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Alfonso Monsalve Solórzano

El brutal ataque perpetrado por el ELN el 29 de marzo, en los límites de los departamentos de Norte de Santander y Cesar, produjo, como todo el país sabe, 9 soldados muertos y 8 heridos. Para llevarlo a cabo, ese grupo usó los llamados tatucos, armas no convencionales, consistentes en cilindros de gas rellenos de explosivos y metralla, capaces de causar daño indiscriminado a sus víctimas.

No es el primer embate, ni será el último que el ELN lleve a cabo desde que el presidente Petro decidió, el primero de enero de este año, iniciar el proceso de “paz total”, declarando de manera unilateral un cese al fuego bilateral -toda una contradicción en los términos- con los grupos armados ilegales, que esa guerrilla no demoró en señalar, al dejar en claro, tres días después, lo obvio: que en las negociaciones ellos no se habían comprometido a realizar un cese tal, pues ese era un objetivo que había que alcanzar y no un punto de partida.

El gobierno tuvo que reconocer que ese grupo tenía la razón, y para tapar su error vuelve a la retórica insulsa. El país recuerda que el presidente había dicho que a los tres meses de su mandato el ELN no existiría.

Equivocación que le pasa la factura, como se la pasaron las disidencias con la toma “pacífica” del campo Emerald Energy en San Vicente del Caguán por parte de una asonada que cometieron las “guardias campesinas”, bajo sus órdenes; o como lo hacen los del Clan en el Bajo Cauca y el Nordeste de Antioquia, promoviendo el paro minero.

Es que Petro es el sumo sacerdote de la improvisación inducida por su ego, llevada a extremos inauditos. El presidente pensó que por ser él, los grupos armados ilegales correrían a dejar las armas y no planificó nada de lo que tenía que hacer en el campos normativo y fáctico. Estaba convencido de que el es el líder más grande de la izquierda, y que por tanto, los grupos que retóricamente se han agrupado en esa tendencia, correrían a dejar las armas y a integrarse a su gobierno, abandonando el negocio del narcotráfico, para sumarse a la revolución que él encabeza; y que las otras organizaciones, las de los narcos “puros” (como si hubiese otra clase de narcos) se verían impelidos a hacerlo, por la presión de las circunstancias. Más aún, si habría gabelas que no podrían dejar de aceptar, porque de no hacerlo, enfrentarían la posibilidad de la extinción (suposición que no deja de ser ingenua, como demuestran los hechos).

Si mi análisis es correcto, la clave del éxito de su estrategia de la negociación de la paz total, era y sigue siendo, “unificar la izquierda”; el resto vendría por añadidura. En su ego sentía que ese era su destino. Que grupos como el ELN se plegarían a sus deseos, sólo porque él era el “gran líder” de ese sector.

Nada más equivocado. Si ha habido algo inherente a la izquierda es el sectarismo y el odio entre los grupos que se identifican con ella. Lenin aplastó a los menchviques; Stalin a los trotskistas; Mao se retó al Partido Comunista de la Unión Soviética y dividió el movimiento comunista internacional, y en el plano interno luchó contra los que denominó, oportunistas de “derecha”, (quienes finalmente le ganaron la partida con Deng Xiaoping, cuya corriente llega hasta la fecha.).

En Colombia, las Farc, creadas por el Partido Comunista afecto a la URSS, en 1964, en su versión definitiva (porque desde comienzos de los sesenta venía gestándose), se enfrentaron al EP, prochino  -y, luego, proalbanés- que surgió en 1967, al que intentaron exterminar después de su desmovilización; el Moir (1970), igualmente prochino, también fue perseguido por aquellas, que incluso asesinaron a varios de sus militantes. El ELN surgió en julio de 1964 como una variante procubana radical y contraria a la lucha electoral, que enfrentó a la visión de las Farc por su actitud conciliatoria -mamerta- con el establecimiento.  El M-19, del que procede Petro, apareció en público el 19 de abril de 1970. Se desprendió de las Farc y agrupó un sector de la Anapo; por tanto, tuvo contradicciones con aquella -en realidad con todos los grupos- :y, además, defendió, en su última etapa, una concepción estratégica que implicaba hacer la guerra en las ciudades, abandonando la teoría clásica marxista de cercarlas desde el campo.

Ahora bien, los años 89 y 90 del siglo pasado resultaron cruciales para entender lo que es la izquierda colombiana hoy, porque en ellos se vivió la caída del muro de Berlín y al fin de la Unión Soviética como estado socialista, lo que significó, ni más ni menos, que el colapso y la inviabilidad del socialismo real.

Estos acontecimientos precipitaron que el M-19 negociara su entrega de armas a cambio de la convocatoria y la participación en la Constituyente que creo la Constitución del 91, actualmente vigente. El EPL negoció su desmovilización y sufrió el intento de exterminio por parte las Farc, que continuaron sus actividades armads, igual que el ELN -que sufrió la desmovilización de una fracción, la Corriente de Renovación Socialista, en 1993, muchos de cuyos militantes fueron asesinados posteriormente - gracias al negocio de del narcotráfico y la minería ilegal. Posteriormente, parte importante de las Farc negociaron la paz con Santos y se desmovilizaron en noviembre del 2016, asegurando impunidad y lavado de activos.

Pero el ELN no lo ha hecho. Cada vez que ha negociado, no ha llegado acuerdo alguno, porque su visión radical implica la rendición del estado y la toma del poder. Esa ha sido su constante desde siempre. Desprecia a aquellos que han llegado a acuerdos con el establecimiento. Por eso, Petro está equivocado. Nunca lo han respetado -para ellos es un traidor más a la revolución- y menos ahora. No llegarán a ningún acuerdo con él, que no sea, repito, la rendición total del estado, porque para esa organización el presidente es el enemigo que representa al aparato del que se quieren apoderar. Negociarán para sacar ventaja y hasta que el contrario resista, pero nunca cederán

Así como se equivocó al pensar que a los tres meses de su mandato no existiría el ELN, se sigue equivocando al esperar que esa organización firme un cese al fuego a cambio de nada distinto al poder. Lo tienen muy claro. ¿Qué hará el presidente?

Publicado en Columnistas Nacionales

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