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El “día cívico” de Petro: el crimen no debe ser enaltecido

Eduardo Mackenzie*  

El rechazo popular al 19 de abril como “día cívico”, último invento bufón e ilegal del presidente Gustavo Petro, muestra que la dignidad de un pueblo es alta si la memoria de éste es diáfana.

Petro intentó burlarse de todo el mundo, pero fracasó hasta en eso. Quería que el país honrara, por despiste, la creación de una banda criminal que se convirtió en uno de los verdugos más sangrientos de Colombia y del continente. Uno de sus ministros, Luis Fernando Velasco, se ocupó de ocultar el motivo. En tono idílico dijo que el “día cívico” era para “generar un espacio de reflexión nacional sobre la protección y el uso adecuado y el cuidado de los recursos naturales”. Poco después, Petro lo corrigió violentamente: nada de “reflexión” ni de “recursos naturales”. El motivo es, por el contrario, egoísta y fruto del pánico personal: “Mañana es un día de rebeldía nacional, mañana conjugamos las fuerzas de la vida, ahuyentamos los convocos (sic) de la muerte, mañana es el día de la vida en la tierra, mi día y tu día”.

Petro quería sabotear las manifestaciones opositoras del domingo 21 de abril que lo pondrán más cerca del fin de su detestable régimen.

Petro ofreció lo único que puede: el 19 de abril no sólo es el nombre completo de la terrible guerrilla en nombre de la cual él y sus compañeros cometieron tantas atrocidades. Es también la fecha del asesinato, por operadores del M-19, de uno de los mayores jefes históricos del sindicalismo libre colombiano: José Raquel Mercado.

Transcribo aquí algunas líneas de mi libro Las FARC: fracaso de un terrorismo, sobre las consecuencias de ese magnicidio, lamentablemente impune hasta el día de hoy.

“Una vez fundado, el M-19 y sus jefes marxistas se hacen pasar por una organización “simpática”, que quiere hacer de la revolución “una fiesta”. Ese romanticismo de fachada no les impide atascarse muy rápidamente en un charco de sangre: en 1975 secuestran a Donald Cooper, gerente de los almacenes Sears, quién será soltado después del pago de un rescate de un millón de dólares. El 15 de febrero de 1976 tienden una trampa y secuestran a José Raquel mercado, el número uno de la CTC, la segunda central sindical del país por el número de afiliados y con reputación de ser de inspiración liberal. Durante años, José Raquel Mercado había sido víctima de una campaña de intrigas e insultos por parte del Partido Comunista que lo acusaba de ser un “sindicalista al servicio de los patronos”.

Mercado era realmente un jefe del sindicalismo libre, enérgico y hábil. Ese antiguo estibador de alejada ascendencia africana recibía críticas de parte de los comunistas donde la injuria racista era apenas velada. En realidad, constituía un obstáculo a las ambiciones de los comunistas en el frente sindical. Tras su secuestro, los raptores pretenden disfrazar su futuro crimen en acto de “justicia” revolucionaria. Acusan sin pruebas a Mercado de ser un “agente de la CIA”.  Piden “al pueblo” pronunciarse a favor o en contra de la sentencia de muerte pronunciada contra el rehén. Era necesario escribir sobre las paredes de las ciudades un “sí” o un “no” para salvar o no la vida de Mercado. Esa grotesca farsa, que recuerda los asesinatos precedidos de los llamados “procesos del pueblo” que las Brigadas Rojas italianas habían inaugurado tres años atrás, concluirá el 19 de abril con el vil asesinato del sindicalista.

Hasta hoy no se han aclarado los verdaderos móviles de ese crimen. ¿Quién dio la orden de matar a José Raquel Mercado? ¿Quién lo mató? ¿Por qué? ¿Cuál era el verdadero objetivo de ese asesinato? Cuando se sabe que en esa época el M-19 no tenía intereses sindicales particulares (y no los tendrá nunca en verdad), pues no había conseguido desarrollar una penetración seria en el medio sindical, contrariamente a los comunistas cuya acción se orientaba claramente hacia la infiltración de todas las centrales sindicales, esa cuestión se impone. Otras dos informaciones dejan perplejo al observador: el 19 de septiembre de 1972, la CTC dirigida por José Raquel Mercado, había acusado a la embajada de la URSS en Colombia de financiar y fomentar la subversión en los sindicatos. El 26 de octubre de 1973, los sindicalistas de la CTC habían rechazado la idea de afiliarse a una “única central de trabajadores” controlada por los comunistas.

¿Mercado había pagado con su vida esa intransigencia? ¿Fue él objeto de una venganza a largo plazo y por intermedio de un grupo terrorista dirigido? Todo es posible. Sin el menor remordimiento, Jaime Bateman dirá más tarde que con la eliminación del líder sindical su grupo “había decolado mil veces”. En buen leninista, Bateman gesticulaba que el asunto Mercado no era un crimen sino un “acto de protesta”. Consideraba que ese asesinato había sido “un triunfo muy grande” porque “nos abrió las puertas de la clase obrera”. Después del asesinato de Mercado, en efecto, los responsables del sindicalismo libre supieron que una amenaza indeterminada planeaba de ahora en adelante sobre la cabeza de cada uno de ellos. Tulio Cuevas, dirigente de la UTC, la otra gran central obrera libre, curvará la espina frente a la CSTC comunista en 1977.

Un engranaje suplementario de presiones clandestinas estaba pues en marcha. Y es la escalada. El Ejército reacciona ante el asesinato de José Raquel Mercado y hace las primeras detenciones en la esfera de influencia del M-19. Pero éste ya se hallaba embarcado en una nueva provocación. El 31 de diciembre de 1978, aprovechando las fiestas de fin de año, un comando del M-19 roba 4.303 fusiles al Ejército en Bogotá, gracias a la construcción de un túnel de 80 metros de largo que desemboca en un depósito de armas. Los militares reaccionan de nuevo y detienen durante los días siguientes 2.400 activistas, entre los cuales se encuentran casi todos los jefes del M-19, excepto Bateman. Los militares recuperan en pocas semanas la totalidad del arsenal robado. Entre las personas detenidas se encuentran cinco uruguayos, incluidos tres (Alba González Souza, Sergio Betarte y Juan Víctor Vivanco) que eran antiguos militantes del movimiento Tupamaro, venidos a Colombia para entrenar a los miembros del M-19. El Ejército descubre también, en esa ofensiva, un plan de acción de las FARC: la compra de armas por un valor de 1.500.000 dólares para la implantación de diez nuevos frentes de guerrilla. La detención de los agitadores extranjeros suscita por su parte vivas protestas… en París. El 4 de marzo de 1979, una manifestación en la Place de la Concorde, que reúne a un centenar de personas, exige la liberación “inmediata” de esos “inocentes” y su no extradición al Uruguay, donde todos ellos tenían cuentas pendientes con la justicia.”

(*) Texto extraído del libro de Eduardo Mackenzie Las FARC: fracaso de un terrorismo, tercera edición a cargo de Ediciones de la Universidad Sergio Arboleda, Bogotá, Colección Historia Siglo XX, 2023, Capítulo 7: La aparición de las nuevas fuerzas subversivas (p. 400 – 401).

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Lo que va de Petro a su gurú francés

Eduardo Mackenzie

La Universidad de Lille anunció este miércoles la cancelación de la conferencia sobre Palestina prevista para el jueves 18 de abril y propuesta por Jean-Luc Mélenchon, líder del partido de extrema izquierda La Francia Insumisa (LFI), con la militante franco-palestina Rima Hassan. Varios parlamentarios franceses, como la diputada macronista Violette Spillebout, el diputado Sébastien Chenu, del partido conservador Reunión Nacional, y el socialista Jérôme Guedj, habían pedido la anulación de esa conferencia. Xavier Bertrand, presidente de la región de Hauts-de-France, explicó por su parte: “No debemos permitir que los antisemitas entren ni en Lille ni en ningún lugar del país, y mucho menos en las universidades francesas”.

Rima Hassan es una candidata de LFI en las elecciones europeas del 9 de junio. El afiche diseñado por los organizadores de la conferencia causó gran indignación en la clase política pues, bajo el título de “Palestina libre”, aparece un mapa de la región en donde Israel es borrado. Para muchos ese detalle reveló el contenido y el objetivo de la conferencia en Lille: respaldar la política de la organización Hamás que, mediante el terror, pretende erradicar a Israel del Medio Oriente. Hamás preconiza la construcción de un Estado palestino “desde el río Jordán al mar Mediterráneo”.

El afiche muestra, en efecto, un territorio que abarca Israel, Cisjordania y la Franja de Gaza sin que aparezca allí traza alguna de Israel. El jefe de la lista socialista en las elecciones europeas, Raphael Glucksmann, concluyó que ese logotipo destapa la línea inaceptable de Mélenchon y LFI de “negar la existencia del Estado de Israel”.

Otra reacción aún más viva vino del historiador Georges Bensoussan quien comparó a Mélenchon con la figura más execrable de la colaboración con los nazis durante la segunda guerra mundial: Jacques Doriot, el “pequeño fuhrer francés”. Líder comunista en 1928, Doriot ingresó en 1936 en el partido popular (PPF) de tipo fascista y terminó, en 1940, militando con los petanistas y vistiendo el uniforme alemán en Francia. Antisemita rabioso, Doriot enviaba a sus militantes a animar a la policía durante las redadas y deportaciones de judíos hacia los campos de muerte nazis.

La Francia Insumisa insulta las operaciones defensivas israelíes contra Hamas al definirlas como una “operación genocida”. Rima Hassan describe a Israel como una “entidad colonial fascista”. Pocos olvidan que, ante la pregunta de un periodista “¿Las acciones de Hamas son legítimas?”, ella respondió: “Eso es cierto”.

Además de la universidad de Lille, la prefectura del Nord-pas-de-Calais también prohibió la conferencia sobre Palestina. Furioso, Mélenchon decidió realizar su reunión en otro lugar de Lille y denunció “un abuso de poder digno de una república bananera”. El coordinador de LFI, Manuel Bompard, estimó que “el deseo de quienes atacaron la organización de esta conferencia es silenciarnos”. Rima Hassan agregó: “Prohibir una conferencia por ese logotipo es ridículo”. Empero, directivos de la universidad explicaron que el aumento de tensiones internacionales, desde del masivo ataque de misiles y drones de Irán contra Israel, el pasado 13 de abril, no permitirá la “serenidad de los debates”.

Jean-Luc Mélenchon multiplicó entonces, en algunas universidades, sus arengas sobre la cuestión palestino-israelí. Algunos voceros de izquierda apoyaron su diatriba contra la universidad de Lille y LFI señaló que el logotipo cuestionado “no niega en modo alguno la existencia de Israel” y que ellos “nunca han promovido el odio antisemita”. Lo que no es cierto. Mélenchon no condenó la matanza antijudía del 7 de octubre de 2023 que dejó más de mil muertos, dos mil heridos y más de un centenar de secuestrados. Por el contrario, la justificó como una “ofensiva armada de fuerzas palestinas” en un contexto de “intensificación de la política israelí de colonización de Gaza, Cisjordania y Jerusalén”. Tal enfoque desató una fuerte indignación en la clase política francesa. La senadora socialista Laurence Rossignol reaccionó contra Mélenchon: “Decir que los judíos son responsables de lo que les ocurre es una característica del discurso antisemita”.

Rima Hassan, después del terrible pogrom, también se abstuvo de calificar a Hamas como terrorista y dijo, en cambio, que sólo era una organización de “resistencia” contra “el ocupante israelí”. Nadie olvida que ante la pregunta reciente de un periodista “¿Las acciones de Hamas son legítimas?” ella respondió: “Eso es cierto”.

Esas posturas de LFI son ampliamente rechazadas. El secretario general del Partido Comunista, Fabien Roussel, afirmó que Rima Hassan “lleva a cabo un proyecto que no aporta una solución política y de paz”. El presidente de los diputados del partido centrista Renacimiento en la Asamblea Nacional, Sylvain Maillard, calificó la elección de esa candidata de “absoluta vergüenza” y lo “más execrable” que había hecho LFI. Mélenchon, de hecho, es el político más reprobado en Francia en este momento.

La evolución de Mélenchon y su partido debería llamar la atención de los colombianos. Mélenchon dice tener excelentes relaciones con Gustavo Petro. Las posturas de ambos personajes sobre Israel y el 7 de octubre han sido muy cercanas si no idénticas. El 21 de julio de 2022, Mélenchon dijo haberse reunido con Gustavo Petro en Bogotá tras la elección presidencial. En un largo y confuso texto de esa fecha, el jefe de LFI saludó a Petro como un buen “antiimperialista”, “anticapitalista” y “ecologista” pero deploró haber descubierto, durante su gira por México, Honduras y Colombia, que esos tres gobiernos rechazan su idea del “choque frontal contra el imperialismo norteamericano” y que cada uno busca un “punto de equilibrio” con el gobierno de Joe Biden. Eso no dispensó al jefe supremo del islamo-izquierdismo francés de insistir en lo del “choque frontal”: “promulgar nuevas constituciones” y “cambiar todo de una vez”. Mélenchon espera ver a sus adeptos latinoamericanos seguir sus lunáticas recetas. Petro está tratando de hacerlo.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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