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Petro recita las mentiras de Putin ante la prensa colombiana

Eduardo Mackenzie   

“¿Cuál es el papel de la prensa y de la política en el momento actual?”, preguntó antier el nuevo jefe de Estado colombiano en su discurso durante la ceremonia de entrega de los Premios de Periodismo Simón Bolívar 2022, en Bogotá.

En tono aparentemente frío y doctoral, Gustavo Petro afirmó que el “momento actual” es el del “auge mundial de la pulsión de muerte que podría ser definitiva para la extinción de nuestra especie” (1).

Esa alusión a la “pulsión de muerte”, un eco de una lectura que hizo -dijo- durante el vuelo que lo traía de la Cop27 en Egipto a Colombia, coincide con el discurso apocalíptico sobre el clima que él lanzó en la asamblea general de la ONU hace unas semanas. Esta vez ese alegato tenían un objetivo inmediato: hacer creer al auditorio que toda coyuntura dramática exige como salida, para salvar al mundo, aceptar una convergencia voluntaria entre la prensa y los políticos.

Como tal conclusión y sus premisas son, como veremos, altamente discutibles, si no estrafalarias, y como a pesar de ello Gustavo Petro fue ruidosamente aplaudido al final por los periodistas, vale la pena preguntarnos: ¿hacia dónde va el periodismo colombiano?

El orador central del evento expuso de nuevo sus creencias sobre el cambio climático. Ese fenómeno es causado, dijo Petro, por el sistema capitalista, que él prefiere llamar “economía global”. Y dedujo: El “cambio climático no existió antes, ni en los tiempos precolombinos”. “El calentamiento es ahora”.

Error en toda la línea. El doctor Petro mostró que desconoce aspectos claves de ese tema trajinado por miles de investigadores. Lástima que el presidente no se haya enterado de que, por ejemplo, la actual sabana de Bogotá, durante el pleistoceno, es decir 9 000 años antes de Cristo, sufrió un cambio climático severo que modificó radicalmente el paisaje y la vida en esa alta planicie.  El páramo era el clima general de esa sabana y de ello pasó a ser un territorio de bosques. Cambiaron los tipos de poblamientos humanos y las habilidades de los cazadores primitivos mejoraron gracias a ese calentamiento, como lo prueban los hallazgos arqueológicos en regiones como Tequendama, Sueba, El Abra, Chía, Zipacón y Aguazuque, entre otros. No lo digo yo. Hay que leer los trabajos valiosísimos de María Victoria Uribe sobre “las sociedades del norte de los Andes”, y los estudios de Olivier Dollfus sobre los cambios climáticos en los Andes ecuatoriales, lo que incluye la gran “extensión lacustre” ocurrida hace 7 500 años en la sabana de Bogotá.

Luego el cambio climático no es “de ahora”, ni conduce fatalmente a la extinción. Lo que hace el ecologismo político es explotar y ajustar a su antojo los datos de ese fenómeno para dominar a la gente.

Eso fue lo que hizo ayer, lamentablemente, el nuevo ocupante de la Casa de Nariño. El estimó que ahora se pueden “diluir las fronteras” entre el periodismo y los políticos, entre la libertad de expresión y la política. En otras palabras, que es posible poner el periodismo y la libertad de expresión al servicio de su agenda política.

Con gran habilidad, Petro trató de acorralar aún más a su auditorio con otra fantasía. Según él “la ciencia” y “volver a un siglo de las luces”, nos permitirá luchar contra el fin del mundo.  ¿Pero de qué “ciencia” habla Petro? Dicho eso, él aterrizó este sofisma: “El progresismo es el único movimiento político que se deja alumbrar por la ciencia”. Por ello la prensa, según él, debe dejarse “alumbrar por la ciencia” y ponerse al servicio del progresismo.

En realidad, el progresismo ecológico (no confundir eso con la idea del progreso) es un retorno al irracionalismo.  Hay en esa corriente un odio profundo por la actividad humana mercantil, un culto del pasado y una idolatría de la naturaleza. Las teorías de decrecimiento proponen reducir la presencia humana sobre la Tierra, cuando todo economista sabe que el aumento de la población es el primer factor del desarrollo económico.  Hans Jonas, el gran profeta alemán del ecologismo político cree más en la religión que en la filosofía del siglo de las luces. Él explica que para “salvar al planeta” no es necesario apelar a la razón: “hay que meter miedo”. Tal es el método de los activistas verdes: renunciar a la reflexión, al estudio, a la investigación, a instruir y convencer para dedicarse, por el contrario, a asustar y enfurecer a sus audiencias, a usar la violencia contra los no creyentes. La frase más usada para alcanzar esos efectos es: “Estamos viviendo los tiempos de la extinción si no reaccionamos”. Entonces, ¿de qué “ciencia” habla Petro?

¿Gustavo Petro tiene derecho a prometer un nuevo “siglo de las luces” cuando él mismo no respeta la verdad y está dispuesto a falsificar la realidad mundial?  Su presentación de lo que ocurre en Ucrania fue deliberadamente mentirosa. Exageró cuando dijo que “un virus detuvo el capitalismo en todo el planeta” (no dijo de dónde salió el Covid-19) y que después del virus apareció “una inflación mundial que puso a centenares de millones de personas en el hambre” (ocultó la gran parte Putin en ese asunto). Y culminó con algo más escabroso: “Ahora los europeos deciden hacer una guerra con peligro de volverse (sic) nuclear y global”.

¿Los europeos? Sí, los europeos, dijo el jefe de la Colombia Humana quien no parece entender que no fueron “los europeos” los que, el 24 de febrero pasado, invadieron a Ucrania con centenares de blindados y bombarderos. Él calla que Putin, y únicamente él, fue quien desató esa agresión sin razón alguna, y que sus soldados y misiles han asesinado decenas de miles de civiles para tratar de borrar a Ucrania como país, y que pese a esa ofensiva Rusia está perdiendo la guerra. Es inadmisible que un presidente de Colombia se permita tales falsificaciones en un discurso oficial en Bogotá. ¿Qué puede pensar de eso la embajada de Ucrania en Bogotá?

Petro no ve que Putin es quien amenaza con lanzar bombas nucleares contra Ucrania y los países de la OTAN por ayudar a Ucrania en su lucha histórica contra el imperialismo ruso.  Petro evidenció así, delante de un respetable evento de la prensa colombiana, su fidelidad a Putin, su disposición a adoptar las abyectas mentiras de Moscú sobre la crisis geopolítica más grave que existe hoy en el mundo. 

Ese discurso de antier muestra cómo el extremismo verde sirve de excusa para las destrucciones que algunos quieren imponerle a Colombia. Arruinar la producción de hidrocarburos obligará al país a mendigar energías a Rusia y sus satélites.  Y eso es solo un rubro de las destrucciones en curso. ¿Caerá el periodismo dentro de esa pendiente y entrará en colusión con el poder actual para alabar ese desastre? Si ese es el mensaje, éste es, también, pavoroso. Putin puso fin al periodismo en Rusia.  

El presidente de Colombia tocó en su discurso otros temas que merecen comentarios (como la supuesta “pulsión de muerte” del capitalismo y las elucubraciones de Byung-Chul Han). Eso podría ser objeto de otro artículo.

(1).-https://www.youtube.com/watch?v=F2pJkUE9JmM

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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