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Pedro Aja Castaño   

Es universal la experiencia de pasar y perder el año escolar; también son conocidos los parámetros para que eso suceda y la triste realidad de los repitentes.   Por otra parte, desde hace un tiempo he venido notando que en Colombia se utiliza ‘pasar o ir perdiendo el año’ para indicar que alguien está teniendo problemas, o ha consolidado un éxito por el momento.

Este coloquialismo es muy ilustrativo porque se puede utilizar como referente para facilitar una  comprensión rápida de sentido común, sin meterse en el berenjenal de los expertos. Así,  se gana o pierde el año en el amor, la vida familiar, la política, cualquier profesión o actividad. Es una especie de advertencia.

Volvamos entonces  al colegio o la universidad. Allí había  profesores y directivas, estudiantes, los libros y el recreo o descanso; la mamadera de gallo en clase, el ingenio de la trampa para el examen, el acoso de los insoportables, etc. Y un día nos ‘graduamos.’

Lo que no nos enseñan es que esas mismas lecciones se van a repetir en la vida real con diferentes nombres, y que se han enseñado a través de la historia. Pero al parecer, nos vamos rajando como humanidad. Obviamente, también puede pasarle a un país, un mandatario, cualquiera del común.

Asumiendo como alegoría lo planteado repasé algunos medios y me encontré en la primera plana de la edición dominical de El Tiempo con “LOS PRIMEROS 100 DÍAS DEL GOBIERNO PETRO.” Cinco páginas de esencia, escenarios y detalles para develar la incógnita presidencial. Pero antes de leer el contenido me pregunté: ¿Será que el tipo pasa el año o se raja?

El periódico despliega claves sobre el estilo, los retos, las reformas del ‘cambio’ que apenas comienza, y una interesante analogía de Petro jugando fútbol. Obviamente las páginas de opinión vienen con lo suyo, muy respetable. Esa es la incógnita del momento y no sabemos si  el ‘muchacho’  pasará el año “raspando el cuero y dejando el pelo en el alambre” como dice el dicho popular;  o si es un estudiante serio y  se dedicará a estudiar y entender lo que significa ser un  HOMBRE DE ESTADO y reconocer honestamente si está preparado para eso o no.

Porque la realidad  de Hombre de Estado varía de acuerdo con cada país. Generalmente se refiere a un político importante y experimentado, especialmente uno que es ampliamente conocido y respetado porque ha trabajado para el bien del país,  teniendo en cuenta  la unidad jurídico-política denominada Estado. Maneja bien la cosa pública, la asignación de recursos y está siempre orientado hacia el bien común.

Conoce las necesidades de la sociedad en la que vive; recursos, posibilidad de llevar a cabo planes a corto, mediano y largo plazo, sin proponer utopías. Conoce  muy bien aquel dicho que dice: “El que mucho abarca poco aprieta.” Sabe que cuando se crean ilusiones debido a una campaña, cuando no se realizan generan frustración, descrédito, resentimiento hacia lo que hoy se denomina la CLASE POLÍTICA. Eso desmorona la democracia y hace creíbles las mentiras de la subversión que dizque va ‘cambiar’ el asunto.

Por eso al conocer las falencias y fortalezas de su país, el hombre de estado  busca ser una persona SUPRAPARTIDISTA  que no siempre es entendido, ya que se espera que sea fiel a una ideología, compromisos adquiridos, patrocinadores de su campaña, etc. Por eso la subversión comunista no puede crear un hombre de estado para regir una democracia. Es contradictorio. Porque tiene un historial de violencia, terrorismo, trampas, infiltraciones, etc., y su único compromiso es con los adherentes a su ideología, si acaso.

Por otra parte,  un estadista debe traer consigo, al asumir la primera magistratura, una credibilidad de que  puede lograr un cambio positivo y de progreso en la historia del país; pues todos pueden ver que  quiere llevarlo a  un destino de grandeza, y no a asumir dizque una ideología progresista.

La gente intuye esa capacidad  del verdadero estadista, porque en sus desempeños anteriores demostró capacidades  en  descubrir, fomentar todas las  potencialidades sociales que  generan ingresos y cambios positivos. Para Winston Churchill la diferencia entre un político común y un estadista es que el primero solo piensa en el triunfo electoral o el de su ideología, a veces como sea, mientras que el segundo, en las generaciones que vendrán. 

Doy uno de los muchos  ejemplos de cómo trabajaba en el Palacio de Nariño el mejor hombre de estado que ha tenido Colombia en los últimos tiempos. Cuando uno de sus consejeros llamaba a un ministerio y decía: “El presidente quiere un informe sobre tal cosa, para tal fecha” el informe estaba en el escritorio del presidente en esa fecha.

Y lo mismo ocurría con los ministros y sus subalternos; los comandantes de las diferentes fuerzas. Porque había respeto, credibilidad, mando y reconocimiento del esfuerzo. Y cuando hacía sus presentaciones conocía al dedillo de lo que hablaba y no decía pendejadas.  A las tres de la madrugada llamaba a un puesto de vigilancia en algún lugar de Colombia que había estado combatiendo la subversión.

El soldado que recibía la  llamada sentía que lo había llamado SU presidente que conocía muy bien porque había compartido con él algún almuerzo. Sé todo lo anterior porque fui profesor privado de uno de los  colaboradores  más apreciados de ese hombre de estado y patriota.

Así que, por lo pronto, señor Petro, le cuento algunas claves de cómo lo ve uno de los diarios más importantes del país, en relación con el perfil descrito sobre lo que es un VERDADERO HOMBRE DE ESTADO.  Pero hay dos cosas fundamentales en la naturaleza humana: la gratitud, a pesar de los errores del mandatario,  fruto de la nobleza; y la ingratitud uno de los venenos  de la iniquidad, que destruye el sentir y el compromiso patrio con la  nación. Este es un perfil de cómo El Tiempo lo ve a usted en sus primeros 100 días de gobierno.

  1. Usted no cree que lo que dice de improviso afecta la economía.
  2. Dice que con los diálogos regionales recogerá ideas que serán su hoja de ruta. ¿Y qué pasó con COLOMBIA POTENCIA MUNDIAL DE LA VIDA – Programa de Gobierno 2022- 2026, con foto sonriente suya y de Francia Márquez?
  3. Desfase de opiniones entre  los logros que usted propone  y lo que piensan sus seguidores.  ¿Cómo los conseguirá, son realistas? Se preguntan.
  4. Cree que el punto de partida para lograr la paz es la repartición de tierras. ¿Y en dónde queda la subversión política enquistada en la sociedad y su engranaje con el narcotráfico que todo lo corrompe para que se caiga el estado como fruta podrida?
  5. Es negacionista sobre la realidad del crimen organizado. Cree que con tierras, diálogos con el ELN, herramientas legales, cumplir el acuerdo habanero, estudios de expertos, puede evitar que continúe el asesinato de líderes sociales. Según Human Rights Watch van 35 en los primeros 100 días de gobierno. Entonces manipula y dice: “es parte de una estrategia para desestabilizar.” Paja. Eso es lo que enseña la KGB como estrategia comunista. Aquí no hay campesinos matándose entre ellos, sino crimen organizado matando por plata. Entonces, ¿qué va a hacer con el narcotráfico y la minería ilegal que son los negocios detrás del asunto?
  6. No reconoce la criminalidad del brazo armado de la izquierda que usted representa  y cuando capturan a sus facinerosos lo llama ‘entrampamiento.’
  7. Su locuacidad le hace meter la pata y sus empleados tienen que salir a defenderlo.
  8. En cuanto a la dicotomía que existe entre el Petro tranquilo, calmado y respetuoso que tiene diálogo con sus opositores,  y el Petro radical del twitter y la plaza pública,  hay que establecer una diáfana claridad: No se puede controlar un izquierdismo extremista frente a la democracia para fingir, de conveniencia, un estilo pacifista.   Porque como decía Cicerón: “Todas las cosas fingidas caen como flores marchitas, porque ninguna simulación puede durar largo tiempo.” Y usted es marxista. Punto.
  9. Me pregunto: Con ese espíritu y estilo ¿en qué resultará el esfuerzo del gobierno buscando algo en el que todos ganen en relación con economía, ‘paz total’, relaciones internacionales, políticas de concertación? ¿Tendrán los ministros que salir a enderezar la plana torcida del presidente o aprenderá el mandatario a ser un HOMBRE DE ESTADO?

Mi pregunta  final de sentido común es: ¿Por identificarse a Petro como un miembro activo de la oposición ante el sistema burgués y democrático; y seguir siendo, quiéralo o no,  el jefe de ese electorado que lo eligió,  podrá como supuesto hombre de estado, estar por encima de las divisiones partidarias y de los diferentes sectores de opinión en búsqueda del BIEN COMÚN?  

Porque el político con talla de hombre de estado que quiere pasar a la historia como aspiran sus seguidores por ser el primer presidente de izquierda,  deberá plantearse muchos interrogantes antes de tomar decisiones superficiales sobre algo importante.

Pero usted ya tiene una DECISIÓN IDEOLÓGICA. Por lo que  para el político común todo es simple: actuar según  los compromisos de su ideología según convenga y con quien marche al son que le toquen. En ese sentido ¿pasará el año o se rajará Colombia y su mandatario en el examen final de 2026,  o tendrá que abandonar el colegio porque no dio la talla?

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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