de elección popular y que, por lo tanto, por mandato del pueblo gobernará hasta el 2026.

Falta ver cómo se relacionan estos hechos con otros de tan horrible cadena: los ‘petrovideos’, en los que se escucha al Presidente decir “pregúntenle a Nicolás”; las platas enmaletadas de Laura Sarabia; el espeso contratista y financiador barranquillero de Petro, Euclides Torres; los chárteres en que, según Alternativa, la niñera de Laura no viajó una, sino 13 veces a Caracas: ¿qué traía de vuelta? Puede que empate con los 15.000 millones que Benedetti “levantó” para la campaña. Y hasta con el aparente suicidio del coronel Dávila, el hombre que, ya hoy tenemos confirmado, sabía demasiado.

https://www.eltiempo.com/, Bogotá, 6 de agosto de 2023.

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