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Álvaro Ramírez G.   

Dos hechos tienen hoy al Gobierno de Gustavo Petro, arrinconado por la confusión, la indignidad y una autoridad totalmente perdida.

En medio de un proceso de diálogo formal entre el Gobierno Petro y el ELN, este grupo finalmente aceptó haber secuestrado al padre de Lucho Diaz.

Pero además han salido los máximos dirigentes de ese grupo terrorista a justificar ese secuestro, con el argumento de que “no tienen cómo mantenerse”, lo cual es tan falso como que es el narcotráfico, de lejos su principal fuente de ingreso.

Justifican sin sonrojarse que mientras “el gobierno no les defina, como los va a mantener”, esas “retenciones”, como las llaman, deberán continuar.

Ahora exigen el retiro de toda la fuerza pública en la zona del Perijá para devolver al secuestrado.

¡Y la fuerza pública se retiró!

¿Gobierna el ELN?

Qué indignidad.

¡Qué vergüenza!

En el corregimiento de El Plateado de Argelia, Cauca, un pelotón de las disidencias de las FARC, apoyado por una intimidada población civil, rodeó y secuestró a un pelotón del ejercicio nacional.

El Comandante general del Ejército, no solo exigió que los liberaran, sino que envió refuerzos a la zona y se trasladó allí, hace pocas horas, a fortalecer con su presencia el operativo que debe liberar a los soldados secuestrados.

Las disidencias de las FARC (que son las mismas FARC), en represalia por la actitud del Comandante del Ejército, acaba de publicar un comunicado oficial, dando por terminadas las negociaciones de paz con el gobierno Petro.

¿Cómo interpretar estas dos situaciones que arrinconan y avergüenzan a las FFAA?

Sin duda son la clara consecuencia de la decisión de Petro, de descabezar masivamente las cúpulas directivas de esas FFAA.

“Debilitar y desmotivar a las FFAA, para convertir a las FARC y al ELN, en las nuevas FFAA de Colombia.”

Esa es la interpretación que le he leído y escuchado a muchos analistas.

Santos aceptó clandestinamente, como todo lo de él, suspender la fumigación de las plantaciones de coca, como condición sine quanon de las FARC, para sentarse a negociar.

Y ahora Petro, que llegó claramente apoyado y financiado por estos grupos terroristas, les tiende la mano, descabezando a las FFAA, y prohibiendo la persecución a los cocaleros.

¿Alguna prueba más se necesita para entender que Petro es de ellos?

Cuando habían visto ustedes el Palacio de Nariño, rodeado y “ custodiado”, por miles de indígenas traídos del Cauca, los mismos que incendiaron y bloquearon a Colombia ?

¿No está clara ya la simpatía de Petro con esos terroristas?

Este desastroso manejo del orden público, ha llevado las cosas hasta que el propio Ministro de Defensa reconozca que la extorsión y el secuestro han crecido en un 90%.

¡Sin siquiera sonrojarse!

Pero el destartalado orden público nacional, le está jugando una mala pasada a Petro.

El país entero sabe que su paz total, hoy no es otra cosa que la guerra total.

Las cifras de masacres, asesinatos, secuestros, extorsiones y desplazamientos son tan aterradores como indiscutibles.

Para regresar al tema central, es un hecho que ni las FARC, ni el ELN, le temen hoy a las FFAA.

Y a Petro ni le creen, ni lo respetan.

Reviven las palabras de Sir Winston Churchill: “¡El que se arrodilla para buscar La Paz, se queda con la humillación y con la guerra!”

¿No les parece que es los que estamos viviendo los colombianos, gracias a la errática dirección de Petro?

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