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Pedro Aja Castaño   

La felicidad se alcanza cuando lo que uno piensa, lo que uno dice, y lo que uno hace, están en armonía. Gandhi.

Para los que buscamos la tranquilidad cotidiana y no le ponemos atención a lo que dice Gandhi, puede que sintamos alguna incomodidad emocional sintiendo la contradicción al observar los comportamientos y creencias que tenemos sobre muchas cosas y personas QUE NO CONCUERDAN con la vida real y las conductas de ciertas personas,  políticos o mandatarios   que creemos conocer. En internet se pueden encontrar ejemplos de PETRO Y SUS CONTRADICCIONES.

En psicología  esto se llama DISONANCIA COGNITIVA y se cura con el uso coherente de información, razón,  verdad e inteligencia emocional; es decir, antes de que la emoción se imponga, debemos procesar lo que nos ocurre. Lo anterior se hace necesario porque parece que este mundo no es una pera en dulce desde que se conoce la historia escrita.

Esta es una de mis experiencias cotidianas. Madrugo para leer El Tiempo; y el del domingo 2 de octubre de 2022 traía noticias sobre la posible recesión del 2023, la preocupación por las elecciones brasileñas;  el ¡Hello!  de Blinken (Secretario de Estado norteamericano) a Petro. Además la puja de la alcaldesa bogotana con los transportadores. ¡Qué vaina! me dije, pero me calmé.

Ese fue el tinto de la mañana con otras linduras sobre corrupción, violencia, remasterización de impuestos para la paz total de Petro, etc.  A las nueve sintonicé la misa dominical en RCN. La primera lectura de ese domingo era la de Habacuc que presenta un diálogo entre el profeta y Dios. Habacuc se queja:

“¿Hasta cuándo, Señor, / pediré auxilio sin que me oigas, / te gritaré: ¡Violencia!, / sin que me salves? / ¿Por qué me haces ver crímenes / y contemplar opresiones? / ¿Por qué pones ante mí / destrucción y violencia, / y surgen disputas / y se alzan contiendas?

Y continúa Habacuc: “Me respondió el Señor: / Escribe la visión y grábala / en tablillas, que se lea de corrido; / pues la visión tiene un plazo, / pero llegará a su término sin defraudar. / Si se atrasa, espera en ella, / pues llegará y no tardará. / MIRA, EL ALTANERO NO TRIUNFARÁ; /
pero el justo por su fe vivirá.

El comentarista bíblico nos dice: “La primera parte del libro de Habacuc (1:1 a 2:4) expone en un diálogo con Yahveh el drama de los poderes humanos, políticos y económicos, ansiosos por conquistar pueblos, territorios y riquezas y como consecuencia las víctimas tiranizadas, saqueadas y masacradas.

“El profeta asume la vocería de las víctimas y clama por la redención. Expresa la certeza de la intervención de Yahveh en favor de los débiles y ratifica que la visión profética se cumplirá en una fecha concreta y si se tarda hay que esperarla, porque vendrá ciertamente y el justo por su fe vivirá.” 

Como se ve la lucha entre poderes humanos, políticos y económicos, que hoy se llama confusión porque el escenario es más grande, no es cosa de ahora, ya que el hecho histórico ocurrió en el 625 a C.,  y por el texto pensaría uno que se trata de la invasión rusa a Ucrania. Pero no. Es un escenario que se repite y repite a través de la historia, junto con otros de esperanza. Para las otras dos lecturas que se daban ese domingo la Biblia de Jerusalén trae la siguiente  REFLEXIÓN  que he adaptado para la comprensión de nuestro escenario actual.

Jesús les había repetido en diversas ocasiones a los apóstoles: “¡Qué pequeña es vuestra fe!”. Ellos sabían que tenía razón, pues Jesús solo pensaba  en hacer el bien  para hacer la vida de los otros más digna y más humana. Ese es el resumen del evangelio por lo que  Cristo fue y es  un ejemplo real de persona en quien se puede confiar, a diferencia de algunos políticos que fungen de salvadores.

Lo demuestra este comentario de Gandhi quien logró la independencia de la India de manera pacífica: “Sin el estudio de Cristo, mi vida se habría quedado incompleta,” ya que admiraba profundamente el Sermón de la Montaña que algunos políticos tratan de imitar.  Pero esa propuesta se percibe como manipulación viendo el escenario actual de la humanidad que parece un caos  difícil de evitar. ¿Qué se puede hacer?

Hacer bien las pequeñas cosas, e ir escalando en espera de poder servir más.  Cuando no se pueda, pedir ayuda. Esto lo hace la gente sencilla, suplicándole o quejándose a Dios como lo hacía Habacuc, quien como nosotros también dudaba. Obviamente lo anterior ‘suena’ al discurso esperado de un padre de familia en  su quehacer diario.  Y así es Dios en nuestra cotidianidad, hablándonos mediante situaciones, coincidencias significativas, amigos, etc.

Pues bien, entre las discusiones políticas de los años 90  se hizo famoso  como prueba irrefutable de la bestialidad del régimen comunista el libro  EL ARCHIPIÉLAGO GULAG  de Alexander Solzhenitsyn. Nos enseñó algo real y doloroso,  impactando  a personas, países, simpatizantes y practicantes del comunismo.  Los más avezados han comentado que la Santísima Virgen lo había advertido en Fátima y el mundo no le hizo caso.  

El libro es un    testimonio de la  crueldad  del comunismo. Nos describe  el infierno de un campo de trabajos forzados en uno de  los lugares más inhóspito de la tundra rusa. Por ser un crítico abierto del comunismo Solzhenitsyn pasó años en ese lugar. Allí murieron encarcelados o torturados entre   681. 692 a 2 millones de personas.  Muchos registros fueron desaparecidos cuando se llevó a cabo la famosa ‘apertura.’

En alguna ocasión un maestro norteamericano puso una demanda contra el estado argumentando contra el Juramento a la Bandera que dice: "Prometo lealtad a la bandera de los Estados Unidos de América y a la República que representa, una nación BAJO DIOS, indivisible, con libertad y justicia para todos." Consideraba el profesor que  las palabras “bajo Dios”, eran inconstitucionales,  pero La Corte Suprema las preservó en el juramento.

Sin embargo,  a pesar del pronunciamiento positivo de la Corte, yo diría que cualquier  constitución es una pobre interpretación de la realidad,  por lo que la frase honesta de Solzhenitsyn que era cierta entonces, como lo es ahora, nos indica que aunque debemos obedecer las leyes de nuestro país, hay un momento en que estas no deben ser atendidas debido al argumento superior de una realidad amenazante e inminente para todos. Solzhenitsyn la vivió.

Veamos otro ejemplo de esa amenaza. Lo que diré a continuación es una herejía en la comunidad de los ‘progresistas’ que adoran a Sartre. Allá ellos.  Jean-Paul Sartre, premio Nobel de Literatura 1964 que rechazó,  máximo exponente francés del existencialismo, posmodernismo,  el marxismo humanista.

Pues bien,  personas como él, se ponen furiosas y se vuelven peligrosas  cuando alguien les muestra las evidencias de  la bestialidad comunista, su filosofía o cualquier concepto del que se ufanan. ¿Por qué se incomodan? Sencillamente se sienten angustiados ante una verdad diferente a la de ellos,   por lo que deberíamos concluir que la angustia de ciertas personas  es más peligrosa que la razón del mundo. Putin es la prueba.

Ese es el origen del odio y la actuación de muchos comunistas. Se quieren AUTOENGAÑAR  al hacer lo malo, por lo que le echan la culpa a lo que llaman ‘derecha’ debido a su angustia; y se inventan películas sofisticadas en las que ellos son los ‘buenos’ y nosotros  los malos. Pero la Ley de Dios escrita en sus conciencias, los acosa. Cuando quieren ignorar esa ley, se vuelven locos lúcidos que hablan bien, pero actúan de manera lamentable para el bien común. Así nacen  las diferentes bestias peligrosas de cierto  autoengaño político.  

Sartre sabía que se estaba autoengañando, pero no podía admitirlo. Por eso empezó a filosofar sobre las sorpresas que da  la vida de las que habla Rubén Blades con cheveridad en su famosa canción de salsa Pedro Navaja. Lo que también  reveló  Enrique Santos Discépolo en 1934 con su  tango CAMBALACHE. Si Sartre hubiera sabido bailar salsa o tango, se habría dejado de tanta tragedia y hoy la izquierda caviar y exquisita no sería tan peligrosa en Latinoamérica. 

Hace unos años la tuvimos en Colombia, pero se dejaron embaucar por el comunismo  y hoy recogen los resultados de sus decisiones: el rechazo social. Porque en la actual política latinoamericana cuando las personas sienten una fuerte conexión emocional con el socialismo,   Fidel Castro, Chávez o algún promesero, es muy  probable que dejen que esa lealtad piense por ellas. Hasta el extremo de que puedan ignorar o distorsionar cualquier evidencia real que desafíe o cuestione esas lealtades. Sin embargo, se producen arrepentimientos respetables, pero tardíos. Ocurrió en Venezuela,  puede suceder en Colombia y estamos a la expectativa de lo que pueda ocurrir en Brasil.

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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