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Humberto Montero   

El aeropuerto de Kabul es un bazar con escenas que recuerdan a las de la retirada americana de Saigón. Semanas antes de la caída de la capital vietnamita, a finales de abril de 1975, las tropas estadounidenses habían evacuado a toda velocidad a los diplomáticos y al personal de apoyo, dejando para el último suspiro a las familias de refugiados. Por mucho que Washington se empeñe en negar las similitudes, la escapada de Kabul ha sido igual que deshonrosa.

Al Aeropuerto Internacional Hamid Karzai, en honor al presidente que nombraron primero los gringos en 2001 y que luego fue ratificado por la Loya Jirga, le queda poco de vida. Su nombre caerá como ha caído todo el país y es probable que eche el cierre en breve, pues no creo que haya muchos adictos al riesgo que estén deseando hacer turismo en el medievo más aterrador posible. Normal que decenas de afganos desesperados hayan tratado de encaramarse a los aviones en pleno despegue y que incluso se hayan dejado la vida en ello. Es mejor morir tratando de ser libres que vivir aplastados.

La Otana informó el domingo de que todos los esfuerzos se centran en garantizar la seguridad del aeropuerto, punto clave de evacuación para las delegaciones y ciudadanos extranjeros. Las fuerzas de Estados Unidos también se han desplegado en las instalaciones, en el marco de un operativo en el que participan 6.000 efectivos norteamericanos.

La situación se ha precipitado tras la caída del Gobierno afgano y la huida del país del presidente, Ashraf Ghani. Los talibán se han hecho con el control de la mayoría del país en menos de dos semanas. Ese dato da idea del fracaso de la comunidad internacional en su esfuerzo por sacar de la pobreza y de la amenaza talibán aquel polvoriento país, tras décadas de inversiones millonarias que se han quedado en el camino por el saqueo perpetrado por aquellos que ya se han puesto a buen recaudo. Ni siquiera el ejército de 300.000 soldaditos de plomo, con artillería pesada y 211 aviones de combate, ha bastado para frenar a unos 100.000 guerrilleros que pelean no solo por dinero.

Y a eso se reduce en parte el resurgir talibán. Al dinero, que fue a parar solo a los afganos afines y no llegó a nadie más. Y fue mucha plata. En su informe de julio de 2021, el inspector estadounidense en Afganistán afirmó que se habían gastado más de 88.000 millones de dólares solo en seguridad.

El resto de la comunidad internacional ha aportado también lo suyo. Durante la Conferencia Internacional de Apoyo a Afganistán, celebrada en 2008 en París, se logró recaudar algo más de 21.000 millones de dólares para apoyar la Estrategia Nacional de Desarrollo presentada por el por entonces presidente Karzai.

Pero no solo se ha perdido dinero, sino miles de vidas. Entre ellas, las de más de un centenar de soldados españoles, algunos nacidos en Colombia, tanto con uniforme español como colombiano, ya que formaban parte de la misma misión en suelo afgano.

Recuerdo el fracaso de la invasión soviética en los 80 como recuerdo cada batalla de las que se libraron a principios de este siglo con el despliegue americano, que viví en primera persona en el diario español La Razón. Siempre supe que los talibán volverían.

Hay callejones donde es mejor no entrar ni de noche ni de día. Seas ruso o gringo. Porque de esos avisperos se sale con los pies por delante

https://www.elcolombiano.com/, Medellín, 16 de agosto de 2021.

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