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El Colombiano (Editorial)

El proyecto Hidroituango estuvo a solo 20 días de entrar en parálisis. El caso deja lecciones contundentes para la historia de quienes están obrando para pulir su imagen y quienes de verdad buscaron proteger la obra y la vida de las comunidades en riesgo.

La firma del acuerdo salvador entre Mapfre y EPM le quitó a Antioquia un enorme piano de encima; o mejor y más importante aún, le quitó de encima más de dos millones de toneladas de agua que, si se mantenía la terrible incertidumbre sobre el proyecto de Hidroituango, estaban en riesgo de derramarse sobre las comunidades río abajo, pudiendo causar una de las mayores tragedias de la historia.

El acuerdo, que se selló en la sede de la Contraloría General en Bogotá, y con el cual la aseguradora se compromete a pagar la póliza todo riesgo a más tardar el 31 de enero de 2022, produjo un alivio tal que se alcanzó a escuchar un profundo suspiro en todo el país.

Cuando se dice que se salvó Hidroituango la palabra es precisa. El proyecto estaba al borde del precipicio: faltaban apenas 20 días para que los contratistas se vieran obligados a salir de la obra, lo cual automáticamente paralizaba la construcción y dejaba en vilo la hidroeléctrica por un tiempo aún indefinido, tal vez por meses o incluso por años, si se tiene en cuenta la incapacidad que han demostrado los hoy dirigentes de EPM en diseñar una salida.

Por eso cobra especial importancia el papel jugado por el presidente Iván Duque en esta crisis. Su tarea de acercar a la aseguradora Mapfre y mantener un diálogo por varios meses con ellos, de manera discreta, fue sin duda un apoyo crucial.

También jugó un papel clave la aseguradora Mapfre y las reaseguradoras que la respaldan, que bien podrían haber alegado estar pagando la póliza conforme a lo establecido en la Ley y los contratos y negarse a girar el monto completo de afán. Incluso, podrían haber esculcado en los códigos para encontrar alguna cláusula que les permitiera apelar el fallo, puesto que Mapfre no tuvo oportunidad de una primera y segunda instancia, como lo exige la Constitución, pues la Contraloría no vinculó a la aseguradora en el primer fallo y solo lo hizo en el segundo.

¿Qué se puede decir del papel que jugaron el alcalde Daniel Quintero y el contralor Felipe Córdoba?

Quintero no tuvo la capacidad de ponerse en el lugar de la historia y con sus acusaciones de corrupción —que ni la Contraloría ni él ni nadie han podido probar— y con sus amenazas constantes de cambio de contratistas —que tampoco podía hacer porque ninguna firma está dispuesta a recibirle la obra en este momento—, en vez de solucionar un problema, lo agrandó hasta un punto que tal vez ni él mismo alcanzó a darse cuenta.

El contralor Felipe Córdoba de cierta manera lo secundó con un fallo que tiene mucho de insólito, porque a pesar de que no encontró ni un asomo de corrupción, condenó a 26 personas naturales y jurídicas en conjunto a pagar 4,3 billones de pesos. Desde el principio muchas voces le advirtieron al contralor que no se puede configurar detrimento si las aseguradoras están pagando. Y nunca dio una explicación clara de por qué no podía esperar hasta que se cuantificara el monto que iba a pagar la póliza y así saber a ciencia cierta si había detrimento o no y por cuánto.

El Contralor, era evidente, tenía afán y emitió el fallo —el primero fue en septiembre y el segundo en noviembre—. El mismo afán que tenía el alcalde Quintero de cambiar a los contratistas. Se le abona al contralor que, quizás al darse cuenta de los graves estragos que podía causar, para el segundo fallo solo introdujo un cambio: metió a la aseguradora entre los condenados para buscar una salida digna a su actuación.

La jugada le salió bien porque al final Mapfre firmó el acuerdo, presionada por el fallo. Pero no borra la responsabilidad que le cabe en el entuerto que creó. Entre otras cosas, lo que hizo la Contraloría fue ponerle un tope al pago de la póliza. ¿Qué tal que cuando acaben de evaluarse los daños el monto de la póliza sea mayor que lo aceptado en el acuerdo firmado el viernes?

El alcalde Quintero se contentó con decir, como si fuera un partido de fútbol, que él había ganado el primer tiempo y que ahora va a ganar el segundo. Y el presidente Iván Duque, sin mencionarlo, replicó: “Este tipo de proyectos no están para caer prisioneros de las pequeñeces. Se trata de pensar en grande”.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 12 de diciembre de 2021.

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