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Humberto Montero    

Gustavo Petro ha estado aleccionando a los españoles, a quienes ha exigido que pidan disculpas por la Conquista. En lugar de mostrar respeto a sus anfitriones y de ensanchar los puentes entre pueblos hermanos, Petro ha llegado para enmierdar y escarbar en el pasado, no de ayer, sino de hace casi quinientos años. Lo complicado habría sido que ofreciera alguna propuesta decente, pero la utilidad no figura entre sus prioridades. Por eso le batearon en 2018.

Entonces, Petro partía también como favorito, pero todo el argumentario vacío de la “nueva” izquierda —plagado de referencias al ecologismo mal entendido; al igualitarismo imposible que nos vende la presunta equiparación de minorías, a las que se paga la fiesta con dinero de los contribuyentes; o a las energías limpias que cuestan un riñón— no le sirvió para ocultar la realidad que se escondía en su propuesta: la asfixia fiscal a la clase media y a la pequeña empresa (los ricos siempre tienen opciones para salvaguardar su patrimonio) hasta derivar en un Estado asistencial. La misma receta que puso en práctica el chavismo, del que reniega Petro porque sabe muy bien el daño que la analogía le causa.

En cada ser humano hay más átomos que estrellas en el universo visible. A tenor de los pulsos eléctricos que sirven a las neuronas para comunicarse, a lo largo de nuestra vida acumularemos hasta mil millones de pensamientos. Lo ha calculado el premio Nobel de Física Frank Wilczek: si la velocidad del habla es de dos palabras por segundo y para enunciar un pensamiento con significado necesitamos cinco palabras, salen entre cien y mil millones de pensamientos. Si descartamos los vinculados al sexo o a la comida, aún quedan muchas ideas buenas por procesar. Sin embargo, algunos políticos solo piensan en llenarse la panza.

En las entrevistas concedidas a su paso por España, Petro ha dejado claro que mañana mismo reestablecería las relaciones con la dictadura de Maduro y que, si de él dependiera, enjuiciaría al presidente Duque “por el asesinato sistemático de jóvenes”. Por lo visto, Duque deber ser un genocida al estilo Stalin y no nos habíamos enterado. Ah, también ha apostado por la mediación del expresidente español Zapatero, “lobbista” de Maduro, para lograr la paz “definitiva” en Colombia. Y es que están ustedes emperrados en vivir en un estado de guerra permanente del que solo la izquierda exguerrillera será capaz de sacarlos.

El discurso de Petro es calcado al del mexicano AMLO, al del argentino Alberto Fernández o al del español Pedro Sánchez: capaces de comulgar con Dios y con el diablo. Una supuesta nueva izquierda que reniega en público del chavismo, del social-comunismo y es capaz de comer con el Tío Sam para luego pactar con los herederos de Maduro, tender puentes con Cuba y acabar cenando con Rusia y China. Populismo retrospectivo abocado al fracaso. Porque quien vive o gobierna con el retrovisor solo puede retroceder, nunca avanzar

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 10 de febrero de 2022.

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