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Miguel Uribe Turbay*      

La democracia liberal que damos por hecho está bajo amenaza. En todo mundo los modelos autoritarios y populistas se vienen consolidado. En Colombia, Petro representa la principal amenaza e insiste en desdibujar las instituciones a su favor.

Esta semana, nuevamente pretende presionar la aprobación de sus reformas antisociales y anacrónicas movilizando a sus funcionarios, instrumentalizando a las organizaciones sociales y financiando todo con recursos públicos.

El presidente se ha caracterizado por sólo respetar las decisiones judiciales y administrativas que le convienen. Las que son contrarias, las desconoce. Es famoso por sus diferencias con las Cortes, los periodistas, los organismos de control, el Congreso y en general con quien piensa diferente. Su sectarismo busca cancelar a quienes no lo apoyan ciegamente volviéndolos objeto de señalamientos, casi siempre sin fundamento.

Quienes defendemos la democracia liberal, defendemos el Estado de Derecho, la separación de poderes, la economía de mercado, la propiedad privada, la protección equitativa de los derechos humanos, las libertades individuales, y la tolerancia y pluralismo político.

No es fácil comprender las ventajas de la democracia, así lo demuestran las cifras del Informe 2023 del Latinobarómetro, en donde solo 48% de los colombianos dicen preferir la democracia por encima de cualquier otro modelo de gobierno.

Y si bien es sorprendente que menos de la mitad de los ciudadanos respalden este modelo, podría ser entendible. Pues ante los problemas históricos del país, muchos no encuentran las bondades de este modelo para resolverlos. Es más, 80% de los colombianos dicen estar insatisfechos con esta forma de gobierno.

Paradójicamente, es la democracia, a pesar de sus dificultades, el mejor camino para solucionar estos problemas. Su opuesto, la concentración de poder, en la inmensa mayoría de casos, ha demostrado profundizar la pobreza, la violencia y la corrupción.

Las instituciones democráticas están perdiendo vigencia frente a discursos populistas fundamentados sobre premisas falsas y el resentimiento social. Tanto en el mundo, donde se experimenta un auge de modelos autoritarios, como en América Latina, incluyendo Colombia.

Según el Democracy Index para 2022, 24 países se clasifican como “democracias plenas”, es decir, solo 8% de la población mundial. A su vez, la libertad, como requisito indispensable para la existencia de la democracia, también está en crisis.

Según el informe de Libertad en el mundo 2023, publicado por Freedom House, 2022 fue otro año más en que la libertad disminuyó. Solo 85 países de los territorios evaluados fueron calificados como libres, es decir el 40,5%. Por su parte 31,9% de los países se calificaron sin libertad y 27,6% como parcialmente libres.

Lo más alarmante es que 28% de la población de América Latina y un tercio de Colombia dice ser indiferente entre un modelo democrático y un modelo autocrático. A su vez, en Colombia 14 % de los ciudadanos abiertamente prefieren un gobierno autoritario.

De acuerdo con los indicadores y cifras aquí presentadas, es evidente que el clima político es el apropiado para que siga teniendo éxito el autoritarismo y populismo. Escribo esta columna para prender las alarmas necesarias para prevenir el único camino que es irreversible: perder la democracia.

La democracia puede perderse por la vía radical, la venezolana, o la vía menos dramática, pero con un efecto similar, la argentina. Recordemos que alcanzar una democracia es muy difícil; perderla es relativamente fácil; pero recuperarla es prácticamente imposible.

Reflexionemos sobre el papel de los medios, la academia, los empresarios y los políticos. Si no reaccionamos a tiempo, cómo a la rana en el agua tibia: nos cocinan.

https://www.larepublica.co/, Bogotá, 25 de septiembre de 2023.

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