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Humberto Montero   

Les confieso que lo que me pedía el cuerpo al comenzar a escribir esta columna era refutar al mismísimo Papa. Como uno es —sin aspavientos— católico, apostólico y romano, tiene bula hasta para criticar al Sumo Pontífice por seguirle el cuento a López Obrador con el rollo ese de pedir disculpas por los supuestos abusos cometidos durante la Conquista.

Sí, aquella de cuando no había ni luz, ni internet, ni aviones y los hombres iban a caballo y blandían espadas. Es como si Jesucristo fuera acusado de misógino por no elegir mujer alguna entre sus apóstoles. Una sandez. Sin embargo, el Papa Francisco ha entrado al cuento del revisionismo más infantil pidiendo disculpas al pueblo mexicano por “todas las acciones u omisiones que no contribuyeron a la evangelización” con motivo de los doscientos años de la independencia mexicana. Sus palabras suponen un respaldo a la “política Disney” de AMLO, quien ha tachado a España de “actuar con soberbia” tras negarse a ofrecer el mismo perdón defendido ahora por la Iglesia Católica.

Sin embargo, no merece la pena defender causas ganadas. En asuntos del cielo, lo que diga el Papa Francisco va a Misa, pero en los mundanos puede equivocarse como todos. Que la Conquista fue una gesta con más claros que oscuros, un ejemplo de la integración de dos mundos y la primera globalización de la historia es un hecho que todos ustedes defienden a diario con la sangre, la cultura y la lengua de la que hacen gala.

Por eso, prefiero darle la vuelta a la tortilla. Como estoy convencido de que la Independencia mexicana no se logró con lirios en la mano y de que se cometieron todo tipo de tropelías en esos doscientos años de independencia, quizá debiera ser AMLO quien pidiera perdón. También estoy seguro de que López Obrador —cuyos antepasados participaron en la Conquista, a tenor de sus apellidos— tiene algún cadáver que ocultar. Quizá dentro de unos años nos enteremos de que un día agarró dinero que no debía, desvió de mala manera unos fondos públicos o le hizo un favorcillo a alguien a costa del contribuyente.

Una reciente investigación periodística al estilo de los Papeles de Panamá o del Paraíso ha destapado que, entre otros, un total de 3.047 mexicanos movieron fortunas a paraísos fiscales. En el caso de Colombia, en los llamados Papeles Pandora se incluyen 588 nombres de personas naturales y jurídicas del país “que figuran como dueños reales de sociedades” extraterritoriales, entre ellos millonarios, embajadores, excongresistas, grupos familiares o procesados por la justicia, además de los expresidentes Gaviria y Pastrana.

Estamos cansados de todos esos personajes que van dando lecciones creyéndonos bobos. Como el Pep Guardiola, entrenador ahora del Manchester City, que se traviste en monje budista y mea colonia cada vez que abre la bocaza. El Pep, que está en la lista de los seiscientos españoles de Pandora, también utilizó sociedades off-shore para no pagar impuestos. Estos son los genios que luego se quejan de los pocos tributos que pagan las grandes empresas, las que crean empleo de verdad, y de lo mal que están los servicios públicos. Como ven, no predican precisamente con el ejemplo.

Que los Estados son señores feudales convertidos en máquinas de recaudar, ya lo sabíamos. Que podemos rebelarnos cual Robin Hood contra el sheriff de Nottingham en cada elección, también. Mientras tanto, todos esos que echan mano del pasado con histerismo para distraer al personal se llenan los bolsillos. Aunque acabarán cayendo, no les dejemos llegar muy lejos.

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 05 de octubre de 2021.

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