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Pedro Aja Castaño   

La locura es la nueva normalidad social. Rick Yancey

Con el ‘chismosito’ de la casa (el pequeño radio portátil de mi esposa), todos los días, a la hora del desayuno, intercambiamos comentarios sobre un programa radial que llamaré EL CAZA BANDIDOS que le buscan el quiebre a los pobres ingenuos que se dejan entrevistar. Sin embargo,  de manera más seriael 17 de septiembre de 2018, la revista Science Focus de la BBC publicó LOS PSICÓPATAS ENTRE NOSOTROS.

Y también los sociópatas, que yo llamaría ANTISOCIALES porque no respetan normas de ninguna clase, son mentirosos, peligrosamente impulsivos, irresponsables, incumplidos, indiferentes, sin ninguna conciencia moral. Los personajes con las características que voy a mencionar, libran contra la sociedad una larga guerra que se ha hecho ‘normal’,  por lo que se ignora.

En su libro LA LOCURA LÚCIDA  del psiquiatra Carlos E. Climent nos da una pista de quién, quienes o cuántos podrían ser esos personajes y sus escenarios en los que hacen daño, personal o social, sin importarles un carajo. Cuando lo leí, me sorprendí de qué tan cerca de la línea roja alguien podría estar sin que nos demos cuenta. ¿Cuántos son?

Pues bien, tenemos los delincuentes comunes y corrientes con prontuario criminal, los que son buscados; los que se conocen, pero burlan la autoridad que son, obviamente, peligrosos. Pero los peores son los que se esconden detrás de una fachada de amabilidad, apariencia seductora o interesante, los aparentemente ‘inofensivos’. Son sociópatas de guante blanco. La proporción varía,  de 1 por cada 100 personas;  a 1 por cada 25 personas, según diferentes escenarios.

Es decir, son minoría, pero teniendo una gran capacidad de convicción, muy hábiles en realizar actuaciones calculadas en su propio beneficio, un genio de la maldad puede dañar seriamente  un grupo social y se sale con la suya porque su delito, en Colombia, se disfraza con jocosidad. Ejemplo: la mermelada. Y así muchos delitos se vuelven ‘normales.’

¿Sabía usted que el código penal castiga 369 delitos? Pero hay otras conductas inapropiadas que no son delito violando múltiples normas sociales para convertirse en una subcultura de corrupción estatal  de la que oímos hablar todos los días, pero desconocemos cómo opera. Mande usted un periodista diario a esa entidad y se ganará el sueldo del día. Veamos uno de los muchos ejemplos de cómo la gente honesta combate la corrupción pero no recibe  apoyo social. Por el contrario, si la denuncia, lo empapelan, o lo matan.

Mi amigo Rafael Rubio Pupo era un abogado serio y honesto a quien le apasionaban los estudios de historia de Colombia. Tenía fe en el país. Denunció ciertas irregularidades en una ciudad importante del país y lo mataron.  Por ello La DIAN  tiene una guía  de 40 páginas llamada “CARTILLA DE LAS PRINCIPALES TIPOLOGÍAS QUE DERIVAN EN ACTOS DE CORRUPCIÓN” Mencionaré la tipología o conducta y daré algunos ejemplos.

HAY 11 PRINCIPALES TIPOLOGÍAS O CONDUCTAS DE CORRUPCIÓN CONTRA LA ENTIDAD LLAMADA DIAN. 1. La falsa DIAN;  2. El intermediario innecesario. Siguen otras conductas, y así en los siguientes TIPOLOGÍAS. Para una información completa, por favor, consulte la cartilla. Seguimos.

HAY 22 CONDUCTAS INDIRECTAS DE CORRUPCIÓN. 1. El calienta puesto. (Toda una burocracia)   2. Al que se le da la mano y se toma el brazo.  

HAY 41 TIPOLOGÍAS ENFOCADAS EN PROCESOS MISIONALES. 1. El alcahueta; 2.   Abonando Terreno; 3.  El Encubridor; 3.  El de la vista gorda; 4. El Cartel;   5. El abusivo; 6.  El que no podría o no debería actuar; 6.  La visita extorsiva; 7.  El borrón y cuenta nueva; 8.  El amiguis del contribuyente, etc.

HAY 62 PRINCIPALES TIPOLOGÍAS O CONDUCTAS ASOCIADAS CON  LA CONTRATACIÓN ESTATAL. 1. La Falsa necesidad;  2. El que parte y reparte, se queda con la mejor parte;  3. Elegido a dedo;  4. La unión hace la fuerza; 5. El supervisor desleal;  6. El que no se esfuerza por saber;  7. El buena gente; 8. El del negocio, socio, etc. Hasta aquí una pendejadita con lo que pelea la DIAN todos los días y que ignoramos. Así que si el señor Petro quiere recabar más billete, que no nos meta más impuestos, y más bien le meta le meta el diente a la corrupción fiscal, sin darnos discursos aburridos en los que muchos no creen. 

Obviamente que este tipo de delitos en comparación con Jack el destripador, no son nada. Por eso a pesar de que desapareció del mapa en 1888, resucitó sangriento  con un hacha y cara de loco malvado en las pantallas de cine. Se le han dedicado más o menos unas 10 películas.

Sin embargo, uno de los pioneros en la elaboración de perfiles criminales, el doctor Bond, cuyo dictamen ha merecido el aplauso general, decía: "El asesino debe de haber sido un hombre físicamente fuerte y de gran frialdad y audacia [...] En su aspecto exterior seguramente fue un hombre tranquilo, de apariencia inofensiva, probablemente de mediana edad y vestido de modo cuidadoso y respetable."

Yo no sé si el amable lector nota en este estilo, una cierta nostalgia por lo que llamaríamos perverso.  Entonces, deducir quién es el psicópata y apresarlo, desde un perfil, ha dado lugar a la  profesión de ‘perfilador’  luciéndose como  el meollo de muchas películas.  Así, aunque sea con conductas negativas,  se ha venido posicionando el delincuente en un espacio de importancia y respeto por el temor, sentándose de  tú a tú con el gobierno. No nos extrañe que en el futuro un guerrillero sea un héroe para los niños.

De ahí que, posteriormente, esos psicópatas camuflados o alcahueteados  socialmente,   hayan subido de estatus y andan por ahí. Así que sobre el asunto tenemos, culturalmente hablando, una imagen difusa o confusa del tema. Algo no nos gusta sobre fulano, pero no sabemos qué es, si es todo un caballero. Quizá podría ser nuestro compañero de trabajo o jefe: fresco, chistoso, astuto, muy inteligente. Las chicas se lo pelean.

¿Cómo comienza, posiblemente, un delincuente? Climent señala entre  “las conductas antisociales cotidianas” al aficionado a los pequeños o disimulados robos que pueden comenzar en la escuela;  al que conforma un grupo para acosar al más chico e indefenso. El raterillo va subiendo sus objetivos poco a poco,  escalando social o políticamente, aumentando así la avaricia y el cinismo que  lo llevan a  los dineros públicos. O puede ser  el avivato;  el que no paga;  el vecino abusivo;  el conductor irresponsable, (sobrio o borracho); y quién lo diría: los manipuladores que son manipulados.

También en el hogar se dan.  El incorregible;  la celestina detrás del abuso infantil o de menores; el inescrupuloso en la intimidad, pero admirado públicamente. En las relaciones afectivas sobresalen todos los donjuanes descarados,  escondidos o adictos a la falta de pudor y control sobre sí mismo. Puede ser que el antisocial sea el ‘Gran Señor’ empresario (Conocí uno con ojos de hielo y buena sonrisa; hasta las culebras le tenían miedo). También abundan en la política; o  tras de una bata blanca o en la farándula. Los que generan sentimientos de culpa,  maldad, codicia inmoral. Y la sociedad, mal informada, tolera.

Climent describe también las conductas narcisistas cotidianas, en el hogar, las relaciones afectivas, el mundo empresarial, la política y finalmente los BORDERLINE, una patología   difícil de describir entender y explicar que sigue su curso crónico de apariencia normal, y adaptados a la sociedad. Todos estos son los locos lúcidos.

Entonces se dan a conocer  los mejores representantes de las diferentes estupideces del alma como abanderados  sociales justificados en el inmenso y mentiroso mercado de la ‘felicidad’. Cito de un experto:

El criminólogo Robert Blakey dice: Los psicópatas podrían conceptualizarse mejor como personas disociadas;  es  decir, las personas que están desapegadas de sus propias emociones y las de otras personas. En consecuencia, simplemente no sienten mucho. Si ven a una persona angustiada, los psicópatas no sienten la angustia de  los otros; así no se sienten restringidos para causar daño.  

“Esta disociación puede producirse en los niños muy sensibles que ante lo abrumador de experiencias que no pueden procesar debido a la angustia, el miedo, la amenaza, ni cuándo podrían repetirse esas situaciones, como mecanismo de defensa el cerebro del niño puede disociarse. En otras palabras, el sistema de empatía se apaga para sobrevivir a las emociones negativas de los demás. 

“La ironía aquí es que las personas que nacen con una capacidad excesiva para empatizar podrían tener más probabilidades de desarrollar rasgos psicópatas debido a la pérdida total de su capacidad de empatía en sus esfuerzos de autoconservación.” Hasta aquí Blakey. Y añado yo:   entonces sería posible  que si esas personas tienen aspiraciones políticas se refugien o busquen destacarse en cualquier institución de control y poder. Así se justifican todas las vilezas de ciertos regímenes personalistas, con inclinaciones al totalitarismo.

 Y cuando esa persona hace de las suyas, por falta de discernimiento, la paganini es la sociedad, por lo que alguien se atreve a calificar a la inmensa mayoría de personas como   ‘una sociedad enferma’ pero ese desinformado   desconoce las verdaderas razones psiquiátricas de cierta élite en el poder. Nos damos cuenta porque hay ‘protagonistas o agentes’;  y víctimas toleradas e inocentes. Y para rematar,  la ‘locura lúcida’ se la decreta en documentos respetables, pero estúpidos; o se le rinde pleitesía de  parte de los medios interesados en un poquito de mermelada o consideración.

¿Cómo se defiende la sociedad ante semejante confusión? Veamos un ejemplo actual. Se están produciendo invasiones de tierras con propiedad legítima y legal. Pero el estado no puede estar presente en todos los lugares, o no quiere hacer nada por razones políticas. Entonces surge la necesidad de hacer uso del  el derecho a la defensa para preservar la vida. En otros países la doctrina es clara; en Colombia no, por razones políticas.

Sin embargo el derecho fundamental que se tendría que defender yo lo describiría así: Derecho  a la defensa colectiva eficaz y oportuna de la comunidad ante una amenaza permanente, superior e imprevisible, en ausencia de la fuerza pública. Lo que escribo a continuación ¡NO ME GUSTA! Pero siento la obligación moral de hacerlo ver  porque es el sentido común de las muchas víctimas que empiezan a sufrir los atropellos de los violentos invasores  y asaltantes de camiones en las carreteras. 

Hay un temor de que surja un nuevo  paramilitarismo, con mayor experiencia,  en donde cada quien se defenderá como puede, porque el estado no quiere garantizar que no se repitan las condiciones que dieron origen al viejo paramilitarismo  como defensa de la vida y la propiedad. Con    esa irregularidad del orden público se mezclarán las bandas criminales, para hacer de las suyas y refugiarse bajo la supuesta sombrilla de los paramilitares. Resultado: Confusión política en la que pagarán justos por pecadores. ¿Es esa la paz total?

Este escenario lo tienen bien claro los amenazados y víctimas. Pero los opinadores, no. Esa podría ser  la nueva guerra cultural de baja intensidad entre los delincuentes y la decencia,  auspiciada por los despistados  que han perdido todo sentido de solidaridad; es decir por los ‘disociados’ de cuello blanco, los promotores de la ‘locura lúcida’, la confusión.  Pero no los culpo.

Porque en épocas de terrorismo, de maldad extrema, perversión, corrupción; es decir, cuando el mal se manifiesta cínicamente en todas sus modalidades, no  es lógico que se le combata con una moral, ética o leyes para tiempos de paz y armonía. Entonces las personas decentes están en el dilema de ‘defenderse como sea,’ poniendo en riesgo sus principios, valores y la tranquilidad de sus conciencias para defender su vida, o dejarse matar por atenerse a la constitución  y las leyes que los bandidos desprecian, en ausencia  del estado. ¡Qué tristeza esta incomprensión del gobernante y ciertos miembros de la sociedad!

 
Publicado en Columnistas Nacionales

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